Acurrucados el uno en el otro, iba transcurriendo la noche sin que Roberto consiguiera pegar ojo, no paraba de darle vueltas a cómo continuar con la búsqueda de Diana, ¡si no se me hubiera caído la pista al agua! se reprochaba una y otra vez, ¡como seguir ahora!. Se levantó silenciosamente de la cama para no despertar a Laura y bajó a beber un vaso de agua. Se asomó a las cristaleras del salón para contemplar la noche estrellada y decidió salir al jardín.
Caminaba lentamente sobre el césped con sus pies descalzos, intentando encontrar un sosiego que parecía no llegar. Finalmente decidió sentarse sobre el césped en posición de loto, en busca de la tan ansiada paz. Cerró los ojos, se concentró en su respiración, y muy poco a poco fue entrando en un estado de quietud y relajación.
No habían transcurrido ni diez minutos cuando oyó un susurro a lo lejos. Su respiración volvió a agitarse pero decidió mantener la postura y no abrir los ojos. El susurro se acercó tanto que no sólo podía oírlo sino también sentirlo. Alguien que olía a tierra mojada, pisaba la hierba a su alrededor, susurrando una cantinela ininteligible. El susurro se fue convirtiendo en palabras silbantes que decian “Buen retiro te has procurado para buscar la paz......pero no has de descansar todavía, el diablo está al acecho, ni siquiera los más antiguos tratados te ayudaran a vencerle, tan sólo te conducirán a él.”
Roberto sentía como el corazón parecía salírsele del pecho, pero no se movió. Las palabras volvieron a convertirse en susurros y poco a poco se alejaron adentrándose en la Casa de Campo. Cuando se impuso el silencio de la noche, abrió los ojos y subió corriendo al despacho en busca de papel y lápiz para apuntar lo que había escuchado, antes de que se le olvidaran las palabras exactas.
Después volvió a la habitación y se encontró a Laura despierta, nerviosa y sentada en la cama.
- Me ha hablado – decía Laura – Diana me ha hablado, ha estado aquí, no ha sido un sueño, todavía percibo su olor y veo el rastro de su color –
- Me ha dicho “el día que yo nací, mamá, busca en el día que yo nací” Créeme Roberto, no ha sido un sueño –
- Lo sé, mientras Diana estaba aquí contigo, yo estaba abajo con el duende –
No habían transcurrido ni diez minutos cuando oyó un susurro a lo lejos. Su respiración volvió a agitarse pero decidió mantener la postura y no abrir los ojos. El susurro se acercó tanto que no sólo podía oírlo sino también sentirlo. Alguien que olía a tierra mojada, pisaba la hierba a su alrededor, susurrando una cantinela ininteligible. El susurro se fue convirtiendo en palabras silbantes que decian “Buen retiro te has procurado para buscar la paz......pero no has de descansar todavía, el diablo está al acecho, ni siquiera los más antiguos tratados te ayudaran a vencerle, tan sólo te conducirán a él.”
Roberto sentía como el corazón parecía salírsele del pecho, pero no se movió. Las palabras volvieron a convertirse en susurros y poco a poco se alejaron adentrándose en la Casa de Campo. Cuando se impuso el silencio de la noche, abrió los ojos y subió corriendo al despacho en busca de papel y lápiz para apuntar lo que había escuchado, antes de que se le olvidaran las palabras exactas.
Después volvió a la habitación y se encontró a Laura despierta, nerviosa y sentada en la cama.
- Me ha hablado – decía Laura – Diana me ha hablado, ha estado aquí, no ha sido un sueño, todavía percibo su olor y veo el rastro de su color –
- Me ha dicho “el día que yo nací, mamá, busca en el día que yo nací” Créeme Roberto, no ha sido un sueño –
- Lo sé, mientras Diana estaba aquí contigo, yo estaba abajo con el duende –
(Continuará)......................
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