Hoy es uno de esos días en los que las lagrimas se colocan en la línea de salida y aprovechan cualquier oportunidad para escaparse, sin avisar, en busca de las emociones que las originaron.
Uno de esos días donde parece que has cambiado de frecuencia y consigues conectar con sensaciones que no percibes en la sintonía en la que habitualmente recibes y emites.
Uno de esos días en los que sientes tan cerca todo lo que está a tu alrededor, que realmente lo percibes como tuyo.
Hoy puedo sentir la soledad de Maria, que le hace enloquecer y echarse una y otra vez a la calle en busca de alguien que la escuche.
Hoy puedo ser ese hombre de avanzada edad y porte distinguido, con el que me cruzo a menudo por el barrio, siempre impecablemente vestido, siempre con un cigarro en su mano derecha y una carpeta de piel marrón en la izquierda, siempre en dirección a ninguna parte.
Hoy han descubierto que Amparo, mi vecina de enfrente, a la que hacía dos días que nadie veía, ha cruzado al otro lado, sentada placidamente en su sillón del salón, sin equipaje y sin despedidas.
Hoy es uno de esos días en los que la nostalgia y la tristeza se sientan en mi silla, se acuestan en mi cama y se aferran a mi alma.
Uno de esos días donde parece que has cambiado de frecuencia y consigues conectar con sensaciones que no percibes en la sintonía en la que habitualmente recibes y emites.
Uno de esos días en los que sientes tan cerca todo lo que está a tu alrededor, que realmente lo percibes como tuyo.
Hoy puedo sentir la soledad de Maria, que le hace enloquecer y echarse una y otra vez a la calle en busca de alguien que la escuche.
Hoy puedo ser ese hombre de avanzada edad y porte distinguido, con el que me cruzo a menudo por el barrio, siempre impecablemente vestido, siempre con un cigarro en su mano derecha y una carpeta de piel marrón en la izquierda, siempre en dirección a ninguna parte.
Hoy han descubierto que Amparo, mi vecina de enfrente, a la que hacía dos días que nadie veía, ha cruzado al otro lado, sentada placidamente en su sillón del salón, sin equipaje y sin despedidas.
Hoy es uno de esos días en los que la nostalgia y la tristeza se sientan en mi silla, se acuestan en mi cama y se aferran a mi alma.