JmRodriguez
Ya han puesto en mi calle las luces de Navidad. Cada año cuando las encienden bajamos todos los vecinos provistos de zambombas y panderetas a cantar villancicos para invocar el espíritu navideño, todos juntos en amor y compaña olvidando nuestras diferencias.
Claro que cuando llegamos a “En el portal de Belén han entrado los ladrones y al bueno de San José le han robado los calzones..” no puedo por menos que mirar de reojo al edil que vive en el cuarto y que me quita las revistas de National Geographic del buzón.
Lo mismo pasa cuando llegamos al “pero mira como beben…” , todos nos damos codazos mirando al respetable bróker que vive en el segundo y a su roja nariz, el mejor indicador del nivel de sangre que corre por sus venas llenas de alcohol.
Si es que por mucho espíritu navideño que haya, hay cosas que no se pueden olvidar como los aires de gran señora de la del quinto, venida a más por razón de matrimonio y claro, cuando toca cantar “la Virgen fue lavandera…” todas las miradas van a ella.
El momento culmen todos los años viene de la mano del “Arre borriquito, arre burro arre” que cantamos con especial énfasis y recogimiento dedicándolo al presidente de la comunidad, que nos ha embarcado en unas obras faraónicas y nos ha empeñado hasta las cejas.
Nos retiramos cantando “Noche de paz”, contentos de haber podido confraternizar otro año más.