AUSENCIA


Van a ir a comprarse un vestido nuevo y un helado que se toman en el parque, en el mismo banco donde mamá les contaba cuentos. Se mirarán una a la otra buscando una lágrima traidora y recordarán los trabalenguas que hacían con ella. Cuando caiga la noche volverán a casa, papá tendrá la cena preparada y algún chiste malo para que se rían. Les dirá que de mañana no pasa visitar al oculista a ver porqué tiene los ojos tan rojos y mientras tanto, un día más, la casa se les caerá encima.

VUELVO A CASA

Cuando el tiempo no da más de sí, ocurren estas cosas, y me he dicho:

«De hoy no pasa que vaya al blog, abra las ventanas para que se ventile y se vaya el olor a cerrado, lo despeje de telarañas, pegue un barrido y listo para otras 650 historias...» y lo más importante ¡¡Sigo aquí y con ganas de escribir!!

Os dejo un mini micro para abrir boca.   








Daos fraternalmente la paz

Las besa con suma conciencia para no equivocarse, así los dos hombres del primer banco sabrán que son las huérfanas que estaban esperando para su club de alterne. 


CIBERFUTURO



Al abrir el contenedor, se dio cuenta de que estaba empezando a olvidar el nombre de las cosas. No se acordaba de cómo se llamaba el objeto que tenía delante y que tantas veces la abuela tomó entre las manos convirtiendo sus garabatos en historias que le contaba cuando era niño. Uno igual al que utilizaba para asegurar la pata coja de la mesa del ordenador o el mismo que en ocasiones utilizaba de tabla de corte para no rayar la encimera de vidrio. Le vino a la memoria la obsesión de su bisabuela por ese objeto, la pobre pensaba que la haría libre. Libre, libre… lo tenía en la punta de la lengua.  


(Primer intento de la temporada para Relatos en cadena, fallido, of course)

EL MEDIADOR FAMILIAR



Cada día salgo más tarde del despacho, siempre hay un dictamen que terminar o una consulta complicada por resolver; la excusa perfecta para no volver a casa hasta que ella esté dormida. Si tiene la luz de la habitación encendida, doy un rodeo con el coche hasta que la apaga, entonces subo y con mucho cuidado de no despertarla, me meto en la cama ocupando el borde de mi lado. Por las mañanas salgo de casa con la rebanada de pan del desayuno en la boca para evitar cualquiera de sus preguntas. Lo peor llega los fines de semana, en los que la coartada de jurista ocupado hace aguas, pero aun así he desarrollado mis mañas: cuando ella se acerca con intenciones de entablar una conversación me hago el dormido en el sofá, esperando que llegue el lunes y encontrarme la mesa llena de conflictos matrimoniales que resolver.


(Esta fue mi contribución al Concurso de Microrrelatos sobre abogados del mes de julio, no hubo suerte aunque quedó seleccionado entre los finalistas)  


CON LA VENIA, SEÑORÍA






Con la venia, Señoría

Me confieso agnóstico aunque reconozco que en los momentos difíciles suelo apelar al Altísimo para que la tierra no se hunda bajo mis pies, como aquella vez en que me enfrenté a la expulsión de la carrera judicial por capitanear un movimiento radical entre los jueces, o cuando un imputado por evasión de capitales me propinó un sonoro tortazo en las escaleras del Juzgado ante las cámaras de televisión. Conseguí salir airoso de éstas y de otras muchas, pero cuando miraba hacia arriba pidiendo ayuda para dictar una sentencia justa, nunca encontraba respuesta. Ya no me siento capaz de seguir juzgando lo qué está bien y lo qué está mal, dejo las puñetas por convicción pero sigo vistiendo la toga por vocación, solo que ahora, en vez de dar la palabra, debo pedir permiso para tenerla.

(Con este relato he participado en el Concurso de Abogados del mes de junio, con cinco palabras obligadas: radical, sonoro, carrera, expulsión y apelar. No hubo suerte)

GENETICA



Y las azules, las del abuelo. Siempre le cautivaron esas estrellas, será porque aparentan menos edad y a él le chiflaban las jovencitas, y si no que se lo pregunten a la abuela, que se ponía negra cada vez que se giraba para no perder de vista un escote o una minifalda. La última vez que se quedó prendado de unas piernas bonitas decidió ir tras ellas y luego no encontró el camino de vuelta. Dicen que se quedó atrapado allí arriba, montado en una estrella y seduciendo a otra. Sigue mirando, hijo, a ver si lo ves mientras yo voy a por tabaco.   

(Uno de los últimos intentos de la temporada para ReC, esta vez tampoco pudo ser ¡que le vamos a hacer!)

FINALISTA DE ABRIL EN LA MICROBIBLIOTECA





La familia



Disfrutaba reuniéndose con la familia. La tía Rosa, siempre tan cariñosa, le pellizcaba el carrillo como si aún fuera un niño, mientras el primo Federico balbuceaba su frase preferida: “Ya no hay nidos de golondrinas en casa, los he quemado todos”. Nunca faltaba Claribel que aún conservaba esos ojos de gata que le hicieron perder la cabeza hace una década, casi le cuesta la excomunión familiar, ¡dónde se había visto querer casarse con una prima hermana! Encontrarse con los hijos del tío Jesús suponía un repaso a los veranos de su infancia: la caza de gamusinos, el asalto a los huertos cercanos para hacer sopa de verdura con los cacharritos de las niñas o los sustos que le daban a Luisito por la noche al pasar por el cementerio. En los últimos años solo se juntaban en los entierros, muchos por cierto, pero él quería más y más. Esa manía suya de ver a la familia a todas horas iba a acabar con ella.


Con este texto he quedado finalista en el concurso que convoca La Microbiblioteca todos los meses, comparto podio con Gabriel Bevilaqua, Elisa de Armas y Marina de la Fuente, un plantel de lujo. El oro se lo llevó David Vivancos, otro grande del género

GRANDES REMEDIOS



Ya no podíamos contar con él, hacía lo que quería, se ponía en rojo para dar paso a la enfermera de ojos de gata y en verde para el celador forzudo que se las veía y se las deseaba para cruzar el patio. Cuando pasaba el cocinero cambiaba bruscamente de color e invitaba a los internos a proseguir la marcha arrollándolo. Intentamos asignarle otro cometido como el de papelera o autobús, pero no había manera, él quería seguir siendo semáforo. Tras largas horas de negociación, el director lo ha desenchufado y ha decidido convertir el patio en zona peatonal.    

METAMORFOSIS



Seguía atrapado allí dentro, en la cueva de los duendes. Ya olía a tierra mojada como ellos, y le empezaban a picar las orejas, tal vez porque se estaban volviendo tan puntiagudas como las de los pequeños hombrecitos que se habían empeñado en convertirle en árbol. No quería mirarse para no ver esas pequeñas raíces que le asomaban por las plantas de los pies y quería creer que las hojas que le brotaban por los codos eran fruto de alguna alergia. Cuando se emocionó ante la sonrisa y aleteo de un hada y sus ojos derramaron savia ya no hubo duda.

(Nuevo intento fallido de ReC con la frase de inicio "Seguía atrapado allí dentro". Seguiremos intentándolo)

LA OFICINA



No creo que pueda pedirse mucho más para ser un lunes por la tarde: el jefe, que se pasa el día al teléfono, hoy no ha descolgado el auricular y sigue hablando, como si tal cosa, con el hombro pegado a la oreja. El contable dice ser un balance de pérdidas y ganancias y vagabundea por los pasillos llamando al arrepentimiento y anunciando que el fin está cerca. La secretaria no le va a la zaga y se excusa con el ficus porque el director está reunido y no va a poder atenderle. Y es que recuperar el ritmo tras el fin de semana... cuesta.

(Un intento más para ReC, cada vez más difícil, con unos maestros de la talla de la Portabales y el Dorrego, veo que esta edición no cuelo ni uno de canto)

GANADORA DEL CONCURSO DE MICROCUENTOS DE SANTA MARTA DE LOS BARROS



Calor de hogar


Hoy es Nochebuena y hay espumillón y buenos deseos en todas las esquinas menos en la de su casa. Una bocanada de frío sale cuando abre la puerta, no hay calefacción, tampoco luz, solo una carta del Juzgado en el suelo. Se ovilla en la cama sepultado bajo una manta y acaba durmiéndose. Sueña con una familia, con niños, mazapanes y sonrisas y se despierta cuando cree oir que llaman a la puerta. No hay nadie, solo un papel sobre el felpudo que dice: Cenamos a las 10, le esperamos. Firmado: sus vecinos del “B”. 


(A veces las letras traen pequeñas alegrías como ésta de haber resultado ganadora de la edición de Noviembre y Diciembre del concurso de microcuentos que convoca el Club de Lectura Atenea del Ayuntamiento de Santa Marta de los Barros con el tema de: Espíritu Navideño y eso que yo de ésto, más bien poco)

http://www.santamartadelosbarros.es/vernoticia.php?id_noticia=1601

ReC INTENTO PERO NO HAY MANERA



Matón

Sin saber por qué, le di un puñetazo, y otro, y otro más hasta que se desplomó como un saco de patatas. Después, con la excusa de llevar flores a la tumba de mi madre, me hice el encontradizo con su familia en el cementerio y me sobrecogí y lloré como el que más. Ya han pasado quince días y todo está tranquilo, la policía no ha preguntado nada, así que de la semana que viene no pasa que me encargue de López, otro de la clase al que le tengo ganas.



Propósito de enmienda


Sin saber por qué, le di un puñetazo. Tampoco supe por qué empujé a la ancianita a las vías justo cuando llegaba el tren, ni lo que me impulsó a tirar piedras desde el puente a los parabrisas de esos coches cuando circulaban por debajo. Vale que me reí a carcajadas cuando se ahogó el comisario con una aceituna, pero en el fondo, soy buena gente, Señoría, y estoy arrepentido de todo, se lo juro dije sin perder de vista el cristal de la ventana que el juez tenía detrás y que mi gente tenía que hacer estallar en mil pedazos. Ya estaban tardando.

(Empiezo el año con dos relatos, pero nada, no hay manera, que no suena la flauta, seguiremos intentándolo por si acaso)