No
creo que pueda pedirse mucho más para ser un lunes por la tarde: el
jefe, que se pasa el día al teléfono, hoy no ha descolgado el
auricular y sigue hablando, como si tal cosa, con el hombro pegado a
la oreja. El contable dice ser un balance de pérdidas y ganancias y
vagabundea por los pasillos llamando al arrepentimiento y anunciando
que el fin está cerca. La secretaria no le va a la zaga y se excusa
con el ficus porque el director está reunido y no va a poder
atenderle. Y es que recuperar el ritmo tras el fin de semana...
cuesta.
(Un intento más para ReC, cada vez más difícil, con unos maestros de la talla de la Portabales y el Dorrego, veo que esta edición no cuelo ni uno de canto)