VIENTOS DEL NORTE






Todo empezó con un simple comentario “podíamos hacer una quedada” Dicho y hecho, no estábamos todos los que eramos, pero eramos todos los que estábamos. Y fue, en “El Batán del Molino” un antiguo molino del siglo XI, que a decir de la dueña, había sido construido por monjes, tal vez esa era la razón por la que conseguí dormir como una niña en paz durante el fin de semana o quizá por esas sábanas blancas de algodón con primorosos remiendos que han guardado el sueño de muchos huéspedes. Lo cierto es que los astros se alinearon para disfrutar de un fin de semana digno de recordar. Bajo una esmerada organización por parte de Rubén y una cuidada intendencia dirigida por Belén, dimos buena cuenta de las ricas viandas traídas para la ocasión, donde no faltaron los bizcochos caseros de nuestras improvisadas reposteras, Toña, Belén y Marta, ni el jamón de Maria Jesús, y nos quedamos con las ganas de escuchar a Alberto tocar su nuevo piano de cola. Degustamos los vinos de Arlanza en una cata con maridaje en compañía de “los barnizados” que se apropiaron de la guía y de las sillas. Disfrutamos del desfiladero de la Yecla aún arriesgando el móvil de Marta para inmortalizar el momento. Saboreamos Lerma, sus miradores recitados por Zorrilla y sus pasadizos presididos por el Duque de Lerma que intentó convencernos de que era una pobre víctima, sin conseguirlo y rematamos la jornada en el Territorio Arlanza, que abrió los ojos de Juan a las infinitas posibilidades de realizar un Territorio Jorakaño y convencer a Vicente de que “El Pascualín” se les había quedado pequeño. Covarrubias nos esperaba el domingo, con sus calles y plazas y su magnífica Colegiata que nos enseñó un joven con cara de ángel, voz de haber rezado mil rosarios y zapatos de cura. Rematamos el encuentro con una magnífica comida en “Galin” donde no faltó la olla podrida y las morcillas. Ni los 3000 pasos que separaban a Marta de María Jesús, ni el talante “cañero” de Andrés que no pasó ni una en el “Tabú”, ni la afonía de Rubén, consiguieron perturbar lo más mínimo un encuentro donde reinó el cariño, el buen rollito y donde, una vez más, pudimos comprobar que esos lazos que nos unen desde la infancia siguen siendo tan fuertes como los vientos del norte que cantamos a voz en grito junto con Nando Agüeros, coronando el encuentro.


LÁGRIMAS VERDES





Las primeras gotas del rocío le salpican en los ojos y se despierta armando tal escandalera que los luganos huyen en desbandada. Ha dormido tantas lunas que su gorro se ha cubierto de musgo y sus polainas de hiedra. Se atusa mirando su reflejo en la charca de las ranas y se sacude la chaqueta para quitarle el olor a hierba recién cortada. Con un trébol de cuatro hojas en la solapa, avanza decidido hacia el claro del bosque desde el que se divisa la aldea y tras rascarse con fruición sus orejas puntiagudas suspira porque, por fin hoy, ella se unirá a él para siempre. Mientras la espera, se mimetiza en un arbusto y después en un sauce bajo el que, unas mujeres hacen la colada. Las escucha hablar de la hija del furtivo, cuentan que ha acabado en un manicomio porque le dijo a todo el mundo que en el bosque habitaba un duende que la amaba. El agua se vuelve verde y las lavanderas huyen despavoridas. El sauce que les daba sombra ahora llora, a través de sus hojas, lágrimas verdes.




XANA



Cuando era pequeña, mi abuelo Luis me contaba aventuras increíbles sobre mi madre y mi abuela; yo escuchaba con los ojos muy abiertos cómo volaban entre los árboles y se escondían tras las ramas para que nadie las descubriera. A papá no le gustaba que el abuelo me contara esas historias, ni que pronunciara mi nombre con una “x” delante, pero no podía evitar que me escapara al bosque ni que mi pelo oliera a lluvia, ni que aquella noche de luna llena crecieran bajo mis omóplatos unas minúsculas alas. Papá dijo que era mejor que nadie se enterara, pero ya era tarde, desde el borde del camino los ojos negros de una lechuza fueron testigos.


Con este relato me hice con el segundo premio del concurso "A Curuxa"

Los requisitos eran que empezara con la frase "Cuando era pequeña, mi abuelo Luis me contaba... y terminara con "desde el borde del camino los ojos negros de una lechuza fueron testigos"y no más de 100 palabras, sin contar con las frases de inicio y final". Le tengo un cariño especial a este micro porque Xana es el avatar con el que participo y me conocen en unos cuantos concursitos de estos que nos gustan a los microrrelatistas y esta hadita me ha proporcionado muy buenos momentos.