MI HADA FAVORITA

 


Dicen las malas lenguas que las hadas no existen ¡qué sabrán ellas! Yo, sin ir más lejos, conozco una que habita en este bosque. Habla el idioma de los animales, los mima, los cuida y les pone nombre de ríos y de montañas para que se arraiguen, aún más si cabe, a esta tierra. Ella no se hace mayor, sigue volando como el primer día, de cocina en cocina, repartiendo cuidados y curando heridas. Cuando te das cuenta ha desplegado sus alas y te ha arropado antes de que sientas frio. Capaz de resistir una gran nevada pero no un mal gesto, su corazón de cristal tintinea peligrosamente frente a la maldad. 

Mi hada hoy no cumple años, solo cumple sueños.


¡Felicidades Memé!

EL CONFINAMIENTO DE UNA CAMPEONA




Cada mañana, como un acto reflejo, miro por mi ventana hacia las suyas y después al cielo, esperando que el día transcurra sin sobresaltos. Desde que empezó toda esta locura no ha pisado la calle, sola en casa, sin más compañía que la radio y el “ok google” al que le pide que le ponga asturianadas y no comprende por qué no lo hace. Menos mal que su nieta le enseñó a utilizar las videollamadas de whatssap, así que cada noche se pone su collar de perlas y se reúne con sus hijos y nietos y comentan cómo ha ido el día. En ocasiones se unen invitados sorpresa que se asoman a su ventana virtual para charlar un rato con ella. Para alguien que pasó la guerra y que, cuando era niña, envolvían en toallas empapadas de nieve para bajarle la fiebre, esto es una prueba más que encara con esa actitud positiva con la que envuelve su vida y la de todos los que estamos a su alrededor. Sigue cocinando como nadie, sus cocidos, tortillas de patata y tartas de manzana son insuperables. Esta vez la tarta corre de nuestra cuenta y cuando esta noche nos asomemos a su ventana virtual encenderemos una vela cada uno para que ella las sople en soledad pero más acompañada que nunca. Se llama Sara y hoy cumple 92 años.


¡¡Felicidades mamá!!

ONCE






Dicen que el 11 es un número maestro, es aquel al que llegan algunos iniciados tras evolucionar por el camino de la vida. No se si alguno de los once que nos juntamos en Costa  Ballena bajo la hospitalidad de Ovi y Mariluz eramos iniciados pero lo que es seguro es que todos llevamos recorrido mucho trecho vital como para no saber que la clave está en exprimir al máximo los buenos momentos y así lo hicimos. Entre puestas de sol, tortillitas de camarones y tostadas sin gluten saboreamos a sorbitos la chispa gaditana; aprendimos a distinguir entre comparsas y chirigotas y recorrimos la ciudad entre las calles estrechas disfrazadas de carnaval.  Nos echamos unas buenas risas con Maritina que con acento francés y gracia española nos relató las andanzas  de Mariluz   y sus sicarias  cuando era niña y la larguísima respuesta de Ovi a una pregunta la mar de corta. El número 11 da cabida a todos, a la energía de Maite, a la mirada de niño que ha librado mil batallas de Chema, a las respuestas contundentes y cortantes de Juan Miguel y a las ganas de integrarse y de entender nuestro idioma de Franck. Compartí confidencias y momentos off con Marisa, la mujer que acaricia todas las palabras que salen de su boca y descubrí de nuevo el cariño  guardado en el tiempo y en la distancia de Ángel. Instantes para recordar, películas que adivinar, risas que compartir y días guardados ya para siempre en el rincón donde habitan mis momentos felices.Gracias a todos los que lo habéis hecho posible.

TERCER PREMIO EN TERRITORIO ARTLANZA

Mis amigos me reprochan que tenga tan abandonado el blog que no publique ni los premios que me dan. Y lo peor de todo es que tienen razón. Este relato que cuelgo a continuación se llevó este verano el tercer premio del I Concurso de Microrrelatos de Territorio Artlanza. A ellos se lo dedico. 
El tema era el mundo rural inspirándose en los pueblos contados por Miguel Delibes y en la naturaleza de Félix Rodríguez de la Fuente.



Para Ángeles y Jose

Allá donde se forjan los sueños


Dicen en la plaza que lo mío es el hierro, siempre lo ha sido. No hay nada que me inspire más que el eco del golpe certero sobre el yunque para exprimir la ternura del metal. Donde otros ven chatarra y desechos, yo veo esculturas que esperan ser destapadas, arte en estado puro que moldeo y muestro al mundo. Siempre que puedo me encierro en el taller a crear mi propio universo de hierro. Me gusta imaginar qué hubiera sido de mí si me hubiera ido a vivir a la gran ciudad, cierro los ojos, pero me cuesta transportarme lejos de estos paisajes donde descansa mi vista; de los robles que llevan tatuados en su piel mis historias de amor; de esos cielos limpios y azules que me sirven de sombrero y de esa águila real majestuosa que planea sobre mi cabeza cada vez que me subo al cerro a ver caer la tarde. Lo intento de nuevo, e imagino mis trabajos expuestos en una importante sala de arte de la capital, pero mi mente vuelve una y mil veces aquí, a mi pueblo, a las tardes de verano tejidas a ganchillo y siestas, para ser jugadas al tute después; a los campos de cereales dorados mesados por el viento. Cierro los ojos por tercera vez, y me aferro con más fuerza a la imagen del triunfo en la gran urbe. Es inútil, no puedo dejar de imaginar a mis musas atrapadas en un ascensor, languideciendo con la contaminación y las prisas. No lo intento más, ellas son felices corriendo tras las gallinas y chapoteando en el rio y yo sacando el arte que esconde cada pieza de hierro que cae en mis manos. Cuando llega la noche, las invito a que se acurruquen en mi regazo y juntos contemplamos el manto de estrellas que nos cubre mientras escuchamos, a lo lejos, el canto de una lechuza.


ÁNGELES Y DEMONIOS





Para Marta
Crónica del 24 de Agosto de 2019 

Ir a recoger un premio, por esta afición que tiene una de juntar letras, se convirtió en la excusa perfecta para pasar un poco más de 24 horas juntas. Nos unen lazos de sangre, aún más las lágrimas lloradas juntas, los momentos vitales tatuados en nuestras almas con tinta indeleble, el dolor que se esconde en nuestras miradas y todas las risas reídas y que aún nos quedan por reir y que empezamos el fin de semana.
Lerma nos acogió con unos boquerones en vinagre y un queso de cabra que bien podían haber preparado los ángeles que nos esperaban en “Las Edades del Hombre” y que el demonio, que también estaba allí, acompañó con pan prohibido. Seguramente que fue el mismo que nos indujo a dar placer al cuerpo con un masaje relajante que nos dieron dos ángeles en el hotel. Después de relajarnos, nos centramos en el objeto de nuestro viaje: recoger el premio. Llegamos al Corral de Comedias Felipe Segundo de Territorio Artlanza a tientas y en la oscuridad, tan solo guiadas por las voces que llegaban desde allí. Aún no sabíamos si me correspondería el primer, segundo o tercer premio y salimos con la estatuilla más pequeña y con la sensación de que los demonios de Angelis habían hecho de las suyas con el jurado sembrando la confusión entre qué es un cuento y qué un microrrelato. Un rapsoda y un violinista hicieron las delicias de la concurrencia y fueron los verdaderos protagonistas de la velada. De vuelta a Lerma, al filo de la medianoche nos tuvimos que conformar con improvisados bocadillos de cortezas y salchichón en la habitación del hotel. El domingo la visita obligada al convento de las clarisas y la compra de ese manjar angelical que son sus trufas puso punto final a nuestra escapada. No se si habrán sido los ángeles los que pusieron este premio en nuestro camino pero de lo que estoy segura, MiMarta, es que a tu lado es más fácil luchar contra los demonios que se atrevan a asomar.  


PEQUEÑAS ALEGRÍAS

Esta vez no pudo ser, me quedé con las ganas de estar en la Quedada de Santiago, por eso quise estar presente de alguna manera participando en el concurso del Ayuntamiento de Betanzos en la categoría de "No Asistentes" y las meigas se pusieron de mi lado y me alcé con la victoria. Son esas pequeñas alegrías que te animan a seguir juntando letras para contar historias. A partir de esta foto,  incluyendo la palabra "ochocientos" conmemorando los 800 años de esta villa gallega, un relato sobre uno de mis temas favoritos: el paso del tiempo. Espero que os guste. 

  
Tempus fugit
Maruxa fue un regalo tardío e inesperado para unos padres en edad de malcriar nietos. Ya de niña apuntaba maneras y cuando pasaba por delante de los relojes del Parque del Pasatiempo caía en trance. Creció a la vez que su atracción hacia esas 41 esferas que consiguió parar atrapando el tiempo que señalaban con sus agujas. Los primeros minutos que rescató se los regaló a una señora que pasaba por ahí. Enseguida se corrió la voz y pronto había más de ochocientas personas en la cola, en busca de horas, días e incluso años qué inyectar a sus apretadas vidas. La Parca también esperaba su turno para llevarse a Maruxa porque había usurpado un oficio de dioses y ella, que fue regalo tardío, inesperado y breve para sus padres, solo pudo ofrecerles los segundos que quedaron prendidos entre sus dedos para decirles adiós.

VIENTOS DEL NORTE






Todo empezó con un simple comentario “podíamos hacer una quedada” Dicho y hecho, no estábamos todos los que eramos, pero eramos todos los que estábamos. Y fue, en “El Batán del Molino” un antiguo molino del siglo XI, que a decir de la dueña, había sido construido por monjes, tal vez esa era la razón por la que conseguí dormir como una niña en paz durante el fin de semana o quizá por esas sábanas blancas de algodón con primorosos remiendos que han guardado el sueño de muchos huéspedes. Lo cierto es que los astros se alinearon para disfrutar de un fin de semana digno de recordar. Bajo una esmerada organización por parte de Rubén y una cuidada intendencia dirigida por Belén, dimos buena cuenta de las ricas viandas traídas para la ocasión, donde no faltaron los bizcochos caseros de nuestras improvisadas reposteras, Toña, Belén y Marta, ni el jamón de Maria Jesús, y nos quedamos con las ganas de escuchar a Alberto tocar su nuevo piano de cola. Degustamos los vinos de Arlanza en una cata con maridaje en compañía de “los barnizados” que se apropiaron de la guía y de las sillas. Disfrutamos del desfiladero de la Yecla aún arriesgando el móvil de Marta para inmortalizar el momento. Saboreamos Lerma, sus miradores recitados por Zorrilla y sus pasadizos presididos por el Duque de Lerma que intentó convencernos de que era una pobre víctima, sin conseguirlo y rematamos la jornada en el Territorio Arlanza, que abrió los ojos de Juan a las infinitas posibilidades de realizar un Territorio Jorakaño y convencer a Vicente de que “El Pascualín” se les había quedado pequeño. Covarrubias nos esperaba el domingo, con sus calles y plazas y su magnífica Colegiata que nos enseñó un joven con cara de ángel, voz de haber rezado mil rosarios y zapatos de cura. Rematamos el encuentro con una magnífica comida en “Galin” donde no faltó la olla podrida y las morcillas. Ni los 3000 pasos que separaban a Marta de María Jesús, ni el talante “cañero” de Andrés que no pasó ni una en el “Tabú”, ni la afonía de Rubén, consiguieron perturbar lo más mínimo un encuentro donde reinó el cariño, el buen rollito y donde, una vez más, pudimos comprobar que esos lazos que nos unen desde la infancia siguen siendo tan fuertes como los vientos del norte que cantamos a voz en grito junto con Nando Agüeros, coronando el encuentro.


LÁGRIMAS VERDES





Las primeras gotas del rocío le salpican en los ojos y se despierta armando tal escandalera que los luganos huyen en desbandada. Ha dormido tantas lunas que su gorro se ha cubierto de musgo y sus polainas de hiedra. Se atusa mirando su reflejo en la charca de las ranas y se sacude la chaqueta para quitarle el olor a hierba recién cortada. Con un trébol de cuatro hojas en la solapa, avanza decidido hacia el claro del bosque desde el que se divisa la aldea y tras rascarse con fruición sus orejas puntiagudas suspira porque, por fin hoy, ella se unirá a él para siempre. Mientras la espera, se mimetiza en un arbusto y después en un sauce bajo el que, unas mujeres hacen la colada. Las escucha hablar de la hija del furtivo, cuentan que ha acabado en un manicomio porque le dijo a todo el mundo que en el bosque habitaba un duende que la amaba. El agua se vuelve verde y las lavanderas huyen despavoridas. El sauce que les daba sombra ahora llora, a través de sus hojas, lágrimas verdes.