EL SUSURRO DEL DUENDE (9ª entrega)

Ilsutración: SpOiLeDo

El día amaneció despejado y la luz que entraba a través de los visillos anunciaba un soleado día de primavera.

Laura abrió los ojos y permaneció largo tiempo en la cama disfrutando de los primeros rayos de sol acariciando su cara mientras que el silencio acariciaba su alma.

Le gustaba respirar el olor y el frescor de las mañanas, arrebujada entre las sábanas, evocando los despertares de su infancia en Loya, el olor a leña quemada, a piedra mojada y a leche recién ordeñada. Trajo a su memoria las excursiones al bosque, los amigos, Roberto, las tardes de lluvia refugiados en los pajares compartiendo confidencias, las salidas nocturnas y clandestinas al abrigo de la oscuridad, las historias de miedo contadas al calor de la hoguera. La fuerza de los momentos vividos convirtió los años de ausencia en un segundo.

- Mamá ¿dónde están mis botas? – preguntó Diana a medio vestirse desde la puerta con la camiseta puesta del revés.

Laura se estiró remolonamente en la cama dando por terminada la deliciosa pereza matutina.

Estaban terminando de desayunar cuando Roberto asomó por el cuarteron de la puerta - ¡¡Pero todavía así!! ¡¡Vamos que las hadas no esperan por nadie!!-

Cogieron sus mochilas y sus palos y se pusieron en marcha.


–Os voy a llevar al bosque de Cerezaledo, un lugar mágico donde todo está encantado, sus árboles, sus piedras, hasta el agua del riachuelo que lo recorre. Dicen que quien bebe de ella se queda por siempre a vivir en el bosque. – les informó Roberto.

-¿Está muy lejos?- preguntó Diana.

-Un poco – contestó Roberto – todos los lugares mágicos están escondidos y a salvo de las miradas de los curiosos.

Caminaban despacio, parándose ante distintos ejemplares de flores y árboles, que Roberto iba mostrándoles, escuchando los cantos de los pájaros y disfrutando del paisaje, por eso cuando él les anunció que ya habían llegado, tuvieron la sensación de que no estaba tan lejos. No sabían que hora era ni cuanto tiempo habían tardado en llegar, - aquí no te hace falta reloj – le había dicho Roberto a Laura al salir de casa mientras se lo quitaba de su muñeca.

El bosque de Cerezaledo era sin duda un lugar mágico, sus árboles se abrazaban entre ellos a través de sus ramas, su suelo era una alfombra de hierba tan tupida y mullida que invitaba a andar descalzo, su paisaje salpicado de rocas vestidas de musgo convivía con multitud de acebos de hojas limpias y brillantes. Se pararon en un claro del bosque, a la orilla de un riachuelo, que bajaba de la montaña cargado de agua. El paraje era de tal belleza que Laura sintió un respingo recorriendo su piel.

Diana se mordía nerviosamente las uñas, y lanzaba risitas entrecortadas hasta que por fin dijo:


- Está lleno de hadas, ¿me acerco, Mamá? –

Roberto se adelantó a la repuesta de Laura y empujando suavemente a Diana hacia el riachuelo le dijo: -vete a jugar con ellas, pero no las asustes -

Laura contemplaba como su hija se acercaba tímidamente al arroyo. Estaba confusa, por un lado le parecía absurdo invitarla a que creyera en la existencia de hadas y duendes, alimentando esta fantasía inútilmente y por otro lado, algo en su interior le invitaba a permitir que Diana se mostrara como realmente era.

Sin perder de vista a Diana le preguntó a Roberto:

- Dime una cosa, ¿tu realmente crees en las hadas y en los duendes? -


(Continuará)

UN NUEVO MICRORRELATO


Aqui me teneis de nuevo, con un nuevo microrrelato seleccionado. Las palabras de este mes son
Juicio, Bufete, Ventanilla, Conjunto y Esponja. Espero que os guste, y que gane el mejor, que seguro será otro.


ÚNICO TESTIGO


“Estaré de vuelta para el juicio” me dijiste bajando la ventanilla al partir y yo te creí, con la fe ciega del que le va la vida en ello. Mis compañeros del bufete, me han dado la espalda, se han dejado llevar por el delirio colectivo, empapándose como si fueran esponjas del conjunto de mentiras vertidas por la prensa canallesca. La oscura sombra de la culpa respira en mi nuca y hasta confunde mi inocencia. Tu eras la única que podía destruir el maleficio de estar en el lugar y hora equivocada, tu eras la única oportunidad de probar que yo no mate a esa niña. Protegiendo mi rostro de las iras del pueblo, llego a la Sala como el condenado se acerca al patíbulo. Qué distinto es el banquillo cuando te sientas en él. Qué devastadora la sed de justicia. Qué desoladora tu ausencia.

EL SUSURRO DEL DUENDE (8ª entrega)

Mylena Aquitanie

- Me he exiliado del mundo y me he venido a vivir aquí – contestó Roberto - He rehabilitado la casa de mi abuela y he vuelto al hogar.........¡Que te parece! Cuando Dori me dijo ayer que venías este fin de semana, flipé ....... te veo muy bien...........eso es que no te ha tratado mal la vida –

Diana apareció igual que había desaparecido, con dos luciérnagas en su mano.

- Mira mamá, detrás de esa cuadra hay un montón como éstas ¿sabes que las luciérnagas son las linternas de los duendes? –

Roberto levantó las cejas sorprendido y divertido por las palabras de la niña. –Así que tu eres Diana –

- y tu ¿quién eres? – respondió la niña. El se puso en cuclillas frente a ella y le dijo – soy un amigo de tu mamá y de las hadas y duendes que viven aquí –

- ¡¡En serio!!!! exclamó Diana fascinada.

- En serio- contestó Roberto contemplando encantado a la niña.

-¿Por qué no entramos en casa? Está empezando a hacer frío – interrumpió Laura, encogiendo sus hombros y frotándose los brazos. - Roberto ¿por qué no cenas con nosotras?-

- ¿me dejas cenar en tu casa? preguntó Roberto a Diana.

- ¡Vale! Y me cuentas cosas de las hadas y de los duendes –

-Hecho – contestó Roberto ofreciendo su mano a Diana para entrar en casa.

-Tienes una casa estupenda – dijo él cogiendo unos cuantos troncos de leña para echarlos al fuego- Dori tenía que irse hoy a Gijón y me pidió que te encendiera la chimenea y se me ocurrió, que después de un viaje tan largo, sería reconfortante encontrarse la cena hecha. – apuntó Roberto señalando el plato con la tortilla y el queso.

-¿Así que has sido tu? ¡que detallazo! – respondió Laura.

- Y además con huevos de las mis gallinas – dijo él utilizando los giros lingüísticos de la zona.

Regaron la cena con una buena botella de vino y con un montón de cosas que contarse. Se habían perdido la pista cuando entraron en la Universidad, Roberto consiguió una beca para estudiar Biología en una Universidad americana. De California saltó a Canadá y no había vuelto a Loya hasta hacía dos años, cuando falleció su madre.

- Fue como reencontrarme de nuevo, se despertó en mí una necesidad de volver a mis raíces, a mi esencia, de rodearme de mi gente. A pesar de que en Toronto, tenía mi vida hecha, un buen trabajo y una buena posición social, nada me retenía allí. Me había divorciado hacía unos años, no había tenido hijos y pensé que nadie me esperaba allí, así que tras el entierro volví a Canadá, vendí mi casa, liquidé todo lo que tenía por allí, incluido el trabajo y desde hace seis meses soy vecino de este olvidado lugar - Roberto remató su relato levantando su copa en señal de brindis.

- Permíteme la indiscreción – apuntó Laura – pero en este sitio alejado del mundo ¿quién te espera? –

- Los recuerdos – contestó Roberto tras unos instantes de reflexión.

- Veo que sigues usando el mismo estilo directo al objetivo que yo conocí- apuntó él – Yo, en cambio, sí se de ti, me han puesto al día los lugareños: abogada consolidada con despacho propio, ¿felizmente casada? con un economista de alta alcurnia y con una hija preciosa –

- ¿Cuándo me vas a hablar de los duendes y de las hadas que viven aquí? – protestó Diana

Laura intervino recordándole a Diana que ya era muy tarde y tenía que irse a la cama.

- Tienes razón – reconoció Roberto, contestando a Diana – vamos a hacer una cosa mejor, mañana te voy a llevar a un sitio del bosque donde viven un montón de duendes y hadas ¿vale?

Mientras Laura acostaba a Diana, Roberto reavivó el fuego y preparó unas infusiones de hierbas locales. Cuando Laura volvió, las tazas humeantes esperaban en una mesa baja frente a la chimenea.

- No has contestado a mi pregunta – dijo él, poniendo azúcar en su infusión.

Ella fingió cara de sorpresa - ¿qué pregunta?-

- Sabes perfectamente a que pregunta me refiero – aclaró él.

- No estoy ni feliz ni infelizmente casada, simplemente no estoy casada – respondió ella – así que tus fuentes no son tan fidedignas como tu creías -

- De acuerdo, rectifico mi pregunta ¿felizmente emparejada? – insistió Roberto.

- ¿Por qué te interesa tanto? – preguntó ella con una mirada expectante.

- "mis fuentes” esas a las que tu no das ninguna credibilidad, dicen que a tu pareja, casi no se le ve el pelo por aquí y cuando viene hace la visita del médico y no se relaciona con nadie, no se Laura, un tío así no me pega a tu lado.

- ¿ ah no? y ¿qué tío pega a mi lado? preguntó Laura socarronamente.

- Un tío como yo, por ejemplo – dijo Roberto sonriendo y guiñándole un ojo.

(Continuará)

ASI NO SE PUEDE

Foto: Sicoactiva

Siempre he mantenido que los días lluviosos de invierno tenían un encanto especial. Retiro lo dicho. Estoy hasta la peineta de la lluvia, la nieve y los vientos de este invierno.

Esta mañana sin ir más lejos. un viento huracanado me empuja implacablemente por detrás y me hace avanzar forzosamente más deprisa, mirando de reojo a ambos lados por si un tiesto mal colocado cae al vacío y me encuentra. Llego a mi cita como una mujer orquesta, maletín en una mano, bolso en el brazo contrario, paraguas alternativamente en la mano que tengo libre. Suena el móvil, necesito otra mano más para cogerlo. Ya llamará más tarde, mi imagen se refleja en un escaparate y compruebo con estupor que mi pelo está tan de punta que parece que he metido los dedos en un enchufe.

Yo creo que la crisis también ha llegado a las fuerzas de la naturaleza y los cielos no paran de llorar por los parados, por las empresas que cierran y por la subida de impuestos. Se han quedado helados por la ineptitud de nuestros gobernantes y sus lágrimas se convierten en nieve. Los cielos resoplan enfadados viendo el panorama, y rompen nuestros paraguas y hacen volar nuestros sombreros, para demostrar su mal humor.

Si el viento se llevara lejos esta miseria que nos envuelve y la lluvia nos limpiara del mal fario que nos persigue.................. a lo mejor empezábamos a salir de la crisis, ¡ah, no!.........que nos quedan los gobernantes!!!! ¡¡¡si es que así no se puede!!!!.

EL SUSURRO DEL DUENDE (7ª entrega)


Ilustración: Diario de Dinorah

Estaba anocheciendo cuando Laura y Diana llegaron a Loya, dispuestas a vivir un fin de semana diferente, lejos de Madrid y de su agitada vida. Laura paró el coche enfrente de la casa de piedra que años atrás había pertenecido a un indiano y que ella había comprado a los descendientes del adinerado emigrante, que se habían pulido, poco a poco, la gran fortuna de su antecesor.

El cielo estaba insultantemente estrellado y una inmensa luna llena iluminaba las montañas, realzándolas de tal manera que no parecían reales, sino recortadas de una postal.

Laura respiró profundamente como si pretendiera absorber en un instante toda la calma que flotaba en el ambiente. Siempre que llegaba a Loya, se sentía distinta, hechizada por esas montañas, por ese aire limpio, por esos bosques de hayas y robles, por esas aguas de manantial que pujaban por salir por todos los rincones.

Estiró los brazos hacía el cielo para impregnarse toda ella del nuevo escenario, mientras Diana jugueteaba con un perro que se había acercado a recibirlas. La llave estaba en la puerta, la chimenea del salón estaba encendida y una pequeña lamparita iluminaba tenuemente la estancia, invitando a tomar posesión de ella. Encima de la mesa del comedor había un plato con una suculenta tortilla de patata y un pequeño queso artesano a su lado.

- Dori es una joya, está en todo – dijo para sí Laura. Dori era una lugareña que le cuidaba la casa, la limpiaba y la mantenía a punto para que siempre pareciera habitada.

Salió a buscar a Diana y no la vio, le pasaba muy a menudo en Loya, era como si su hija se mimetizara con el entorno y se perdiera en él. Descansó la vista de nuevo en las montañas, en las luces de las casas de piedra que formaban el pueblo y abandonó su oído al ruido del agua y al canto oculto y cercano de la lechuza.

Iba a llamar a Diana cuando un ruido de pasos que se acercaban capturó su atención. No conseguía ver quien era, el camino estaba en penumbra, pero poco a poco la sombra andante iba tomando forma. Le pareció que era.............no, no, no podía ser él, el caso es que parecía ............no, no, hacía tantos años que no le veía .................. , no había vuelto a saber nada de él, era como si se lo hubiera tragado la tierra, pero............ ese andar tan característico, no podía ser otro.

Seguía teniendo la misma mirada de niño travieso, la larga y negra cabellera rizada que lucía con veinte años, se había convertido en una discreta y corta melena blanca que le daba una apariencia de serena madurez intelectual. El paso de los años le había aportado prestancia y unas cuantas arrugas, pero ni una ni otras impedían reconocerle al primer golpe de vista.

- ¡No me lo puedo creer! Roberto, pero si pensé que te habías exiliado de este planeta! - dijo Laura al tiempo que se fusionaba en un fuerte abrazo con él. Eran amigos inseparables desde la infancia, Loya era su punto de encuentro en el verano y el escenario de momentos inolvidables que forjaron invisibles y fuertes lazos que no podían deshacer ni el tiempo ni la distancia.

(Continuará)

¡¡¡ HASTA SIEMPRE !!!


Nunca antes la cancha estuvo tan vacía. Nunca antes se respiró tanto dolor en ella. Diego se fue, no sin antes, luchar como nos tenía acostumbrados, aunque esta vez si que le fue la vida en ello.

Pasos: los que les llevaron a hacer entre todos, poco a poco, un gran equipo. Dobles: los lazos que se fueron creando entre ellos a fuerza de entrenar y crecer juntos. Falta antideportiva al destino que se saltó las reglas del juego y técnica para la parca que se lo llevó cuando aún le quedaban muchos partidos por jugar.

No hay consuelo cuando no hay remedio, pero nos dejó su recuerdo y seguirá estando entre nosotros porque siempre ocupará un sitio en nuestros corazones.


Hoy la canasta llora su pérdida, el balón siente su ausencia y su equipo le busca mirando al cielo para decirle:


¡¡¡ Hasta Siempre, Diego !!!

EL METRO PATRÓN

Gonchoa

Mi hijo se siente orgulloso de saber lo que es el metro patrón y a pesar del frío de la noche se empeña en recitarme su definición a la intemperie mientras su amigo Carletes le apostilla.

Para ellos, la cosa está muy clara, para mi cada vez menos. A pesar de que los físicos se empeñaran en tomar como medida una barra de aleación de platino e iridio celosamente guardada en la Oficina Internacional de Pesas y Medidas de París, lo de las medidas tiene su aquel.

Nunca me han gustado ni las barras ni las varas de medir, porque a fuerza de imponer sus mediciones, se incurren en vicios como medir lo que damos y no lo que recibimos.

Después calibraron el metro patrón en términos de longitud de onda ¡mas difícil todavía! Y siguieron comprobando la inexactitud de la medición: Un traje a medida para ti, puede ser un sayo para mi. Mi sentido de la justa medida puede ser para ti una caótica desproporción.

Por último los expertos decidieron definir el metro como la longitud de la trayectoria recorrida por la luz en el vacío durante un intervalo de tiempo de 1/299,792,458 de segundo y yo por mi parte, decido tirar la toalla porque su discernimiento excede de la medida de mis posibilidades.


Al fin y al cabo, la medida no lo es todo, creo que podré vivir sin poder recitar lo que es un metro, y sino siempre podré echar mano de Carletes y Pedro para que me lo recuerden.

EL SUSURRO DEL DUENDE (6ª entrega)

Ilustracion: Heart Industry

Laura estaba ultimando el juicio del día siguiente cuando su socio asomó la cabeza por la puerta de su despacho. -Ya ha llegado nuestro hombre misterioso, ¿podemos reunirnos aquí? la sala de juntas está ocupada- preguntó Esteban.

- Está bien- contestó Laura con más resignación que aceptación. El despacho de Esteban, aunque era más grande que el suyo, y disponía también de una mesa de juntas, nunca se podía utilizar, siempre estaba lleno de montoncitos de papeles por todos los rincones, por las sillas, por el suelo, por las mesas....... y Laura no solía tener inconveniente para reunirse en su despacho, aunque en esta ocasión, sin saber porqué, no le hacía ninguna gracia.

Arturo Hidalgo era un hombre apuesto, viviendo la cincuentena, impecablemente vestido con un traje de alpaca gris a juego con su pelo y con una mirada gélida. Entró en el despacho acompañado de Esteban y Laura tuvo la sensación de que, en cuestión de segundos, hizo la ficha completa de donde estaba, sus ojos pasaban rápidamente de los cuadros de la pared a los libros de la estantería, de la estantería a la mesa, de la mesa a los ventanales, de los ventanales a los libros, de los libros a la foto de Diana y ahí se detuvieron durante unos segundos, que parecieron horas. Un escalofrío recorrió la espalda de Laura que se acercó a Arturo para captar su atención y desviarla de la imagen de su hija.

- Soy Laura Semprum, socia de Esteban Herrera, encantada – le dijo ofreciéndole estrechar su mano. Arturo contestó a su saludo acercando la mano de Laura a su boca como si fuera a besarla, y pronunció fríamente – el gusto es mío -

Tomaron asiento alrededor de la mesa y Esteban tomó la palabra intentando distender el ambiente, pretendiendo el acercamiento del cliente, sin conseguirlo. Laura hacía auténticos esfuerzos por resultar amable pero todo se mostraba muy forzado y Arturo Hidalgo contestaba educadamente a las preguntas de cortesía que le realizaban, sin perder de vista el marco con la foto de Diana.

Laura decidió ir directamente al grano: - y díganos ¿En que podemos ayudarle? -

Arturo, echó mano de un maletín negro que le acompañaba y sacó una documentación que puso enfrente de él. – La cuestión es bien sencilla – empezó a decir- Voy a ausentarme unos meses de España y necesito que durante mi ausencia, un equipo de expertos actúen en mi nombre y lleven a cabo una serie de operaciones de cierta magnitud, como la venta de una de mis empresas que es una Promotora Inmobiliaria. Es una empresa solvente, con una economía muy saneada.-

Arturo observaba atentamente las reacciones de Laura y Esteban ante sus palabras y prosiguió diciendo – Pensarán ustedes que cómo siendo una empresa rentable, la vendo, pues, muy sencillo, quiero iniciar negocios en Bahamas y necesito una inversión inicial fuerte que puedo conseguir con la venta de esa empresa.-

Laura le interrumpió – Discúlpeme, lo que yo pienso, es porqué nos lo encarga a nosotros y no se queda usted en España hasta que la venda –

Esteban la fusiló con la mirada, no obstante Arturo le contestó – Los acontecimientos se han precipitado en Bahamas y no puedo esperar a rematar la operación para marcharme –

Laura insistió – y ¿por qué nosotros? ¡¡¡si no nos conoce de nada ¡!! –

Esteban decidió tomar cartas en el asunto, antes de que su socia espantara al cliente definitivamente, pero éste se le adelantó: - les he elegido a ustedes porque tengo muy buenas referencias suyas,–

- De los Cantalapiedra ¿no? - preguntó sarcásticamente Laura.

Arturo reaccionó serenamente diciendo:- Un amigo común me dijo que Jesús Cantalapiedra no movía un dedo sin antes consultarles a ustedes y eso es mi máxima garantía.-

Laura iba a preguntarle como se llamaba el amigo en común, pero no tuvo oportunidad, Esteban le dio un pisotón por debajo la mesa, obligándola a callarse.

Arturo le extendió un documento Notarial a Esteban, diciendo: - les he hecho este poder a nombre de ustedes dos para que hagan y deshagan como si yo mismo fuera- Se buscó en el bolsillo interior de la chaqueta y extrajo una tarjeta que también entregó a Esteban: -aquí tienen mis teléfonos, recibirán instrucciones mías muy pronto -

Por último, Arturo sacó del maletín un sobre que dejó encima de la mesa y levantándose dijo: - les dejo un adelanto para que vayan haciendo frente a gastos-

Cuando ya estaba en la puerta, volvió a reparar en la foto de Diana y dirigiéndose a Laura le preguntó - ¿su hija? - Laura afirmó temerosamente con la cabeza, -Una niña especial – afirmó Arturo estrechando la mano de Laura, que no supo que contestar a esa observación.

Laura sentía un nudo en el estómago, no le gustaba nada ese tipo y que se hubiera fijado en Diana le intranquilizaba sobremanera.

Esteban regresó como una bala tras acompañar a la puerta a Arturo Hidalgo y cerró la puerta tras de sí con mucho ímpetu.

- ¿Qué te pasa? – le reprochó a Laura – te has comportado groseramente-

- No quiero el caso- respondió ella- no me fío ni un pelo de este tío –

Esteban se acercó a la mesa, tomó el sobre que había dejado Arturo, miró en su interior, contó los billetes que había dentro y miró atónito a Laura.

- Ha dejado 100.000 € - dijo sin poder reponerse de la sorpresa.

(Continuará)

EL CAMINO

Brandeis Special Colections

La tarde derivó en el Camino de Santiago, que dio de sí lo suficiente como para servir de nuevo pretexto para organizar futura excursión y para matar el frío al calor de la amistad y de una taza de café.

Entre el “No me atrae nada” de Beatriz, y el “me apetece mucho” de Paco, se desplegó el “porqué no” de Pedro y Loli y se apuntó como “asignatura pendiente” para Petri y para mí.

Mis razones son espirituales, que no religiosas, y aún a riesgo de ser peyorativamente tachada de “iluminada” (¡ójala que lo fuera!) me propongo clarificar mi interés en él.

El Camino es la metáfora de la vida. El Reino de los Cielos reflejado en la tierra, arriba es la Vía Láctea, abajo el Camino de Santiago.

Es la ruta de la introspección y del recogimiento. Es el camino hacia dentro, el que llega a nuestro corazón, el que puede enseñarnos que somos mucho mas de lo que sentimos e infinitamente más de lo que vemos.

El camino esta lleno de penalidades, porque para alcanzar la luz has tenido antes que respirar la sombra, pero también esta lleno de señales, iglesias templarias cargadas de mensajes esotéricos que te indican el sentido del camino, el sentido de vivir.

La energía que despliega el camino hacia el corazón está cargada de solidaridad y de buenos sentimientos, y es que el Reino de los Cielos está dentro de nosotros mismos, lo trabajoso es llegar a él.

Todo este despliegue de espiritualidad no está en absoluto reñido ni con un buen cocido maragato ni con el componente lúdico de cualquier excursión con amigos.

Beatriz ¿he despertado tu interés o por el contrario he reforzado tu decisión de no hacerlo?

EL SUSURRO DEL DUENDE (5ª entrega)

Ilustración: CPGXK

Chelo siempre llegaba a la puerta del colegio de Diana antes de que la abrieran, decía que no quería que la tuviera que esperar, aunque realmente lo que no quería es que sintiera que la habían abandonado, como le llevaba ocurriendo a ella toda la vida.

Abandonada a la puerta del hospicio, abandonada en el altar con un hijo en sus entrañas, abandonada después por el hombre que accedió a casarse con ella y hacerse cargo del hijo de otro, abandonada por sus dos hijos, que sólo recurrían a ella cuando estaban en apuros y necesitaban dinero, abandonada por la fortuna......la vida de Chelo se resumía en un cúmulo de abandonos y penalidades. En esta familia había encontrado cariño y respeto, dos cualidades desconocidas hasta entonces para ella.

Accedió al patio del colegio en cuanto abrieron la puerta y se acercó a la fila de Diana a la espera de que Nati, su profesora, se la entregara. Diana salió de la fila cuando Nati se lo permitió con un gesto y ya se alejaba de la mano de Chelo, cuando la profesora le llamo y le dijo: - Acuérdate de entregar la nota que te he dado para tus padres – momento en que intervino Chelo : - Señorita, y ¿esa nota? ¿pa´que es?- Para concertar una entrevista con sus padres- dijo Nati mirando a Diana y justificando con esa mirada la parquedad de su respuesta.

Chelo no se dio por enterada y siguió insistiendo – pero ¿le pasa algo a la chica? – Nati se dio cuenta de que no iba a tener más remedio que decirle algo, y le respondió – Diana es una niña especial y no siempre es entendida por sus compañeros, por eso quiero hablar con sus padres, no le puedo adelantar más -.

Ya en la calle, Chelo lanzaba miradas inquisitivas a Diana, hasta que finalmente se arrancó a preguntarle: -¿ca´ has hecho esta vez?- -Nada- respondió la niña abriendo unos enormes ojos de sorpresa y encogiendo los hombros – No he hecho nada-

Caminaban por la acera, cuando a la vuelta de la esquina se toparon con él.

-Pasa, vieja, cuanto tiempo ¿no?- Jonathan, el hijo mayor de Chelo, acababa de aparecer tras meses sin dar señales de vida.

Chelo apretó la mano de Diana y la atrajo hacia ella -¿Pa´que has vuelto? No tengo na´, asin que ya te estás marchando – le contestó a su hijo, haciéndole a un lado y acelerando el paso.

- Bueno, tampoco hay que ponerse así- respondió Jonathan con voz nasal y mirada inestable, mientras su madre se alejaba. Su cerebro maltratado por las drogas funcionaba con efectos retardados, y tardó una eternidad en desperezar su lengua y acertar a gritar: - Espera vieja que voy contigo -

Chelo se dio la vuelta con furia y a unos metros de distancia señalándole con el dedo le increpó:

- Como vengas te ehtampo, asin que ya te estás yendo por donde has venio -

Como si el dedo de su madre le hubiera paralizado, Jonathan permaneció inmóvil en la acera, mientras su madre y Diana seguían alejándose a paso ligero.

Diana iba hablando con su amigo invisible y Chelo miraba constantemente hacía atrás para cerciorarse de que Jonathan no las seguía. Cuando por fin tomaron otra calle y le perdieron de vista, Chelo aflojó el paso y sus ojos descargaron la tensión llenándose de lágrimas. No sabía qué decirle a Diana y cuando por fin abrió la boca para darle una explicación, la niña se le adelantó diciendo: - No llores, Chelo, Oliver dice que es tu hijo y que acabará en la cárcel, pero yo no le creo, de verdad – y arrimó su cara a la mano de su niñera.

La barbilla de Chelo temblaba intentando contener el llanto, finalmente sorbió sonoramente la mucosidad de su nariz, se limpió los ojos con el dorso de las manos y dijo: - vámonos pa casa que te voy a preparar una solpresa pa´merendar –

(Continuará)

CUÉNTAMELO OTRA VEZ

Dibujo: Naupila



Para Ana



Parece que fue ayer, cuando te pusieron en mi regazo y esos inmensos ojos oscuros que te acompañan me encontraron por primera vez y me capturaron para siempre..

He aprendido contigo más de lo que te he podido enseñar, no en vano nos estrenamos juntas, tu como hija y yo como madre.

Eras una niña pizpireta y despierta, abonada al color rosa y al “mamón” serrano que pedía oír una y otra vez las historias que le despertaban interés, “cuéntamelo otra vez” me decías. Guardo en mi corazón momentos inolvidables de tu infancia, tus besos, tus abrazos, tus gracietas, que eran muchas, como cuando te explicaba como funcionaba algo y me respondías : ¡que difacil!! Nunca supe traducir si te resultaba fácil o difícil.

Casi sin darme cuenta te has convertido en una mujer. Has llegado a tus ansiados dieciocho años, y aunque nada ha cambiado, un abanico de posibilidades, llamado vida se abre ante ti . No le tengas miedo, sólo respeto.

Tu vida será tan “difacil” como tu quieras. Siempre has pisado fuerte y has tenido las cosas muy claras, “Ana no guta, Ana no come” decías en la guardería sellando inexorablemente tu boca. No pierdas esa cualidad, tan solo mejórala, mira bien donde pisas y avanza sin pisar a nadie.

Nunca pierdas tu risa, ni permitas que otros te marquen con qué y como tienes que reírte. Cuando intentamos gustar a todos, dejamos de gustarnos a nosotros mismos.

Tienes madera para ser lo que desees y llegar a donde te propongas. No consientas que la vida pase por delante sin exprimirla hasta que suelte todo su jugo, es hora de convertir ese proyecto de gran mujer que eres, en una realidad.

Solo aspiro a oír, algún día, de tus labios que has llegado adonde querías, que te aceptas y te gustas como eres y entonces yo te diré: Cuéntamelo otra vez.


¡¡¡¡¡ Feliz Cumpleaños!!!

EL SUSURRO DEL DUENDE (4ª entrega)

Imagen: PaparuchaS

La jornada transcurría como cualquier otro día, el teléfono no paraba de sonar, Laura interrumpía constantemente la preparación del juicio del día siguiente, para atender las incidencias que iban surgiendo y volvía impenitentemente a retomar la tarea, esta vez era el móvil el que reclamaba su atención.

-Hola, cariño, ¿cómo llevas la mañana? – preguntaba Luis a través del teléfono con un tono tan cálido que a Laura le sorprendió.

- Movidita, como siempre – respondió ella preguntando a la vez - ¿y tu?

- Liado, también, pero te llamo por si podemos quedar a comer hoy – Laura se sorprendió de la proposición, nunca comían juntos entre semana, sus respectivos lugares de trabajo estaban tan alejados y sus agendas tan apretadas, que era una posibilidad nunca contemplada.

- Tengo una reunión a primera hora de la tarde.....pero,....... ¡si nunca comemos juntos! ¿por qué hoy? ¡qué pasa Luis?- respondió ella –

El empezó vacilante a explicarle el motivo: - Mira Laura, reconozco que ayer me pasé, pero es que me sacan de mis casillas las fantasías de Diana, se que tu no tienes la culpa...........pero tal vez si fuéramos un poco más duros con ella en este tema, terminábamos con estas tonterías en dos días..... lamento haberme pasado.... sólo quería decirte que lo siento. –

- ¿Laura? ¿me oyes? -

Ella contestó al cabo de unos segundos: -Si, si, te oigo, pero yo no tengo tan claro que sea bueno acabar con sus fantasías............. no se Luis............. , si te parece hablamos esta noche, tranquilamente......... Una cosa.......estaba pensando en que nos podíamos ir este fin de semana a Loya con Diana ¿qué te parece? . -

El silencio se produjo en esta ocasión al otro lado - ¿A Loya? ¿este fin de semana? Un poco precipitado ¿no crees? , yo este Viernes tengo una cena de trabajo, ¿por qué no lo dejamos para más adelante?-

-Estoy muy cansada, Luis, necesito salir de aquí, ¿te importa si me voy yo con la niña? –

- En absoluto, así avanzo yo trabajo el fin de semana, le puedo dar un empujón al proyecto que tengo entre manos. –

El teléfono fijo de Laura volvía a sonar de nuevo – Te dejo, que tengo una llamada, un beso –

Cada vez que ella estaba a punto de tirar la toalla, aparecía él desplegando sus dotes de seductor y haciendo que las aguas volvieran a su cauce. Luis era capaz de comportarse como un villano y parecer el hombre más mezquino de la tierra para instantes después transformarse en un gentilhombre, derrochando el porte, nobleza y ternura necesaria para que cualquier mujer sucumbiera a sus encantos.

(Continuará)

QUISIERA CONTARTE III


QUISIERA CONTARTE que en ocasiones me nacen alas y vuelo hasta tocar el cielo.

QUISIERA CONTARTE que otras veces unas ruedas de molino atrapan mis pies y me impiden moverme.

QUISIERA CONTARTE que procuro andar por el sendero que yo elijo, no por el que me marcan.

QUISIERA CONTARTE que caminar con el viento a mi favor me hace llegar tan rápido que no me deja disfrutar del recorrido.

QUISIERA CONTARTE que nado contra corriente cuando creo que la orilla no está donde todos se dirigen.

QUISIERA CONTARTE que hago palabras mis emociones para no perderlas de vista.

QUISIERA CONTARTE que cada vez que te cuento la parte de mi cuento que cuenta lo que soy y lo que siento, cuento contigo para que así lo entiendas y tengas en cuenta que mi cuento es la palabra contada de un sentimiento.

EL SUSURRO DEL DUENDE (3ª entrega)

Ilustración: Sara Al-Mudhaf



Los semáforos no estaban de su parte esa mañana. Todos le habían tocado en rojo. El tráfico era más denso que otros días y los coches atrapados en el atasco, intentaban inútilmente avanzar, cambiando de carril, desgañitándose a través de sus bocinas cuando comprobaban que habían ido a parar al más lento.

No sabía porque extraña razón, estar atrapada en un atasco le producía tal estado de ansiedad. Laura había vivido siempre en Madrid, estaba acostumbrada al barullo y a las aglomeraciones, pero cada día lo soportaba peor. Intentó convencerse de que no pasaba nada si llegaba tarde al despacho, al fin y al cabo ella era la titular junto con Esteban Herrera, un abogado sesentón, de vuelta de todo, capaz de disfrutar aún de la profesión y con el que llevaba compartiendo despacho y vivencias casi una década.

Era capaz de mantener a raya el stress de vivir sometida a unos implacables plazos procesales, y de nadar entre tiburones diariamente, pero en cambio perdía los nervios ante un simple atasco. Pensó que tal vez sería buena idea irse el fin de semana a la montaña y cambiar de aires.

Saludo a Damián, el portero de la finca, que le esperaba como todos los días para entregarle el correo y tomó el ascensor rumbo a la jungla de papeles y conflictos que le esperaban en su mesa.

Entró como un relámpago, diciendo –Buenos días a todos- mientras trotaba hacía su despacho, al fondo del pasillo.

Varias obras de pintura abstracta de artistas noveles cubrían las paredes, tan sólo un pequeño rincón escondido del despacho exhibía sus títulos profesionales. Dos grandes ventanales y varias plantas con ambiciones de alcanzar el techo, convivían pacíficamente con una pesada estantería cargada de tomos de jurisprudencia. En el centro, una pequeña mesa de reuniones invitaba al dialogo y a la confesión, y al fondo, la mesa de trabajo de Laura, siempre cubierta de papeles, sumida en un aparente caos bajo el que se escondía un invisible orden que le permitía saber donde estaba cada cosa en cada momento.

El resultado era una estancia agradable, incluso acogedora, dentro de lo acogedor que puede resultar el despacho de un abogado y sobre todo llena de vida.

No se había sentado todavía cuando entró Marga, su secretaria y le dio varios recados urgentes.

- Te ha llamado Cristina Rubio, que la llames, por favor, que dice que no le haces ni caso y que tiene novedades que contarte-

- Llamó Cesar López, que le llames, que es muy urgente, que necesita venir a verte porque su ex mujer no le deja ver a su hija. –

- Te ha llamado Natalia González, compañera tuya, sobre un juicio, que tenéis mañana, que la llames antes de las 11:00 porque se tiene que ir –

- También ha llamado Ricardo Gordón, preguntando como va su asunto –

-¿Y no ha llamado nadie diciendo que lo suyo puede esperar, que no nos preocupemos?- exclamó Esteban Herrera, desde el marco de la puerta.

Marga esbozó una media sonrisa sarcástica y no contestó, dejó los avisos en la mesa de Laura y salió del despacho cerrando la puerta.

- Mas vale que sobre que no que falte- dijo Esteban observando detenidamente el rostro de Laura – Tienes mala cara – prosiguió.

- Un atasco me ha chupado la poca energía que tenía esta mañana –

Laura pensaba seguir contándole que no soportaba la actitud de Luis con Diana, que estaba harta de tanto reproche, que se sentía tremendamente sola, que se pasaba la vida resolviendo los problemas de los demás y no era capaz de solucionar los propios, pero no lo hizo, tan sólo suspiró y señalando con el mentón a Esteban le invitó a que le contara el motivo de su visita.

- Hoy he quedado con un tal Arturo Hidalgo, que necesita nuestros servicios, pero no ha querido adelantarme por teléfono qué es lo que quiere, ante mi insistencia sólo me ha apuntado que es un trabajo que nos hará ganar mucho dinero.- Esteban hablaba con tono grave – Quiero que estés presente en esa reunión, no me ha gustado el tipo. Le pregunté como había dado con nosotros y me dijo que los Cantalapiedra nos recomendaron.-

- ¿y porque no llamas a los Cantalapiedra para que nos den referencias de él? – apuntó Laura.

- ya lo he hecho, y no le conocen- contestó Esteban.

(Continuará)

Y YA VAN CUATRO


Aquí estoy otra vez, seleccionada este mes también. Ya ni me molesto en olisquear el podium, ya me he acostumbrado a escribir sin perseguir las mieles del éxito. Me conformo con el reconocimiento de ser seleccionada. Las palabras de este mes eran: Europa, Mago, Absolución, Señalamiento y Cubo.

¡Que os guste!

ILUSION Y JUSTICIA


Siempre quise ser mago, pero mi padre me lo impidió porque decía no ser digno oficio para gentes de bien. Me hice abogado por imperativo familiar y una vez superado el miedo escénico de las primeras intervenciones en el estrado,empecé a descubrir que la magia estaba en todas partes, también en la justicia. Desde sacarme una prueba de la manga hasta convertir una condena en absolución, practiqué todo tipo de trucos. Aprovechaba cualquier señalamiento para mostrar mis dotes de ilusionista convirtiendo mi toga en una caja de sorpresas. De ella logré sacar, en una ocasión, hasta un cubo con el que obsequié a su Señoría, que dudaba entre aplaudirme o echarme de la Sala. Mi fama de Letrado llegó a todos los rincones de Europa y decidí abrir una Escuela donde enseño mi mejor truco: crear la ilusión de que la justicia funciona.