BURBUJAS

Oscar Albert Rius

Mis sueños son las burbujas que acarician el aire que respiro.

Mi presente, el regalo que abro cada día.

Mi pluma, la magia que respinga mi alma.

Mi espacio, el jardín secreto de mi recreo.

Mi equipaje, lo que he aprendido y lo que no.

Mi memoria, la caja de mis luces y mis sombras.

La palabra, compañera de lunas y fatigas …………

EL ESTIGMA DE LA TOGA

Liniers

Pertenezco a un gremio largamente vapuleado, maltratado y condenado por la literatura, la historia y la sabiduría popular, es raro que junto con un chiste de Lepe no te cuenten uno de abogados.

Que si no tenemos escrúpulos……que si sólo nos importa el dinero……que si no hay ninguno bueno…..y otras lindezas similares.

A aquellos que nos critican indiscriminadamente les invitaría a ponerse en nuestra piel, vestirse nuestra toga solo por un día y vivir experiencias únicas como la de repetir una y otra vez al cliente lo que debe de hacer y verle como hace justo lo contrario, culpándote de su suerte.

Comprobar cómo en décimas de segundos pasamos de residir en el cielo a quemarnos en el fuego del infierno, dependiendo del fallo de una sentencia.

Aguantar consultas que no terminan nunca porque el cliente vuelve una y otra vez a preguntar lo mismo, a ver si un día suena la flauta y finalmente le dices lo que lleva mucho tiempo queriendo oír.

Si ya sé que todos los oficios tienen su luz y su sombra, pero es que el nuestro cada día está más a oscuras, nos jubilamos a los 69 años, ¡quien pillara los 67!!!! (todo es relativo) …….nos meten todos los días demandas por negligencia profesional (es fácil, tan sólo necesitas una sentencia desfavorable para cargarte al abogado) y estamos tan perseguidos que un día, a nuestros hijos les va a dar vergüenza decir que su padre/madre es abogado y no exagero, que ya está pasando con los retoños de los controladores aéreos, y en su día pasó con los hijos de los Guardias Civiles en el País Vasco.

Con todo y con eso, cuando uno se encuentra en un aprieto corre a ponerse en manos de uno de esos seres infectos y despreciables que se hacen llamar abogados y que, habitualmente, te sacan de apuros y te hacen la vida más fácil.

En cualquier caso, el estigma de la toga sobrevuela nuestra cabeza cuan maldición de la gitana: “juicios tengas y los ganes”.

RECUERDOS

Ocyste

Mi infancia transcurrió entre las señales horarias de Radio Nacional al son de mi plato de lentejas y el consultorio de Elena Francis sobre mis deberes en el cuarto de estar, mientras mi madre planchaba. Mi padre no me dejaba salir a la calle a jugar, con los otros niños, “la calle es una cantera de gandules” decía. El tiempo le dio la razón, se convirtieron en unos benditos gandules, que a día de hoy día siguen viviendo mejor que yo.

Mi casa olía a pared mojada en invierno y a patio de vecinas en verano. Las paredes eran de papel y los techos y suelos de corcho, por eso, vivíamos todos juntos, los ronquidos, las toses y las disputas eran comunitarias. También las miserias eran compartidas……y las envidias …..y las penas……y los sueños. Éramos tan pobres que sólo teníamos tiempo.

Mi niñez creció en blanco y negro en una época gris esperando los veranos en Soto, las comuniones en Mayo y las muñecas en Reyes, sufriendo las Semanas Santas televisivas, la carta de ajuste y las inyecciones sin aguja, leyendo TBOs e historias de los cinco, esperando a ser mayor, esperando a ser princesa, esperando a ser feliz, tal vez por eso me llamo así.

Mi infancia desapareció entre padrenuestros y temores, entre colegio de monjas y lecturas y sobre todo entre esas cuatro paredes que cada noche siguen presidiendo mis sueños.

VUELVEN LAS NOMINACIONES ¡¡BIEN!!


Desde el mes de Septiembre, no me comía una rosca en los concursos literarios, pero parece que se ha roto el maleficio con el nuevo año y uno de mis relatos ha quedado finalista en el Concurso sobre Abogados del mes de Enero. Cinco eran las palabras a utilizar: pacto, gaseosa, banquillo, recibo y hotel. Va por ustedes!!!!!


EL CAZADOR CAZADO

Anochecía cuando entré en el hotel acompañada de mi maletín negro y de mis más hondos recelos. Encontré a mi colega en un sillón de la recepción, jugando con una chapa de gaseosa. -Lleguemos a un pacto. Te haré una oferta que no podrás rechazar– me había adelantado por teléfono. No me fiaba de él, sus proposiciones nunca eran de recibo, aún así acudí a la cita con la remota esperanza de poder levantar a mi cliente del banquillo. Seguía siendo el mismo embustero y tramposo de siempre, el mismo que años atrás me había dejado tirada llevándose los casos y dejándome los pufos. Ahora me ofrecía retirar los cargos de un inocente sin coartada a cambio de mis favores. Le miré con desprecio y salí de allí exultante, acariciando la grabadora en mi bolsillo -mira por donde, vas a ser tú quien se siente en el banquillo-.

¡ QUE PENA DE OFICIO !

Toniu

Los Reyes Magos me han echado un curso en la Escuela de Escritores del que estoy disfrutando muchísimo. Este es uno de sus ejercicios: describir una profesión. Espero que os guste.

¡ QUE PENA DE OFICIO ¡

Se miró en el espejo mientras terminaba de abrochar los últimos botones de su camisa negra. Era casi la hora. Se atusó el pelo recogido en un moño alto que dejaba desnudo el rostro doliente, recolocó su falda azabache que completaba su uniforme de luto riguroso y como toque final se subió en sus zapatos de duelo, compañeros de fatigas y de lágrimas al peso, esperando que el espejo le diera el visto bueno.

Ya se oían las campanas tañendo el toque de difuntos y asomaba por la cuesta el cortejo fúnebre. Ensayó los gestos finales, apretó los ojos, carraspeó aclarando la voz y cuando el féretro pasó por delante de su puerta, se unió a la comitiva, profiriendo primero desgarradores gritos de dolor, para acto seguido continuar con un espectáculo de llantos y golpes de pecho , que hizo las delicias de la apenada familia del extinto.

Sin duda era la mejor plañidera de la comarca, la de más alta factura, la más autentica, nadie gemía la pena como ella, sus packs de lágrimas y lamentos estaban muy valorados en el entorno, daban el pego, engañando hasta al difunto al que, en alguna ocasión, se le vio vagando, en busca del camino de vuelta para consolarla.

GOLPECITO A NUESTRAS CONCIENCIAS



Mi inquieto y polémico amigo Ángel me ha pasado este vídeo de Arcadi Oliveres que creo que merece la pena ver.

A mi siempre me asalta la duda de si es verdad lo que me cuentan tanto unos como otros, pero creo necesario tener oídos para todos y que cada uno saque sus propias conclusiones.

EL SUSURRO DEL DUENDE (ADDENDUM)

A menudo nos acomodamos a nuestras pequeñas miserias porque siempre es menos arriesgado que luchar por nuestros sueños……….casi siempre descubrimos el valor de lo que tenemos cuando lo perdemos y algunas veces…. muy pocas, conseguimos ver más allá de donde alcanza nuestra mirada.

Gracias a todos por vuestra fidelidad, por vuestra paciencia y sobre todo, por vuestro cariño.



EL SUSURRO DEL DUENDE (última entrega)

Para Beatriz, por su apuesta y por su victoria.


- Dime cielo …..¿quien te llevó al parque donde nos encontramos? – preguntó su madre acariciándole su melena rubia.

La niña le miró con ojos suplicantes – si te lo cuento ¿te vas a enfadar conmigo? - Laura negó serenamente con un movimiento de cabeza.

- El duende, mamá, el duende me llevó allí –

Volvía a aparecer la figura del duende que tantas dudas despertaba en Laura y cuya existencia tanto alimentó Roberto, ahora que parecía que toda la historia del duende había sido un cuento, Diana volvía a evocarlo. Laura decidió seguir interrogando a su hija

- Pero….. ¿el duende ha estado contigo siempre? –

Diana afirmó con la cabeza - él me sacó de la habitación que tenía y me acompañó al parque, estaba cerquita andando y me dijo que los dos ibamos a volver a casa. –

- ¿y donde está ahora? -

- Volviendo a Loya, se fue con Roberto – contestó Diana con una sonrisa.

Laura recordó que Roberto llevaba una caja en una mano y la maleta en la otra, cuando se marchó.

- Demonio de chica – contestó divertida Chelo – Si ya lo decía el señor Arturo, ¿quien va a creer a una criatura de seis años?-

El timbre de la puerta rompió el clima de absoluta atención que se había creado en torno a la historia de Diana. Chelo hizo ademán de levantarse a abrir, pero Laura se adelantó.

- Deja, ya voy yo – albergaba la remota ilusión de que tras la puerta se encontrara Roberto, dispuesto de nuevo a entrar de lleno en su vida.

En su lugar encontró una adolescente que no conocía, aunque su rostro le resultaba familiar, no le dio tiempo a hacer más cábalas sobre su identidad, la joven la saludó y se presentó:

- Soy Marta Hidalgo. –

La noche se estaba echando encima, pero el color azafrán del atardecer de Madrid se resistía a darle paso, el aire se le antojó repleto de olor a pino y a lavanda y el canto de los pitos reales y las bisbitas se confundía más que nunca con el susurro de un duende.

F I N

EL SUSURRO DEL DUENDE (83ª entrega)


A Laura le vino a la cabeza la conversación mantenida entre Javier Vielva y Roberto la noche anterior en el Retiro, las elucubraciones disparatadas de ambos estaban empezando a tomar cuerpo, no obstante quiso seguir indagando para cerciorarse.

- Dime cariño, ¿ te acuerdas quien te sacó de casa? –

Diana seguía pintando ajena a la pregunta de su madre. Laura volvió a hacerle la pregunta.

– No sé – contestó está. -El papá de pelo blanco y negro me traía helados, trozos de pizza y hamburguesas y el otro papá tenía gafas y barba y yo me asusté mucho porque entró con una pistola y creía que me iba a matar. Se pusieron a discutir mucho rato, mucho rato y después ya solo hablaban.-

- El de pelo blanco y negro quería que le preguntara al duende si sabía donde estaba su hija y el policía de gafas decía que estábamos majaretas – describió gráficamente Diana llevándose el dedo índice a su sien mientras lo hacía girar sobre sí mismo.

La cabeza de Laura trabajaba a gran velocidad para poder encajar cada una de las piezas del puzzle, entre lo que le contaba Diana y lo que había escuchado la noche anterior en el Retiro de boca de Roberto y Javier Vielva, tal vez podría reconstruir lo que realmente había ocurrido.

Todo apuntaba a que Arturo Hidalgo había planeado el secuestro de Diana, tras descubrir el extraordinario parecido con su hija, posiblemente Chelo en alguna de sus visitas a su amiga Justa había puesto sobre la pista a Arturo que apareció de repente en la vida de Laura con una referencia falsa. Había montado un sofisticado y difícil juego de pistas poniendo al frente a un duende traicionero con la intención de no devolver nunca a Diana a su casa. Había elegido un destino tan lejano como Las Bahamas para que nunca nadie más la encontrara y había nombrado como su hombre de confianza y también de paja, a Esteban Herrera por si sus planes se iban al traste, tener un cabeza de turco que respondiera.

Sin duda, Javier Vielva sabía lo que decía, pero su intuición le indicaba que también Roberto tenía razón. El Comisario se había hecho cargo de la investigación, había descubierto el escondite de Arturo y en vez de desmantelarlo pensó que podía sacar provecho de dicha situación. Roberto había apuntado que Javier sólo buscaba la revancha por esa hija que nunca tuvo y ahora la vida le daba la oportunidad de acabar con ese odio que le roía las entrañas.

Una incógnita le quedaba sin resolver, .......si no pensaban devolver a Diana...... ¿Quién la llevó al Retiro la noche anterior?

(Continuará….)

EL SUSURRO DEL DUENDE (82ª entrega)

duendecillo

- Toos los hombres son iguales, se lo digo yo señora, que porrazos llevo ya unos pocos, van a lo que van y cuando lo consiguen…. si te he visto no me acuerdo. Toos cortaos por el mismo patrón, se lo digo yo – apuntó Chelo haciendo gala de su inexistente tacto.

- No esté triste, ya verá como en dos días se ha olvidao de este gañan, venga a la cocina que le voy a preparar una infusión que le va quitar la pena –

Diana estaba dibujando sobre la mesa de la cocina, sonrió a su madre cuando entró y le hizó un gesto con la mano para que se sentara a su lado. Laura le dio un beso en la frente y se sentó muy lentamente, como si el roce de la madera sobre su piel provocara heridas. Descansó el rostro entre sus manos mientras percibía la cantinela de Chelo como un molesto murmullo ininteligible.

Laura desvió su atención hacia el dibujo de Diana – ¿que estás pintando?-

- La habitación donde he estado, mi cama….mis muñecas…..mis juegos….. aquí estaba el baño…… -

- ¿y la ventana? Diana ¿Qué veías por la ventana? – preguntó Laura con extremado interés.

- ¿ventana?– respondió la niña, evocando la imagen en su memoria - No había ventana-.

Laura observaba con gran atención el dibujo de su hija intentando descifrar el enigma de su desaparición, localizó las cosas que había ido nombrando Diana y la figura grande de una niña en mitad de la habitación. Había dos figuras más en el papel, a Laura le parecieron niños, uno, llevaba algo parecido a un plato y el otro un objeto que no supo identificar.

- ¿Quiénes son? -

- Unos papás, éste – señaló Diana – me traía la comida y éste, venía a veces –

- ¿Sabes como se llaman? –

Diana se quedó mirando fijamente a su madre, rebuscando en su memoria los nombres de esas personas y finalmente contestó – No, sólo se que éste tenía una hija igualita que yo y el otro….. el otro era policía.

(Continuará …….)

EL SUSURRO DEL DUENDE (81ª entrega)


Decidió irse pronto a casa, la falta de sueño empezaba a pasarle factura, notaba como se apoderaba de ella el cansancio por momentos. Tenía ganas de abrazar de nuevo a Diana, respirarla, mirarla y volverla a mirar, estrecharla entre sus brazos recuperando todo el tiempo perdido.

Queria estar cerca de Roberto, pedirle disculpas por haberle exigido explicaciones en vez de agradecerle todo lo que había hecho por ella, quería enseñarle los papeles que probaban que Luis había salido oficialmente de su vida… deseaba decirle cuanto le quería, sin que viniera a cuento, besarle por sorpresa, abandonarse a la locura de quererle sin condiciones, sin límites….

La mirada de Chelo buscandola a través del cristal, la devolvió a la realidad y a la incertidumbre. Conocía esa mirada nerviosa de la extremeña. Cuando atravesó la puerta supo la razón de esa mirada, una maleta le esperaba en el hall. Todas las locuras inventadas se rompieron en mil pedazos, la pasión imaginada se disolvió dolorosamente en el aire.

Roberto salio a recibirla – Me voy, Laura, este no es mi sitio, ni mi mundo, ya tienes a Diana, ya no me necesitas –

Laura intentó retenerle, preguntarle porqué, pedirle que se quedara a su lado, pero no salió ninguna palabra de su boca, tan sólo una lánguida tristeza de sus ojos.

- No puedo quedarme, Laura, no seríamos felices, no me veo viviendo como una sombra a tu lado, acabarías despreciándome y lo que es peor, acabaría despreciándome a mí mismo. Me vuelvo a Loya, a mis bosques y a todo lo que me llena de energía. Te pediría que vinieras conmigo, pero sé que me vas a decir que no, siempre pertenecimos a mundos distintos, los dos lo sabemos, yo me vuelvo al mío y sé que tu no vas a abandonar el tuyo. -

Laura seguía sin pronunciar palabra, mientras una lágrima empezaba a resbalar por su rostro

- Te estaré esperando – dijo Roberto al tiempo que abrazaba a Laura. Permanecieron así apretadamente juntos durante unos instantes que se antojaron una eternidad. Se besaron tierna y cálidamente, acariciaron mutuamente sus rostros, memorizando cada ángulo, cada poro y tras un largo beso de despedida se dijeron adiós.

Laura le vio alejarse portando su maleta en una mano y una caja en la otra, y acarició con nostalgia los papeles de Luis que llevaba en el bolsillo, esos que nunca llegaría a mostrar a Roberto.

(Continuará…..)

EL SUSURRO DEL DUENDE (80ª entrega)


Era lo más parecido a una demanda de divorcio, pero sin estar casada, en ella el abogado de Luis Arana proponía a Laura para que ejerciera la guarda y custodia de Diana. –Me hubiera sorprendido que la hubiera pedido para él, tener una hija siempre se le hizo grande – pensó Laura y siguió leyendo, el régimen de visitas..… la pensión de alimentos…… Esta reacción de Luis le había pillado por sorpresa, en el fondo, albergaba una vaga esperanza de que cambiara, que volviera a casa para decirle que era la mujer de su vida, que luchara por recuperarla, todo menos echarse un fracaso sentimental a la espalda y tener que reconocer que se había equivocado.

-Enhorabuena – dijo un Esteban Herrera sigiloso que acababa de entrar en el despacho de Laura sin que ésta lo percibiera. Laura susurró un “Gracias” sin apenas levantar la vista de la mesa. En otras circunstancias le hubiera enseñado la demanda de Luis y hubiera pedido su consejo, pero si había algo que no se podía permitir en este momento era parecer una mujer desvalida y vulnerable.

Esteban se sentó enfrente de ella, con cierta parsimonia, parecía tranquilo y dispuesto a charlar tranquilamente: - Laura, llevamos muchos años juntos, hemos vivido épocas difíciles y momentos muy buenos, hemos luchado codo con codo para montar este despacho y sacarlo adelante y ahora no me gustaría tirar por la borda todo lo que hemos conseguido a lo largo de este tiempo, incluidos los lazos que se han ido creando entre nosotros.

Ya me he enterado de la muerte de Arturo Hidalgo, él sabía que esto podía ocurrir, tenía un presentimiento al respecto, por eso me dejó una copia de su testamento, donde me nombra Administrador de todos sus bienes a la espera de que su hija aparezca o sea declarada fallecida.-

Esteban hizo una pausa a la espera de algún comentario de Laura, pero éste no se produjo y reanudó su monólogo

- Es una oferta que no puedo rechazar, a estas alturas de mi vida, esto es un reto que ha despertado en mí sensaciones que tenía olvidadas. Me ha inyectado una dosis de ilusión que hace tiempo que ya había perdido…. Me voy a las Bahamas, Laura, al fin y al cabo aquí ya no me espera nadie. Mis hijos ya han volado del nido y mi matrimonio entró hace tiempo en una vía muerta, Choni se ha refugiado en el cuidado de su madre y estoy seguro que va a vivir mi partida como una liberación. Después de todo, su estatus se va a mantener intacto, porque no nos vamos a separar, incluso puede presumir delante de sus amigas de que a su marido le han encomendado una difícil tarea en Las Bahamas y no sabe cuando volverá.-

Esteban dejó asomar una agria sonrisa y prosiguió:

- Tu te sobras y te bastas para manejar el despacho, los empleados te aprecian a ti bastante más que a mí, y en poco tiempo se olvidarán de mi. Te lo dejo todo, entenderás justo que lleguemos a un acuerdo de pago por mis derechos sobre este negocio ¿no? –

Laura seguía en silencio, con la espalda recostada sobre su sillón de piel, sin dejar escapar ni una mueca, ni un gesto, ni un sentimiento, como si el discurso de Esteban no estuviera dejando ninguna huella en su interior, como si ya no le quedara capacidad alguna para asombrarse, aunque ella no sabía que en casa le esperaba aún una última sorpresa.

(Continuará…….)

EL SUSURRO DEL DUENDE (79ª entrega)


No podía dormir, estaba demasiado cansada y demasiado excitada para conciliar el sueño, así que después de varios intentos se levantó, se metió bajo la ducha e intentó que el agua hiciera las veces del sueño sobre sus músculos y sobre su cabeza. Después abrió el armario y eligió un traje gris de raya diplomática que solía reservar para las reuniones donde se ventilaban y negociaban cuestiones importantes. Sentía la necesidad de investirse de autodominio y seguridad para volver al despacho y enfrentarse con todos los problemas que había dejado allí, como la anunciada marcha de Esteban, que no sabía si seguía en pie ahora que Arturo Hidalgo había muerto. Necesitaba despejar cuanto antes todas las incógnitas y superar el vértigo de hacerse cargo en solitario del negocio.

Todo fueron abrazos y felicitaciones cuando entró por la puerta, aunque percibió con clara nitidez el aroma de la incertidumbre que flotaba en el ambiente. Podía oir a Esteban a lo lejos hablando en su despacho. –Lleva toda la mañana encerrado hablando por teléfono – le apuntó por lo bajo Marga.

Sobre la mesa de su despacho Laura encontró un cerro de papeles que habían sido ya procesados a decir por las notas autoadhesivas que llevaban pegados, con indicaciones de cómo se había procedido en cada caso. Le llamó la atención un documento que estaba separado de todos, sin notas, sin filtrar, apenas sin tocar, venía de un despacho matrimonialista muy conocido y acompañaba un Convenio Regulador de lo que parecía un divorcio. Iba dirigido a ella, como tantas otras veces, pero esta vez, algo era distinto, no hacía alusión a ninguno de sus clientes, apenas empezó a leerlo, comprobó que era una demanda interpuesta por Luis Arana contra Laura Semprun.

(Continuará .......)

UN MICRORRELATO DE ReC

365 días
MALA HIERBA

Una semilla en esta tierra desolada, tan solo una bastó para que brotara la mala hierba. La arranqué pero salió otra…. y otra…. y otra más …. hasta que no quedó un palmo de tierra por cubrir. Entonces empezó a crecer en mi cabeza y aunque la arrancaba todos los días, volvía a salir con tanta fuerza que, cuando me quise dar cuenta, me asomaba por los ojos y por las orejas. Al principio fue un poco incomodo ese cosquilleo constante que me hacía estornudar, pero enseguida me acostumbre a tener siempre un reproche en la boca y un agrio encono en la mirada.

EL SUSURRO DEL DUENDE (78ª entrega)


Chelo se echó las manos a la boca con intención de ahogar su sorpresa y después de unos segundos, replicó: “Pobre Justa, con la falta que le hacía este trabajo”.

Laura nunca acababa de sorprenderse con Chelo y mientras la extremeña se alejaba hacia la cocina murmurando lamentos, se dirigió a Roberto con la intención de pedirle explicaciones: -¿No tienes nada que contarme ?-.


Roberto le sostuvo la mirada, estaban muy cerca el uno del otro, casi invadiendo y entremezclando sus espacios vitales, pero se masticaba la distancia. El con las manos en los bolsillos, ella con los brazos cruzados sobre su regazo, llevaban escritos en sus ojos las heridas que les sangraban por dentro, el recelo se leía en los de ella, un hilo de ternura que se alejaba lentamente se leía en los de él y el sórdido silencio entre los dos.


- ¿Qué quieres saber? ¿No tienes suficiente con tener a Diana de vuelta en casa? ¡Eres insaciable, Laura! –

- No me gusta que me engañen, hay algo que me estás ocultando y quiero saber que es, esto no es un juego Roberto, tenemos dos muertos a nuestras espaldas y toda una investigación policial por delante, todavía no me explico que hacían Arturo Hidalgo y Javier Vielva anoche en el Retiro, tampoco logro entender el tono con el que te dirigiste a Arturo reprochándole lo que había hecho, me dí cuenta de que le conocías perfectamente ¡quiero explicaciones! ¿Tan extraño es que me quiera enterar de lo que ha pasado?. –

- ¿De verdad quieres saber lo que ha pasado? …… Te lo llevo diciendo desde el principio, un duende enfadado nos obligó a pasar unas difíciles pruebas que logramos superar y por eso Diana está placidamente durmiendo en su habitación. Eso es lo que ha ocurrido.

(Continuará…..)

EL SUSURRO DEL DUENDE (77ª entrega)



- Mire señora, lo importante es que la Diana está ya en casa y lo demás ¿Qué más da?, voy a acostarla – respondió Chelo subiendo escaleras arriba hacia la habitación de la niña.


- ¿Qué me estáis ocultando Roberto? -


El tomó su rostro entre sus manos y le dijo en voz baja – Estamos agotados, vamos a dormir y después, hablamos de lo que tu quieras. –

Ella se zafó con enfado de las manos de Roberto y dijo - ¿Qué está pasando? ¡Quiero una explicación ahora! –

- Yo se lo explico – respondió Chelo que acababa de bajar de la habitación de Diana. –A usté no la voy a engañar, no se crea, que a mi no me se olvida too lo que usted ha hecho por mí. Les estaba esperando, es verdad, me puso en aviso el Señor Arturo –

- ¿Arturo Hidalgo? –

- el mismo – respondió la extremeña.

- ¿y como conoce usted a Arturo Hidalgo? preguntó Laura visiblemente nerviosa.

- Pos yo se lo explico ahora mismito. ¿Se acuerda usted de La Justa? ¿Esa paisana mía que estaba sirviendo en una casa de postín? Pos está en casa del Señor Arturo, al pobre también le raptaron una hija y me había dicho la Justa que llevaba años buscándola. Cuando se llevaron a la Diana y via que pasaban los días y la muchacha no aparecía, le pedí ayuda al Señor Arturo. Ayer por la tarde le llamé pa ver como iba too, si se había enterado de algo y me dijo que a lo mejor hoy soltaban a la chica, por eso estaba pendiente, sino llámele usted, si no se fia – dijo Chelo extendiéndole su movil a Laura.

- Arturo Hidalgo ha muerto – contestó Laura con tono imperativo y desconfiado.

(Continuará……)