Al abrir el contenedor, se dio cuenta de que estaba empezando a olvidar
el nombre de las cosas. No se acordaba de cómo se llamaba el objeto que tenía
delante y que tantas veces la abuela tomó entre las manos convirtiendo sus
garabatos en historias que le contaba cuando era niño. Uno igual al que
utilizaba para asegurar la pata coja de la mesa del ordenador o el mismo que en
ocasiones utilizaba de tabla de corte para no rayar la encimera de vidrio. Le
vino a la memoria la obsesión de su bisabuela por ese objeto, la pobre pensaba
que la haría libre. Libre, libre… lo tenía en la punta de la lengua.
(Primer intento de la temporada para Relatos en cadena, fallido, of course)