No puedo negar que la luna llena me seduce y me hipnotiza. Iba a decir que me abduce, pero el Diccionario de la Real Academia no me lo permite, en cambio si me deja ser sometida a una abducción, reconoce el sustantivo pero no el verbo, ¡que cosas!.
A lo que iba, yo creo que en alguna vida anterior he sido un lobo, que no una loba, o tal vez un hombre lobo, ¡yo que se!. Ha debido de ser algo de eso, no se me ocurre otra forma de justificar su poderoso influjo sobre mi.
Y eso que dicen los expertos que no hay evidencias de que tenga influencia alguna sobre los seres humanos, menos mal que me guío más por lo que siento que por lo que me dicen que sienta.
Si la luna influye en las mareas........ si hay que cortar los árboles en menguante para que la madera que hagas de ellos sea eterna..........si has de cortarte el pelo en luna llena para que crezca sano y con fuerza........ si la sabiduría popular, fruto de la observación a través de los tiempos, reconoce su poder, ¿por qué lo voy a negar yo?.
En las noches de luna llena me gusta abandonarme en su descarada y obsesiva contemplación, sentir que es sólo mía y yo eternamente suya. Saldría al jardín y le cantaría, le aullaría y le bailaría, si no corriera el riesgo de ser aprisionada en una camisa de fuerza, diagnosticada de lunática.
¡Lo que cuesta ser una misma!!!
A lo que iba, yo creo que en alguna vida anterior he sido un lobo, que no una loba, o tal vez un hombre lobo, ¡yo que se!. Ha debido de ser algo de eso, no se me ocurre otra forma de justificar su poderoso influjo sobre mi.
Y eso que dicen los expertos que no hay evidencias de que tenga influencia alguna sobre los seres humanos, menos mal que me guío más por lo que siento que por lo que me dicen que sienta.
Si la luna influye en las mareas........ si hay que cortar los árboles en menguante para que la madera que hagas de ellos sea eterna..........si has de cortarte el pelo en luna llena para que crezca sano y con fuerza........ si la sabiduría popular, fruto de la observación a través de los tiempos, reconoce su poder, ¿por qué lo voy a negar yo?.
En las noches de luna llena me gusta abandonarme en su descarada y obsesiva contemplación, sentir que es sólo mía y yo eternamente suya. Saldría al jardín y le cantaría, le aullaría y le bailaría, si no corriera el riesgo de ser aprisionada en una camisa de fuerza, diagnosticada de lunática.
¡Lo que cuesta ser una misma!!!