AULLANDO A LA LUNA LLENA


No puedo negar que la luna llena me seduce y me hipnotiza. Iba a decir que me abduce, pero el Diccionario de la Real Academia no me lo permite, en cambio si me deja ser sometida a una abducción, reconoce el sustantivo pero no el verbo, ¡que cosas!.

A lo que iba, yo creo que en alguna vida anterior he sido un lobo, que no una loba, o tal vez un hombre lobo, ¡yo que se!. Ha debido de ser algo de eso, no se me ocurre otra forma de justificar su poderoso influjo sobre mi.

Y eso que dicen los expertos que no hay evidencias de que tenga influencia alguna sobre los seres humanos, menos mal que me guío más por lo que siento que por lo que me dicen que sienta.

Si la luna influye en las mareas........ si hay que cortar los árboles en menguante para que la madera que hagas de ellos sea eterna..........si has de cortarte el pelo en luna llena para que crezca sano y con fuerza........ si la sabiduría popular, fruto de la observación a través de los tiempos, reconoce su poder, ¿por qué lo voy a negar yo?.

En las noches de luna llena me gusta abandonarme en su descarada y obsesiva contemplación, sentir que es sólo mía y yo eternamente suya. Saldría al jardín y le cantaría, le aullaría y le bailaría, si no corriera el riesgo de ser aprisionada en una camisa de fuerza, diagnosticada de lunática.

¡Lo que cuesta ser una misma!!!

EL SUSURRO DEL DUENDE (2ª entrega)

Ilustración: CPGXK

-Vamos se acabó la cena, lávate los dientes y a la cama- dijo Laura pausada y resignadamente, esperando los reproches de Luis.

-Ya la acompaño yo- dijo Chelo tomando a Diana de la mano y desapareciendo con ella por la puerta de la cocina.

No tardó en llegar el primer reproche: -Vas a conseguir que nuestra hija se convierta en una lunática, ¿eso es lo que quieres? ¿qué todo el mundo se ría de sus fantasías? ¡pues lo estas consiguiendo!-

- No dramatices, por favor ¡sólo tiene seis años! Si no tiene fantasías ahora, ¿cuándo las va a tener?- contestó Laura.

- Yo también he tenido seis años y nunca he tenido amigos invisibles – replicó Luis procurando controlar su tono de voz.

Laura estuvo tentada a responderle que él nunca había tenido amigos, ni visibles ni invisibles, pero al final lo pensó mejor y sólo contestó : - Luis, tu nunca has sido un niño-.

- Además, no entiendo porque me echas la culpa a mí – respondió ella mientras abría la nevera en busca de algo para cenar.

- Porque en vez de intentar corregirla, lo fomentas, siguiéndole el juego, y preguntándole cosas de sus amiguitos invisibles- contestó él, señalándola con el dedo, visiblemente enfadado.

Laura suspiró con resignación y saliendo de la cocina, le dijo: -Hasta mañana y se dirigió escaleras arriba a la habitación de su hija.-

Diana estaba ya en la cama y había seleccionado el cuento que quería que le contara su madre.

- Si no manda ná la señora, me voy ya – apuntó Chelo, desde la puerta de la habitación.

- Gracias Chelo, hasta mañana- contestó Laura.

- Hasta mañana, princesa - le dijo a Diana lanzándole un beso.

- Adiós, Chelo, - le respondió ella - dice Oliver que tengas cuidado con el perro de los vecinos que está suelto –

- Demonio de chica, lo que inventa – se le oía decir a Chelo bajando por la escalera.

- Mamá, ¿ porque a papá no le gustan mis amigos?-

- No es eso, Diana, es que él cree que todo es una invención tuya –

- ¿ y tu, mamá? ¿tu también crees que es una invención mía?

Laura no sabía que contestar, unos ruidos y unos gritos procedentes de la calle le salvaron de la respuesta. Se asomaron las dos a la ventana y vieron como Chelo increpaba a los vecinos porque su perro le había atacado.

Laura miró atónita a Diana y balbuceando le dijo -¿ co...como sabías lo del perro?

- Lo dijo Oliver ¿recuerdas? – dijo Diana muy sorprendida por la pregunta de su madre.

-Vamos, es muy tarde para un cuento, a dormir- decidió Laura.

Arropó a Diana, le dio las buenas noches y salió de la habitación.

(Continuará)

EL SUSURRO DEL DUENDE (1ª entrega)

Ilustración: Noa Velasco

Mientras esperaba que la puerta del garaje se abriera, Laura encogió el cuello y miró al cielo a través de la ventanilla del coche. La noche se estaba echando encima pero el color naranja del atardecer de Madrid se resistía a darle paso. Respiró el aire de la calle, repleto de olor a pino y sus músculos maltratados por el estrés, empezaron a relajarse.

En la pequeña Colonia en la que vivía, pegada al muro de la Casa de Campo, se respiraba todavía la tranquilidad de un pueblo, a pesar de que las hileras de modernos chalets adosados con piscina comunitaria, iban engullendo, poco a poco, las fincas con huerto y alberca de los agricultores que se afincaron en ella hace más de cincuenta años.

Paró el motor y pensó que era el primer día de la semana que llegaba a casa antes de que Diana se acostara. Subió por la escalera del garaje hasta la cocina y se paró un instante en el marco de la puerta contemplando como su hija mantenía una conversación con su amigo invisible, frente a un plato de sopa.

-¿Cómo se llama tu amigo invisible de esta semana?- le preguntó Laura.

-Se llama Oliver y tampoco le gusta la sopa- respondió la niña mirando indistintamente a su madre y a Chelo, una extremeña metida en carnes y en años, que hacía las veces de niñera, cocinera y asistenta, con la que Diana pasaba gran parte del día.

Luis asomó la cabeza por la puerta a la vez que decía: -¿He oído que alguien no quiere tomarse la sopa?- Diana respondió rápidamente entre risas – Si, él – señalando al espacio vacío que había a su derecha.

Luis mudó su sonrisa por una mueca de fastidio. Le exasperaba que Diana se pasara el día manteniendo conversaciones con amigos imaginarios, que tan sólo ella era capaz de ver.

Laura Semprum y Luis Arana iniciaron su vida en común hacía más de quince años, sin ataduras legales, con el único compromiso de que no existieran compromisos entre ellos.

A los pocos años, decidieron tener un hijo, que nunca llegó. Para Laura se convirtió en una autentica obsesión, y se sometió a varias fecundaciones in vitro que no germinaron. Finalmente, abandonaron el proyecto de ser padres y se refugiaron en sus respectivas carreras profesionales. Laura en el bufete de abogados que compartía con otro socio y Luis en su promoción como consultor dentro de una multinacional americana que acababa de asentarse en España.

Sus vidas se extendían como dos líneas rectas, que corren en paralelo pero que nunca se tocan, tan sólo compartían piso y cama, todo transcurría en un perfecto orden, fruto de una planificación exhaustiva de los más mínimos detalles, hasta que un día Laura descubrió que estaba embarazada.

La llegada tan inesperada de Diana, en el umbral de los cuarenta, hizo que cambiaran muchas cosas, sembrando el tan temido caos en sus vidas .

Dejaron el apartamento de la calle Castelló para venirse a esta casa, Laura quería que su hija creciera, rodeada de árboles y de naturaleza viva. Luis aceptó a regañadientes abandonar el barrio de Salamanca, y renunciar al caché y al status que le aportaba, para emigrar a las afueras. Aunque el lugar estaba ubicado dentro de la denominada zona noble, ya no era lo mismo, lo había vivido como un retroceso en su ambiciosa carrera personal.

Antes de Diana no había nada que les uniera, después de ella, había muchas cosas que les separaban.


(Continuará)

NUEVA NOVELA


¿Solo existe aquello que podemos ver con nuestros ojos?
¿puede el envarado mundo de la justicia ser tomado a broma?
¿puede irte la vida en esa broma?
¿puede ayudarte la policía a descifrar lo indescifrable?


Si quieres saber las respuestas, toma asiento, que empieza la función.



EL SUSURRO DEL DUENDE

Hecho me has imaginar
que los que llamas pretendes
demonios son estos duendes
que suelen siempre habitar
el más oscuro lugar.

LOPE DE VEGA: La burgalesa
de Lerma

CONDENADOS A ENTENDERSE


Dibujo: Maren Yumi



Dicen los sabios espirituales que de quien más aprendemos es de quien más nos hace sufrir. También apuntan que tal vez, ese ser que buscas para que te guíe por la senda de la verdad, tu maestro, esté más cerca de ti de lo que crees y finalmente resulte ser tu jefe, o ese compañero de trabajo que te hace la vida imposible o tu suegra, que te complica a cada paso la existencia. Difícil de aceptar ¿verdad?Lo cierto es que la vida, en ocasiones, pone en tu camino personas, de las que no te puedes librar y con las que tropiezas constantemente, creando cada vez más resistencias y más rechazo.

A veces quedas atrapada en un bucle creado por una situación que no sabes o no puedes resolver.

Yo, como fiel seguidora y amante de la palabra, recurro al diálogo como solución de conflictos, pero no siempre es eficaz, y el desánimo se instala en mi cuando descubro que mis palabras no sólo penetran en el corazón de mi interlocutor sino que producen el “efecto espejo” y vuelven a mi, rebotadas, engordadas, mal interpretadas y sin dejar la mínima huella en el contrario.


Por lo menos lo he intentado, no estoy obligada a más. Me gustaría que fuera de otra manera, pero es lo que hay. Si me dieran a elegir hubiera escogido otro maestro, pero hay que reconocer que con éste, recibo clases intensivas y estoy próxima a alcanzar el post-grado.

POR ÉSTA NO PASO

Foto: José Rosales (reven)

Si hoy fuera 28 de diciembre, pensaría que la noticia era una inocentada. Obviando que no me fio ni un pelo de la prensa, si al final, los hechos son tal como los he leído, definitivamente nos hemos vuelto chavetas.

La noticia relataba que la Universidad de Sevilla, contemplaba en su normativa de calificación de las asignaturas, que cuando un estudiante es cazado copiando en un examen, se le permitirá terminar el mismo, y será una comisión formada por tres profesores y tres alumnos, con igualdad de voto, quienes decidan si se le corrige el examen o no.

Si esto es verdad, que paren que me bajo, no puedo con este discurso pseudo progre y liberal de tres al cuarto que pretende descubrir la pólvora de la igualdad, a estas alturas, llegando a unos niveles de permisividad enfermizos.

Contribuyamos a que nuestros jóvenes universitarios se sientan seguros por encima de todo, aunque les pillen chuleta en mano, que siempre tengan el beneficio de la duda. A lo mejor al profesor, ese viejo chiflado que no sabe hacer la “o” con un canuto, se le ha nublado la vista y creyó que estaba copiando, cuando realmente estaba pensando, ayudado de un pequeño guioncito sin importancia. Además, si encima cuenta con el apoyo de tres colegas, la conclusión que alcanzará es que todo vale, el mundo a sus pies, haga lo que haga.

Atrás quedaron los tiempos en que los estudiantes asumíamos el riesgo de ser expulsados de un examen si nos pillaban copiando. Atrás queda la adrenalina generada por jugar con lo prohibido. Sigamos así y crearemos una juventud de cartón piedra, derribable al primer golpe de viento.

No señor, por ésta no paso, apúntenme en las listas de los carcas más recalcitrantes, pero por ésta no paso.

EMPATIAS Y NOSTALGIAS

Foto: Pablo Sanchez

Me sorprendió gratamente comprobar que recordaba perfectamente su parque, sus calles, su cooperativa del vino, a pesar de que habían transcurrido treinta años desde la última vez que estuve en él. Entonces lo hice para vivir mi primera experiencia laboral, de jornalera de la vendimia, ayer para despedir a un familiar.

Puede parecer que nuestras vivencias están procesadas y archivadas en el cajón del olvido, pero tan sólo necesitamos un olor, una imagen, una canción para que aflore la secuencia completa de lo vivido con la misma intensidad que cuando se produjo.

Camino del cementerio, los recuerdos se atropellaban unos a otros: Mis dieciséis años, ni idea de lo que era una viña, mucho menos una cepa, muchísimo menos ganarse un jornal. Allí no había derechos laborales, solo un “amo”, una espuerta y mucha uva que recoger. A punto de tirar la toalla en varias ocasiones, me frenó mi amor propio y me quedé hasta el final. Mi primer jornal me supo a chocolate fondant, a queso y a triunfo. Me permitió comprarme unas lentillas y pasar de ser una cuatro ojos oficial a oficiosa y sobre todo, me descubrió el inmenso placer de obtener una recompensa por un esfuerzo realizado.

Un sollozo a mi espalda me devolvió al motivo por el que había vuelto en esta ocasión. No me resulta fácil mantener la compostura ante el sufrimiento ajeno por la pérdida de un ser querido. Me causa un cierto pudor que los ojos se me llenen de lágrimas, en público y empiecen a escurrirse por mi cara, sobre todo si el fallecido, aún siendo familia, no era de trato habitual, tal vez por el temor a ser tenida por plañidera, tal vez porque las lágrimas son la voz del corazón que llora por la pérdida, no por los que la sufren.

Confieso que padezco una total empatía con el alma que sufre, aunque no sea compañera del camino, ni comparta inquietudes ni aficiones con ella.


Alguien dijo que la empatía es el arte de adivinar la respuesta a la pregunta “¿qué te pasa?” y yo añadiría que es el don de ponernos en la piel del otro y hacernos sentir menos solos.

VENCEDORES O VENCIDOS


Antes de apagar el ordenador y decidir que ya es suficiente por hoy, repaso la agenda para ver que me toca mañana: "10:30 Firma Notaría". Esta cita me transporta por un instante a nueve años atrás, a Octubre de 2000, cuando surgió el conflicto.

Para poneros en situación, imaginaros a D. Pepe, un repostero que inventa nuevas y suculentas recetas de pasteles y tartas que vende en un local al que le pone por nombre “Pastelería Laponia” y va creando paso a paso una gran clientela seguidora de sus selectos dulces. Poco a poco se van incorporando nuevos reposteros a los que les enseña el secreto de sus dulces. En Octubre de 2000, una facción de ese grupo de pasteleros, capitaneados por D. Paco se monta por su cuenta, y abre una pastelería a 50 metros de la primera, poniéndole el mismo nombre, “Pastelería Laponia” elaborando los mismos dulces y arrastrando a su local a gran parte de los clientes de D. Pepe.

El conflicto esta servido, lo que ha venido después han sido nueve años de constantes dimes y diretes, juicios por el local, juicios por el negocio, juicios por el nombre, juicios por la clientela arrebatada. ¡Cuantas horas de trabajo, cuantas reuniones, cuanta energía derramada! y te estarás preguntando ...... ¿quién ha ganado? pues ¡quien iba a ganar!: los buenos, también llamados americanos , o sea Don Pepe y los pasteleros fieles, que, como no podía ser de otra manera, son mis clientes. y .......¿qué han ganado? han conseguido que les den la razón en casi todo, y nada más, es decir una gran victoria pírrica.

Y ¿qué ha pasado con los malos, también llamados indios, o sea Don Paco y sus secuaces? pues que han perdido y...... ¿qué han perdido? pues han perdido la razón en casi todo, lo cual no les ha impedido seguir con su pastelería, a la que han tenido que quitar el nombre de Laponia, eso sí; pero eso ya da igual, porque una vez fidelizados los clientes seguirían comprando a D. Paco aunque su pastelería se llamara “Alibabá y los 40 Ladrones”. Conclusión: también ellos han conseguido una gran victoria pírrica.

Tras un combate de nueve años, y muchos flecos todavía que cortar, a pesar de las victorias, los púgiles están muy tocados, casí exhaustos, diría yo, y mañana a las 10:30 en la Notaria, se verán nuevamente las caras para firmar definitivamente un armisticio, y volver cada uno a su casa, con las manos vacías, malheridos y maltrechos e intentar nuevamente, resurgir de sus propias cenizas.

Apago el ordenador y pienso: mañana será el gran día que debía haber sido hace nueve años.

ENSEÑAR A VIVIR

Foto: 1K3r


El coaching está de moda. Últimamente cada persona que me encuentro que quiere darle un giro a su vida profesional, se va a dedicar al coaching.

Y es que los americanos son unos auténticos maestros en el arte de convertir algo milenario en un producto totalmente nuevo, ¿Cómo lo han hecho? Poniéndole nombre, porque ya sabemos que todo lo que no tiene nombre no existe.

Nuestra necesidad de ayuda nos viene de nacimiento, lo que pasa es que, de alguna manera, estas tareas de asesorar en vidas y haciendas, antes las asumían los psicólogos, los abogados, los sacerdotes, los economistas, los médicos........, cada uno en la parte que le tocaba y a veces el problema quedaba sin resolver por la dispersión de las soluciones. Ahora las han unificado en una técnica y las realizan los coachers.

Vaya por delante que no tengo nada contra el coaching, al contrario, pero soy una feroz perseguidora de los que con hacerse un cursillo ya se erigen en entrenadores de vidas ajenas, que de esos hay muchos. Me pregunto como alguien que no sabe manejar su vida puede canalizar las expectativas de otro para conseguir los mejores resultados.

Que no es más listo el que mejor nota sacó en la carrera sino el que mejor partido ha sacado de ella, es evidente.

Que se puede ser un brillante y reconocido intelectual y en cambio, un verdadero inútil en manejarse por la vida, es innegable.

Pero lo que es irrefutable es que, para poder ayudar a los demás en potenciar lo mejor de sí mismos, y en conseguir las claves del éxito, hay que tener una sólida formación personal y un largo camino recorrido en este mundo de la inteligencia emocional, como mi amiga Mar, que lleva añoooooos trabajando el camino del corazón .

Si se cruza en tu vida uno de esos coacher de tres al cuarto, que no han pasado de la portada del manual de autoayuda, huye de ellos como de la peste, sólo te traerán más problemas, disfrazados de humo.


"Quien quiera enseñarnos la verdad que no nos la diga. Que nos situe de tal modo que la podamos descubrir nosotros mismos"


José Ortega y Gasset

A LA TERCERA .......¿VA LA VENCIDA?


Algunos ya me habéis preguntado que si soy la única que participo, pues no, graciosillos, no, y aunque esté mal decirlo, todos los meses participan alrededor de 500 personas en este Concurso de Microrrelatos que organiza mensualmente el Consejo General de la Abogacía y la Mutualidad General de la Abogacía.

Es la tercera vez que mi relato es elegido finalista, pero hasta ahora, no he conseguido pasar de esta categoría, siempre llego a olisquear el podium, pero nada mas. Aunque procuro mantener a raya mi ego y tengo bien aprendido eso de que “lo importante es participar” , no me importaría nada, pero nada, nada, ganar alguna vez.

En fin, será lo que será. Os recuerdo las bases: Relato de 150 palabras máximo, sobre abogados y con cinco palabras obligatorias que te van señalando cada mes. Este mes las palabras eran: Arbitraje, Estación, Carrera, Nómina, Querella.

Espero que os guste y al jurado también.

MI LÚCIDA ABUELA


Mientras salía a la carrera de la Estación camino de la Junta de Arbitraje, recordaba las palabras de mi abuela cuando le dije que quería ser abogado ¡menuda profesión para una mujer! me dijo. No le faltaba razón. Cuando me dan las mil y monas formalizando querellas y llego al supermercado justo cuando acaban de cerrar, me acuerdo de ella. Cuando cada día encuentro a mi hijo esperando pacientemente en la puerta del cole a que le recoja, mientras sus amigos ya están en sus casas merendando, me acuerdo de ella. Cuando entre lavadora y lavadora remato la nota para la vista del día siguiente, me acuerdo de ella. Cuando a final de mes, compruebo que mi nómina ha encogido porque estamos en crisis y todos debemos apretarnos el cinturón, miro al cielo con desesperación y pregunto: “Abuela ¿por qué no me lo impediste?

FELIZ 2010


Ya estoy de vuelta. Como veis, no he tardado mucho, lo suficiente para cargar de prana mis pilas.

Despedí el año en mi paraíso particular, envuelta por una noche gélida, entre picos nevados, con un cielo de un intenso color índigo, vestido para la ocasión y coronado por la luna llena. Seguro que al año 2009 no le importó marcharse en un entorno tan bello.

Entré en 2010 rodeada de buenos amigos, y de buenos propósitos para el nuevo año. Con cada uva un deseo, que luego el transcurso del año desvelará si se cumple o no. Con cada campanada una ilusión, porque sin ella, la vida no tiene sentido.

Cuando acaba el año, escribo en un papel los errores cometidos y los miedos no superados, y los quemo junto con el muérdago seco que ha visto pasar los 365 días colgado sobre el umbral de la puerta. Es una manera como otra cualquiera de darle forma a la célebre frase “año nuevo, vida nueva” , aunque yo sólo pretendo seguir con la que tengo, haciéndole unos pequeños retoques para mejorarla y mejorarme.

Cuando empieza el año, siempre me asalta el vértigo hacia lo desconocido, la angustia por los imponderables y los incontrolables que se puedan presentar y rápidamente intento escapar de sus garras, evocando una máxima de Epicteto: “no te concentres en que las cosas salgan como tu quieres, sino en que salgan como salgan, salgas bien parado” .

Mi único deseo: que salgamos bien parados de 2010.