Antes de apagar el ordenador y decidir que ya es suficiente por hoy, repaso la agenda para ver que me toca mañana: "10:30 Firma Notaría". Esta cita me transporta por un instante a nueve años atrás, a Octubre de 2000, cuando surgió el conflicto.
Para poneros en situación, imaginaros a D. Pepe, un repostero que inventa nuevas y suculentas recetas de pasteles y tartas que vende en un local al que le pone por nombre “Pastelería Laponia” y va creando paso a paso una gran clientela seguidora de sus selectos dulces. Poco a poco se van incorporando nuevos reposteros a los que les enseña el secreto de sus dulces. En Octubre de 2000, una facción de ese grupo de pasteleros, capitaneados por D. Paco se monta por su cuenta, y abre una pastelería a 50 metros de la primera, poniéndole el mismo nombre, “Pastelería Laponia” elaborando los mismos dulces y arrastrando a su local a gran parte de los clientes de D. Pepe.
El conflicto esta servido, lo que ha venido después han sido nueve años de constantes dimes y diretes, juicios por el local, juicios por el negocio, juicios por el nombre, juicios por la clientela arrebatada. ¡Cuantas horas de trabajo, cuantas reuniones, cuanta energía derramada! y te estarás preguntando ...... ¿quién ha ganado? pues ¡quien iba a ganar!: los buenos, también llamados americanos , o sea Don Pepe y los pasteleros fieles, que, como no podía ser de otra manera, son mis clientes. y .......¿qué han ganado? han conseguido que les den la razón en casi todo, y nada más, es decir una gran victoria pírrica.
Y ¿qué ha pasado con los malos, también llamados indios, o sea Don Paco y sus secuaces? pues que han perdido y...... ¿qué han perdido? pues han perdido la razón en casi todo, lo cual no les ha impedido seguir con su pastelería, a la que han tenido que quitar el nombre de Laponia, eso sí; pero eso ya da igual, porque una vez fidelizados los clientes seguirían comprando a D. Paco aunque su pastelería se llamara “Alibabá y los 40 Ladrones”. Conclusión: también ellos han conseguido una gran victoria pírrica.
Tras un combate de nueve años, y muchos flecos todavía que cortar, a pesar de las victorias, los púgiles están muy tocados, casí exhaustos, diría yo, y mañana a las 10:30 en la Notaria, se verán nuevamente las caras para firmar definitivamente un armisticio, y volver cada uno a su casa, con las manos vacías, malheridos y maltrechos e intentar nuevamente, resurgir de sus propias cenizas.
Apago el ordenador y pienso: mañana será el gran día que debía haber sido hace nueve años.
Para poneros en situación, imaginaros a D. Pepe, un repostero que inventa nuevas y suculentas recetas de pasteles y tartas que vende en un local al que le pone por nombre “Pastelería Laponia” y va creando paso a paso una gran clientela seguidora de sus selectos dulces. Poco a poco se van incorporando nuevos reposteros a los que les enseña el secreto de sus dulces. En Octubre de 2000, una facción de ese grupo de pasteleros, capitaneados por D. Paco se monta por su cuenta, y abre una pastelería a 50 metros de la primera, poniéndole el mismo nombre, “Pastelería Laponia” elaborando los mismos dulces y arrastrando a su local a gran parte de los clientes de D. Pepe.
El conflicto esta servido, lo que ha venido después han sido nueve años de constantes dimes y diretes, juicios por el local, juicios por el negocio, juicios por el nombre, juicios por la clientela arrebatada. ¡Cuantas horas de trabajo, cuantas reuniones, cuanta energía derramada! y te estarás preguntando ...... ¿quién ha ganado? pues ¡quien iba a ganar!: los buenos, también llamados americanos , o sea Don Pepe y los pasteleros fieles, que, como no podía ser de otra manera, son mis clientes. y .......¿qué han ganado? han conseguido que les den la razón en casi todo, y nada más, es decir una gran victoria pírrica.
Y ¿qué ha pasado con los malos, también llamados indios, o sea Don Paco y sus secuaces? pues que han perdido y...... ¿qué han perdido? pues han perdido la razón en casi todo, lo cual no les ha impedido seguir con su pastelería, a la que han tenido que quitar el nombre de Laponia, eso sí; pero eso ya da igual, porque una vez fidelizados los clientes seguirían comprando a D. Paco aunque su pastelería se llamara “Alibabá y los 40 Ladrones”. Conclusión: también ellos han conseguido una gran victoria pírrica.
Tras un combate de nueve años, y muchos flecos todavía que cortar, a pesar de las victorias, los púgiles están muy tocados, casí exhaustos, diría yo, y mañana a las 10:30 en la Notaria, se verán nuevamente las caras para firmar definitivamente un armisticio, y volver cada uno a su casa, con las manos vacías, malheridos y maltrechos e intentar nuevamente, resurgir de sus propias cenizas.
Apago el ordenador y pienso: mañana será el gran día que debía haber sido hace nueve años.
0 comentarios:
Publicar un comentario