El dulce sueño de una noche
Veinte años juntos, compartiendo éxitos, bonanzas y sábanas de seda y ahora duermen sobre cartones al lado de un
carro de hipermercado que se les hace grande para llevar todo lo que les queda.
Él lleva días preparando la sorpresa y cuando empieza a caer
la noche, esconde el carro tras unos arbustos, la coge de la mano y la lleva
hasta el palacete de la colina, que sabe deshabitado hasta el verano. Penetran
por un hueco del enrejado, empujan una contraventana y se cuelan en el
interior. Él ya tiene la mesa puesta en el Salón de los Espejos con mantel de
hilo y aroma a alcanfor, candelabros y cubertería de plata, cristalería de
Bohemia y vajilla de porcelana fina. Ella sonríe nerviosa entre tanto lujo, mientras,
él saca de la bolsa los recuerdos de otros tiempos sazonados con dos latas de
sardinas. Se contemplan a la luz de las velas saboreando el tiramisú que el
restaurante de la plaza desechó porque agriaba y se miran más allá de sus ojos y de
sus miserias. Él le regala una flor de papel, se besan y se aman en una inmensa cama con dosel. Antes
de que el reloj del pasillo marque el final del hechizo, lo abandonan poco a
poco rumbo a su callejón reteniendo el tacto de las alfombras mullidas en las
plantas de sus pies.
Los periódicos del día siguiente recogen la noticia: " Una pareja de indigentes es abatida por
disparos de los Cuerpos de Seguridad del
Estado cuando intentaba huir tras perpetrar un robo en el palacio de la colina.
La policía sigue buscando el botín".
No queda rastro alguno, sólo una flor de papel pisoteada y
teñida de sangre en la que nadie ha reparado.
Este relato ha resultado finalista en el III Concurso Punto de Libro y publicado en la revista nº 31. http://puntodelibro.es/index.php/la-revista/179-n-31-septiembre-2013 con el honor de compartir podium con Joaquín Valls y Rafa Heredero y pasar a la final.