SIEMPRE LA MISMA HISTORIA

Imagen shawe ewahs

Todos los años se repite la misma historia, cuando la hoja de junio se consume en el calendario, aparece el mes de julio tomando carrerilla, convirtiendo la tan ansiada jornada intensiva en extensiva y transformando todo lo que toca en urgente.

Y es que cuando se acercan las vacaciones aparece la necesidad de resolver, antes de irse, todo aquello que no se ha hecho durante el resto del año. Es como si necesitáramos convencernos de que nos hemos ganado un merecido descanso porque lo hemos resuelto todo, en el último momento, pero, todo, al fin y al cabo.

Para conseguir nuestro objetivo qué mejor que recurrir a un abogado, que te saque del atolladero y te resuelva la papeleta que te sirve de pasaporte para tus vacaciones.

El despacho se transforma en el mes de julio en una jaula de grillos: prisas y más prisas, llamadas y más llamadas, Marisa me amenaza con un montón de papeles en la mano: “cuando tengas un momento necesito ver esto contigo”. Pilar se pega a mis talones como si fuera mi sombra: “Por favor fírmame esto que lo tengo que enviar” Oigo a Ramón discutir acaloradamente por teléfono con el abogado de la parte contraria y cuando me ve pasar, interrumpe su conversación para espetarme: “No te vayas, necesito hablar contigo de este asunto, es urgente.” Suena mi teléfono y del otro lado del hilo, llega la pregunta fatídica “¿qué hay de lo mío?.

Cierro los ojos, respiro profundamente y me digo a mi misma: CALMA, lo hago varias veces para asegurarme de que mi alterado sistema nervioso lo ha escuchado. Tras unos segundos vuelvo al hervidero y a la vorágine y me pregunto: ¿por qué todos los años cunde el pánico en estas fechas ?

No tengo ni la respuesta ni la solución, si alguien encuentra alguna de ellas, por favor, que me lo haga saber. Se gratificará.

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