De
pequeña quería ser peluquera y después, monitoria de aerobic.
Jamás dijo que seguiría mis pasos como abogada, aunque había que
estar muy ciego para no ver que la vocación la llevaba en la sangre.
Cuando era niña le leía el flautista de Hamelín y disfrutaba con
sus ojillos repletos de fascinación por un hombre que con una simple
flauta defendía los derechos de la ciudadanía, librando a un pueblo
de las ratas. Otras veces me agotaba cuando se convertía en
acusación particular contra los cuarenta ladrones por pervertir al
bueno de Ali Babá, aunque siempre terminaba diciendo “cuéntamelo
otra vez”. Hoy el destino une nuestras togas y mientras yo celebro
mi veinticinco aniversario de profesión, ella jura la Constitución
como nueva letrada. Este oficio le viene como anillo al dedo y estoy
segura de que dentro de poco compartirá sus éxitos conmigo y
entonces diré “cuéntamelo otra vez”.
Relato seleccionado este mes de octubre en el X concurso de microrrelatos sobre abogados que organiza el Consejo General de la Abogacía. Los requisitos son que trate sobre abogados, que no supere las 150 palabras y que incluya estas cinco: Constitución, cuarenta, aniversario, derechos, ciudadanía.
4 comentarios:
Me ha encantado este relato tan tierno y tan bien escrito. Tan autobiográfico. Me alegra que los abogados te sigan dando alegrías
Un abrazo bien grande, apañera
Buen relato, Esperanza, en un mundo en el que te manejas como pez en el agua. Suerte y un abrazo
Muy bonito relato, bastante autobiográfico, me parece.
Un beso grande.
Jose.
Dos abogados en la familia, el oficio está asegurado...
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