Dibujo: 1996 mondrian.- flickr
Definitivamente, no tenía ni la más remota idea de quien podía encarnar el misterioso personaje que hacía aparecido en su vida, sin que nadie le hubiese llamado. Estaba claro que era alguien de su empresa, cómo sino iba a conocer su correo electrónico e iba a saber cómo iba vestida ese día.
La pieza que no le encajaba es que conociera su dirección particular. Aunque llevaba muchos años en la empresa, Ángeles tenía un carácter reservado y no recordaba haberle dado sus señas privadas a ninguno de sus compañeros, a pesar de que era un dato que obraba en la base de datos de la empresa. Se paró a pensar quien tenía acceso a esa aplicación y tan sólo le salieron 4 nombres: Fabo y Nicolás, los gerentes de la empresa, Carmen, su compañera de despacho y Miguel, el informático.
Ni Fabo ni Nicolás tenían ojos para ella, además últimamente estaban especialmente frios y distantes, con lo cual quedaron automáticamente descartados y una vez excluida Carmen por su condición de mujer, tan sólo le quedaba Miguel, que si bien era una persona muy correcta, nunca había percibido que tuviera interés alguno por ella ni por ninguna otra hembra, su homosexualidad. era de dominio público.
Los sollozos que provenían de la habitación de su madre se fueron convirtiendo, poco a poco, en lamentos, y aunque sentía la culpa como una aguja clavada en el pecho, su enfado le impedía correr hacia ella para pedirle perdón.
Decidió quedarse en su alcoba y seguir investigando sobre la nota que acompañaba a las orquídeas. Encendió su ordenador, fue a un buscador de internet y escribió “La Leyenda de la Orquídea” y apretó la tecla buscar
Continuará................................
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