EL SUSURRO DEL DUENDE (57ª entrega)

Alia


El timbre de puerta la sacó de sus embelesos. Chelo solía soñar con los ojos abiertos, imaginaba que era una tranquila madre de familia, felizmente casada y con dos maravillosos hijos y se figuraba que su trabajo realmente eran las tareas domésticas de su hogar. Tras la puerta le esperaba su sórdida realidad, el Comisario Vielva.

- Buenas tardes Chelo, ¿está sola? – preguntó el Comisario entrando en la casa sin esperar que le invitaran a hacerlo.

Chelo contestó con un movimiento de cabeza y con la mirada sumisa clavada en el suelo. El Comisario siempre le había inspirado temor, se sentía muy envarada en su presencia, la última vez que le había visto no había ocurrido porque estaba Roberto delante, pero ahora estaba sola.

El comisario entró directamente en la cocina y tomó asiento.

- Bueno, bueno, seguro que usted sabe muchas cosas de esta familia y seguro que usted lo que quiere es que aparezca Diana ¿a que sí? –

Chelo había reanudado su tarea de plancha y alisaba nerviosamente una sábana, sin dar contestación a lo que le habían preguntado.

- Seguro que usted sabe donde están ahora Laura y su amiguito –

Chelo planchaba cada vez más deprisa y sin levantar la vista dijo en voz baja: - Yo no, no, yo no se ná.-

- ¿Están investigando por su cuenta Laura y su amigo la desaparición de Diana? -

- Le repito que yo no sé ná. –

- Es una pena que no quiera colaborar. ¿Sabe una cosa? Tengo encima de la mesa el expediente policial de su hijo Jonathan, ¡que lástima! este chico va por muy mal camino, la próxima que haga entrara en la cárcel, salvo que usted me cuente lo que están haciendo Laura y su amiguito. En ese caso, a lo mejor puedo hacer algo por Jonathan......

Chelo se mordía los labios nerviosamente y luchaba por reprimir las lágrimas, pero guardaba silencio y seguía planchando.

- ¿Sabe Laura que su hijo ha tenido varios juicios por robo? Seguro que no le agradará nada enterarse que tiene en casa a la madre de un chorizo –

Una lágrima de impotencia corrió por su cara y fue a parar a la prenda que estaba planchando en ese momento, pero se mantuvo firme en su silencio hasta que el Comisario volvió a atacar de nuevo, esta vez con más virulencia todavía.

- Yo se que en el fondo es buen chico, mire, como yo se que se mete....... tengo en Comisaria unas sustancias estupendas requisadas de redadas anti drogas que le van a poner a tono ¿qué le parece? Le voy a regalar unas cuantas.

Chelo se sintió acorralada y finalmente ante la amenaza de hundir aun más a su hijo en el fango de las drogas, dijo:

- Yo lo único que se es que se tiran horas muertas ante el ordenador buscando pistas y luego las siguen –

- ¿Quién le da la pista? –

- No sé, yo no se más – dijo Chelo con fastidio y culpa.

- Es una pena que no pueda hacer nada por Jonathan – dijo Javier Vielva mientras que se disponía a marcharse.

(Continuará) ...........

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