Casi nunca me asomo a la caja tonta, por motivos de salud mental y por falta de interés. Prefiero dedicar el poco tiempo libre que me queda a leer y a escribir, que me reporta muchas más satisfacciones. En cambio, el otro día hice una excepción y me quedé a ver un programa en la autonómica, donde hacían un recorrido por las zonas más selectas de la Comunidad Autónoma, enseñando algunas de las casas más caras de Madrid.
No pude aguantar el programa entero, me pareció inconveniente, impertinente, irreverente e insultante.
Salió un arquitecto de cuyo nombre no puedo ni quiero acordarme, enseñando una casa que había diseñado y diciendo cosas como “no te creas, a los dueños les costó mucho acostumbrarse a esta casa, no es fácil pasar de una casa de 800 metros a una de 3000”.
Perdone usted, lumbrera del diseño, lo difícil no es pasar de 800 a 3000, sino vivir en 30 metros, o en un cuarto sin ascensor con problemas de movilidad o en una infravivienda con riesgo de ruina, en el barrio de Lavapies. Eso es lo difícil, señor mío.
Con más de 4 millones de parados, con esta crisis económica que nos esta royendo hasta los huesos y con estos nubarrones negros que se ciernen sobre nuestras cabezas y que nos amenazan con rayos y centellas, no parece muy oportuno exhibir las grandes mansiones a las que acceden unos pocos, a los que, por cierto, la crisis no les descoloca ni un pelo.
Cada uno que viva como quiera y donde pueda, pero sin ostentaciones, que no está el horno para bollos.
Mi intento de aproximación a la caja boba resultó fallido y salí despavorida y escandalizada. Espero llegar al grado de sanísima ignorancia televisiva de Eduardo Punset al que un periodista le preguntó: -¿Qué opina de Belén Esteban?- y con ese acento catalán y esa flema británica que le caracteriza contestó -¿y quien es Belén Esteban?-.
Pues eso, apagad la tele y vuestra salud mental os lo agradecerá.
No pude aguantar el programa entero, me pareció inconveniente, impertinente, irreverente e insultante.
Salió un arquitecto de cuyo nombre no puedo ni quiero acordarme, enseñando una casa que había diseñado y diciendo cosas como “no te creas, a los dueños les costó mucho acostumbrarse a esta casa, no es fácil pasar de una casa de 800 metros a una de 3000”.
Perdone usted, lumbrera del diseño, lo difícil no es pasar de 800 a 3000, sino vivir en 30 metros, o en un cuarto sin ascensor con problemas de movilidad o en una infravivienda con riesgo de ruina, en el barrio de Lavapies. Eso es lo difícil, señor mío.
Con más de 4 millones de parados, con esta crisis económica que nos esta royendo hasta los huesos y con estos nubarrones negros que se ciernen sobre nuestras cabezas y que nos amenazan con rayos y centellas, no parece muy oportuno exhibir las grandes mansiones a las que acceden unos pocos, a los que, por cierto, la crisis no les descoloca ni un pelo.
Cada uno que viva como quiera y donde pueda, pero sin ostentaciones, que no está el horno para bollos.
Mi intento de aproximación a la caja boba resultó fallido y salí despavorida y escandalizada. Espero llegar al grado de sanísima ignorancia televisiva de Eduardo Punset al que un periodista le preguntó: -¿Qué opina de Belén Esteban?- y con ese acento catalán y esa flema británica que le caracteriza contestó -¿y quien es Belén Esteban?-.
Pues eso, apagad la tele y vuestra salud mental os lo agradecerá.
3 comentarios:
Contrapunto.....
Fatal(y predecible) casualidad en tu pequeña experiencia como espectadora.
Por la "caja tonta" se nos han asomado personajes como Felix Rodriguez de la Fuente, Fernando Sanchez Dragó o el mencionado Eduardo Punset, con propuestas televisivas, cuando menos, muy especiales.
¿Debemos quemar los libros que no nos gustan? ¿apagar las emisoras que no nos seducen?
Recordamos la pregunta ¿las televisiones echan los programas que la gente quiere ver? ¿Tendría audiencia un canal que solo programase a Dragó, Punset, Perez-Reverte, JA Marina? ¿todos vemos la 2?
Pero queramos o nó, forma parte de nuestras vidas.
¿Que es lo forma parte de nuestras vidas? ¿La telebasura? Cualquier realidad se puede cambiar. Yo no quemo los libros que no me gustan, simplemente no los leo. Apago la radio cuando no me seduce lo que cuentan y prescindo de la tele cuando lo único que me reporta son nauseas. Es facil.
Hace años que medio apagué mi televisión. Tengo TV por cable y elijo lo que quiero ver. Eso sí, muy pocas horas al día y, a veces, me paso un montón de días sin encenderla. La mayoría de los personajillos que salen en los impresentables programas de la mayoría de las televisiones yo, como Punset, tampoco los conozco. Que en el camino me pierdo otras cosas algo más presentables... ¡y qué más da, habiendo tanto donde elegir! Puedo prescindir perfectamente de la pedantería del Sr. Dragó y a Pérez-Reverte prefiero leerlo, más que oirlo. La verdad, la TV me entretiene un poquito, pero no me enriquece nada. Ante esta situación, vuelvo a estar de acuerdo contigo, Esperanza.
Publicar un comentario