Nunca había visto una Comisaría con la mirada con la que hoy la veía, nunca había entrado en ella como una ciudadana más en busca de la protección policial. Hoy no se sentía investida del halo de protección que le daba su condición de letrada, al contrario, se veía a sí misma como una desvalida mujer, muerta de miedo y parecía que esa visión era compartida también por otros, no en vano la habían confundido con una mujer maltratada. Con ojeras, sin arreglar, vestida con el primer jersey y los primeros vaqueros que encontró en el armario, era una más.
Veía a Luis gesticulando mientras hablaba y al Inspector escuchándole atentamente y se preguntaba cómo había podido compartir tantos años de su vida con él, se sentía culpable por haberle permitido ser el padre de su hija. Un instante fue suficiente para borrar de un plumazo todos los buenos momentos vividos a su lado. Sentía una aguda punzada en la boca del estómago al recordar la escena protagonizada por Luis la noche anterior y se reprochaba a sí misma no haber tenido una actitud más contundente frente a él.
Vio entrar por la puerta con gesto grave, a su socio, Esteban Herrera, e ir a su encuentro. Se fundieron en un largo y sentido abrazo. Laura se acurrucó como una niña en los brazos de Esteban y empezó a llorar todas las lágrimas contenidas hasta entonces. –Ayúdame- le decía constantemente entre sollozos, y él le repetía – Tranquila, la encontraremos, ya verás- mientras le acariciaba el pelo.
Laura le transmitió a Esteban su temor de que Arturo Hidalgo pudiera estar detrás de la desaparición de Diana, también le relató la pelotera que Luis había montado a costa del duende y su decisión de dar por terminada su relación con él.
- No es el mejor momento para tomar decisiones de ese tipo- le aconsejó Esteban –vamos a buscar a Diana y cuando la encontremos, decides fríamente si te quieres separar de él -
- Quizá tengas razón – dijo Laura meditando la respuesta.
Luis acababa de terminar su declaración y se despedía del Inspector con un afectuoso apretón de manos.
Se acercó a Esteban y estrechó su mano con más compromiso que sentimiento y dijo: - Vámonos Laura, dicen que ya te tomaran declaración cuando estés más tranquila – . La intentó tomar de la cintura, empujándola suavemente hacia la salida y ella se revolvió, retirando bruscamente su mano. –Yo no voy contigo a ninguna parte-
Luis abandonó sólo la Comisaría bajo la atenta mirada del Inspector que tras el cristal había presenciado toda la escena.
(Continuará)
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