Laura sabía que algo había pasado por la forma en que Chelo se había asomado a la ventana de la cocina en cuanto oyó su coche. Cuando llegó arriba, Chelo la estaba esperando muy nerviosa: - Ay Seña, que yo no me lo explico, que no se ca´pasao, que si uste no me cree, yo lo pago, pero no me eche por lo que más quiera- Chelo luchaba por reprimir las lágrimas.
- Chelo, no me he enterado de nada, así que empiece por el principio. ¿qué ha pasado? –
-Esta mañana antes de llevar a la Diana a la e´cuela, lo´ plato´ se salieron solos del almario y se ehcacharon contra el suelo – relató colocándose nerviosamente el pelo y frotándose repetidamente la cara. – solo han quedado do´plato´ vivo´.
-¿Cómo? – preguntó incrédula Laura.
-Debe ser cosa de las ánimas – apuntilló Chelo santiguándose rápidamente.
No habían reparado en Diana, que estaba en la puerta escuchando hasta que la oyeron decir -Fue el duende, mamá, que se enfadó – .
Laura estaba aturdida, intentaba poner en orden la información que iba recibiendo, sin conseguirlo. Por un lado, su asistenta lloraba presa de un ataque de pánico por un hecho inexplicable y por el miedo a que la despidieran y por otro lado su hija le apuntaba que el sujeto responsable del destrozo era su amigo el duende. No sabía que hacer, lo único que tenía claro es que Luis no debía enterarse de lo ocurrido.
Demasiado tarde, Luis estaba delante de las tres preguntándose a que se debían esas lágrimas de Chelo y esa cara de circunstancias de Laura, - Ay Señor que desgracia!!!! Que las ánimas han estrozado la vajilla!!!!!- decía Chelo entre lamentos.
-Dí que no, papá, ha sido un duende –
-¿Un duende?- preguntó Luis a Diana al tiempo que dejaba el maletín en el suelo, se aflojaba la corbata y se dejaba caer sobre una silla.
Laura decidió amainar la tormenta que se avecinaba y le indicó a Chelo que llevara a Diana a su habitación y le ayudara a recoger sus juguetes.
Cuando se disponían a salir de la cocina Luis intervino: - Un momento, Diana ¿qué diablos es eso del duende?-
Diana tomó asiento al lado de su padre, y empezó a explicarle: - Me traje un duende que me encontré en un bosque de Loya y se enfadó con Chelo porque dijo que los niños del colegio se iban a reír de mi - .
Luis descansó la cabeza entre sus manos, intento contener la crispación, miró a su hija y dijo: - Mira Diana, los duendes sólo existen en los cuentos y viven bajo las setas, aquí no hay duendes ni amigos invisibles, en este mundo solo hay personas de carne y hueso, y a partir de ahora, tus amigos van a ser así, de carne y hueso, y si te descubro inventándote historias fantásticas, vas a estar castigada una temporada –
- Pero papá – protestó Diana aunque no pudo seguir porque su padre pegó un puñetazo en la mesa y gritó: -¿lo has entendido?. –
Laura intervino nuevamente pidiéndole a Chelo que llevara a Diana a su cuarto. Cuando salían, la niña se volvió un instante y entre pucheros le dijo a su padre: -Gnomos, son los gnomos los que viven bajo las setas-
(Continuará)
2 comentarios:
Me gusta tu nueva bienvenidad de quisiera contarte-
Disfruta de unas merecidas vacaciones en los bosques de tu "Loya" particular, respira hondo y atenta a lo que te cuenten los duendes,te pueden sorprender.
Besos
¡estás en todo! ¡que barbaridad! pensé que los habituales no os ibais a dar cuenta, pero ya veo que sí.
Estoy deseando irme a Loya para perderme en sus bosques, pero no traeré ningún duende más, con uno es suficiente, que ya vereis la guerra que va a dar.
Besos
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