LA DIFICIL TAREA DE EDUCAR

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Decía mi admirado Antonio Blay Fontcuberta, que la mejor manera de educar a un hijo es educándonos a nosotros mismos. Y es que a veces, a fuerza de intentar tener siempre bien amueblada la cabeza, se nos va la pinza.

Nos aferramos a nuestros rígidos criterios y todo lo que no siga sus dictados, lo atacamos, pateamos y destruimos ¿por qué? ¿Tal vez porque tenemos miedo a abrirnos a lo desconocido? ¿Tal vez porque tenemos miedo a perder el control?. Cuando creemos que estamos en posesión de la verdad absoluta, acabamos perdiendo la cabeza, poniéndonos el mundo por montera con tal de imponer nuestras reglas, gobernando casas ajenas, convencidos de que sólo nosotros sabemos hacerlo y poniendo en evidencia y vergüenza a nuestros propios hijos, cuya aspiración es no alcanzar protagonismo por las ventoleras intempestivas de sus padres.

Educar no es demostrar a un hijo que puedo luchar contra el mundo, educar es enseñarle a buscar su lugar en el mundo. Educar no es decirle quien tiene que ser, sino ayudarle a conocer quien es. Educar es abrazarle y confesarle que tu también lloras, dudas y te equivocas, pero que siempre estarás a su lado cuando te necesite.

Nada más lejos de mi intención que erigirme en modelo de nada ni de nadie, me queda mucho por aprender como madre y cada día aprendo algo nuevo de mis hijos, pero si algo no me perdonaría, es convertirles en victimas de mis propias frustraciones.


2 comentarios:

Beatriz dijo...

No das puntada sin hilo ..................., muy muy acertado el comentario.

Anónimo dijo...

Ni de las propias frustaciones, ni que sean presas de nuestros propios miedos. Tenemos muchos miedos, a que les pase esto, a que les pase lo otro. Pero es que les tiene que pasar
y tienen que aprender a levantarse y a sufrir, y nosotros estar ahí.

Me alegro haberte conocido.