Las horas en las que estuvo preso no le habían restado porte alguno a Arturo Hidalgo. Vestido con un pantalón vaquero y un polo azul de marca parecía más bien recién llegado de una excursión por la sierra que recién salido de un hediondo calabozo.
-Vaya por delante que yo no tengo nada que ver con la desaparición de tu hija- le dijo a Laura, nada más sentarse - pero creo que se ha producido de la misma manera que la de mi hija –
- A estas alturas ya sabrás que yo fui considerado el mayor sospechoso de la desaparición de mi hija Marta- Arturo Hidalgo adoptó un tono grave y la tristeza afloró en su mirada – Era lo más importante de mi vida y la perdí en unas extrañas circunstancias a las que todavía no encuentro explicación –
-Nada más desaparecer Marta, empecé a recibir mensajes que me invitaban a participar en un juego para rescatarla, se lo comuniqué a la policía y llegaron a la conclusión que todo me lo había inventado para prepararme una coartada...... mi mujer tampoco me creyó –
- ¿Cómo recibiste los mensajes?- le preguntó Laura visiblemente nerviosa.
-A través del ordenador, me lo encontraba inexplicablemente encendido y el mensaje se mostraba en la pantalla, pero no me llegaba por correo electrónico, era como si alguien hubiera entrado en casa y lo hubiera escrito directamente con el teclado - La expresión de Laura la delató
-Veo que a ti también te ha pasado – concluyó Arturo
-¿Seguiste el juego?-preguntó Laura
- No, no lo hice, porque estaba muy confuso, nadie me apoyó y me hundí, mi matrimonio se rompió, fui tomado por loco y aunque luego me absolvieron por falta de pruebas, la sombra de la culpa me acompaña a todas partes. Los mensajes dejaron de aparecer y Marta nunca volvió, aunque yo sigo creyendo que está viva en alguna parte. –
Arturo siguió hablando, a pesar de que, de vez en cuando, se le quebraba la voz, Laura le escuchaba con suma atención.
-Vaya por delante que yo no tengo nada que ver con la desaparición de tu hija- le dijo a Laura, nada más sentarse - pero creo que se ha producido de la misma manera que la de mi hija –
- A estas alturas ya sabrás que yo fui considerado el mayor sospechoso de la desaparición de mi hija Marta- Arturo Hidalgo adoptó un tono grave y la tristeza afloró en su mirada – Era lo más importante de mi vida y la perdí en unas extrañas circunstancias a las que todavía no encuentro explicación –
-Nada más desaparecer Marta, empecé a recibir mensajes que me invitaban a participar en un juego para rescatarla, se lo comuniqué a la policía y llegaron a la conclusión que todo me lo había inventado para prepararme una coartada...... mi mujer tampoco me creyó –
- ¿Cómo recibiste los mensajes?- le preguntó Laura visiblemente nerviosa.
-A través del ordenador, me lo encontraba inexplicablemente encendido y el mensaje se mostraba en la pantalla, pero no me llegaba por correo electrónico, era como si alguien hubiera entrado en casa y lo hubiera escrito directamente con el teclado - La expresión de Laura la delató
-Veo que a ti también te ha pasado – concluyó Arturo
-¿Seguiste el juego?-preguntó Laura
- No, no lo hice, porque estaba muy confuso, nadie me apoyó y me hundí, mi matrimonio se rompió, fui tomado por loco y aunque luego me absolvieron por falta de pruebas, la sombra de la culpa me acompaña a todas partes. Los mensajes dejaron de aparecer y Marta nunca volvió, aunque yo sigo creyendo que está viva en alguna parte. –
Arturo siguió hablando, a pesar de que, de vez en cuando, se le quebraba la voz, Laura le escuchaba con suma atención.
– Necesitaba hablar contigo para prevenirte, veo que te ha ocurrido lo mismo, no lo comentes con la policía, no te creerán, y sigue el juego, no tienes nada que perder. Yo ya he perdido pero tu todavía no -
- Todavía no sé lo que pasó, Marta era una niña muy especial ¿sabes? días antes a su desaparición me dijo que había un duende en su habitación.-
Laura se puso repentinamente de pie y le dijo – Arturo, me tengo que ir, te agradezco la información que me has dado – y le extendió la mano y él la tomó entre las suyas diciéndole – Que tengas suerte –
- Todavía no sé lo que pasó, Marta era una niña muy especial ¿sabes? días antes a su desaparición me dijo que había un duende en su habitación.-
Laura se puso repentinamente de pie y le dijo – Arturo, me tengo que ir, te agradezco la información que me has dado – y le extendió la mano y él la tomó entre las suyas diciéndole – Que tengas suerte –
(Continuará)
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