VIAJE EN BALDE


Más de 500 kilómetros en un día para apagar un fuego que luego resultó ser un jarro de agua fría.

Una copiosa herencia, un matrimonio mayor, envenenado por un odio cosechado cuidadosamente durante veinte años y el mundo entero contra ellos. Tres agotadoras horas de reunión, la primera para enterarnos de qué es lo que querían, la segunda para decirles qué es lo que tenían que hacer y la tercera para comprobar que no venían buscando nuestro consejo, sino nuestra adhesión a su causa.

Ella, una mujer de porte distinguido y finos modales, no tardó en convertirse en la hidra de las siete cabezas cuando comprobó que no estábamos de su parte, no quería escuchar soluciones, quería seguir quejándose por las esquinas y echando por la boca la hiel que con tanto esmero llevaba veinte años fabricando.

El, un hombre elegante, que se asomaba al mundo a través de la traducción simultanea de su esposa desde hace dos décadas, estaba queriendo entender nuestras explicaciones, menos mal que ella le llevaría nuevamente al redil, cuando volvieran a casa.

Tres horas durante las que Ramón y yo cruzábamos furtivamente nuestras miradas, en busca de consignas de actuación al unísono, la última fue clara “ vámonos que aquí no hacemos nada ”.

Dimos por terminada la reunión a la vez que nuestra paciencia y tras comprobar que habíamos hecho el viaje en balde y que habíamos perdido todo el día, decidimos darnos un homenaje en un restaurante de cocina de autor.

Un homenaje por los muchos momentos en los que aguantas el tirón y contienes tu lengua para no decir a alguien una verdad que se merece y que no soportaría escuchar.

Un homenaje por las muchas horas invertidas en trabajar los problemas de otros, que casi nunca compensan los tiempos robados a nuestras familias.

Un homenaje por nuestra dedicación y porque todavía somos capaces de creer en lo que hacemos.

Un homenaje porque a día de hoy podemos decir, con la cabeza muy alta, que actuamos conforme a los dictados de nuestras conciencias y no de nuestros bolsillos.

4 comentarios:

Ángel dijo...

Se hace dificil mantener lo de los 21 dias ¿no?.

Besos

ESPERANZA dijo...

¡No sabes cuanto! Me cambio varias veces al día la pulsera, pero sigo intentándolo, algún día lo conseguiré.

Besos.

MERCEDES dijo...

Después de un día así,no me extraña que estuvieras tan cansada...y a pesar de eso, le ofreciste " un homenaje" a Carletes al acudir con Pedro y Juan a su actuación esa misma noche....( y aguantar de pie tanto tiempo, hasta que por fin bailó).
Todo un gran detalle por vuestra parte.
Para él fue una noche importante, su "estreno como artista para sus amigos".

GRACIAS por vuestro cariño y los de los demás amigos .

Besos

ESPERANZA dijo...

Gracias las de Carletes que tiene el mismo arte para meter un canastón que para bailar una jota. Definitivamente es un artista. ¿Como ibamos a perdernoslo?.

Besos,