Imagen Clau Ra.- Flickr
Una estantería rebosante de sus trofeos en artes marciales y otra donde se exhibían sus cincuenta y cinco plumas de colección, ocupaban los lugares estelares del salón. El resto de los rincones estaban ocupados por sus libros, todos perfectamente ordenados por materias y autores. La música brotaba por todas partes, había instalado altavoces en todas las estancias para no perderse ni una sola de las notas de los conciertos de Tchaikovsky, Brahms y Beethoven que escuchaba una y otra vez, un día tras otro.
Era su espacio y no lo compartía con nadie, había prescindido incluso de una asistenta que venía a limpiar, desde que se le ocurrió sacar los libros de su sitio, pasarles el plumero y volver a colocarlos sin orden ni concierto. Empleó semanas en volver a reponer el orden establecido.
Era un alma solitaria, un espíritu cultivado, un ser en constante búsqueda que no encajaba dentro de los cánones de la normalidad, por lo que a menudo le colgaban el sambenito de excéntrico.
Sus grandes pasiones eran la literatura, la música y ella, a la que llevaba amando en silencio durante años, idealizándola, convirtiéndola en su musa y en su obsesión, a pesar de que nunca le confesó, ni tan siquiera insinuó, sus sentimientos. Hace unos días había tomado la decisión de lanzarse a la conquista y lo había hecho de la mejor manera que sabía, con la palabra.
No se había atrevido a identificarse por miedo al rechazo, y por ello, adoptó un seudónimo para firmar sus misivas: poeta urbano.
Continuará............................
En estos fríos días de invierno procuraba ponerse a cubierto. El mal tiempo le atacaba el ánimo y le sobrevenía un tremendo mal humor. Su terapia era aislarse en casa, se sentía muy a gusto en ella., era su reducto de paz y la había convertido en el arca de sus tesoros.
Una estantería rebosante de sus trofeos en artes marciales y otra donde se exhibían sus cincuenta y cinco plumas de colección, ocupaban los lugares estelares del salón. El resto de los rincones estaban ocupados por sus libros, todos perfectamente ordenados por materias y autores. La música brotaba por todas partes, había instalado altavoces en todas las estancias para no perderse ni una sola de las notas de los conciertos de Tchaikovsky, Brahms y Beethoven que escuchaba una y otra vez, un día tras otro.
Era su espacio y no lo compartía con nadie, había prescindido incluso de una asistenta que venía a limpiar, desde que se le ocurrió sacar los libros de su sitio, pasarles el plumero y volver a colocarlos sin orden ni concierto. Empleó semanas en volver a reponer el orden establecido.
Era un alma solitaria, un espíritu cultivado, un ser en constante búsqueda que no encajaba dentro de los cánones de la normalidad, por lo que a menudo le colgaban el sambenito de excéntrico.
Sus grandes pasiones eran la literatura, la música y ella, a la que llevaba amando en silencio durante años, idealizándola, convirtiéndola en su musa y en su obsesión, a pesar de que nunca le confesó, ni tan siquiera insinuó, sus sentimientos. Hace unos días había tomado la decisión de lanzarse a la conquista y lo había hecho de la mejor manera que sabía, con la palabra.
No se había atrevido a identificarse por miedo al rechazo, y por ello, adoptó un seudónimo para firmar sus misivas: poeta urbano.
Continuará............................
2 comentarios:
Que buena "pinta" va tomando tu novela y encima con premio: esta semana dos entregas.
¡¡Buen trabajo!!
Continuará .............
el mejor premio es que vosotros os lo paseis bien leyéndola y yo escribiéndola.
Gracias Reina!!!
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