DE OFICIO: HOMBRE BUENO


Foto art es anna.- galeria flickr


Echo de menos en las ofertas de empleo de los periódicos algún reclamo para cubrir un puesto de hombre bueno. Todavía en nuestras leyes laborales, se contempla que las partes en un litigio puedan asistir a la conciliación previa acompañados de un hombre bueno. A menudo esa función la encarna el Abogado, cuya fama y maneras, le sitúan a años luz de los valores que inspiran dicha figura.

Pero no quiero hablar de mi oficio, sino del de ellos, del de los hombres buenos, de esa especie que escasea y tanto necesitamos.

Hoy quiero hablar de los hombres que un día decidieron dedicar toda su energía a los más necesitados, se mezclaron con ellos, compartieron su miseria y les proporcionaron las claves para devolverles la dignidad perdida. Hombres que nadaron contra corriente y consiguieron mantenerse a flote frente a las presiones políticas y a los grupos de poder que nos gobiernan.

Quiero hablar de los hombres que nos han enseñado que la compasión es la llave que nos permite cambiar el mundo y la bondad la herramienta necesaria para hacerlo.

Quiero hablar de Vicente Ferrer, y con él de tantos y tantos seres anónimos que renunciaron a sus cómodas vidas, a sus exitosas carreras profesionales y abrazaron el oficio de hombre bueno.

Vicente Ferrer se ha ido pero nos ha dejado su testimonio, su obra y sobre todo la esperanza de que un mundo mejor es posible.


“¿Que necesidad tengo de buscar la verdad, si cualquier acción buena a favor de los demás contiene en sí todas las filosofías, todas las ideologías, todas las religiones, el Universo entero y al mismo Dios?”


Vicente Ferrer.

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