Cuando Gabriel apareció en el salón con la bandeja que portaba la infusión y un plato con unos improvisados trozos de chocolate, Ángeles estaba acariciando el violín que él había dejado sobre la butaca.
-¿También tocas el violín?- Le preguntó ella
- Lo tocaba, ahora ya no, ....bueno hasta esta noche- contestó él poniendo la taza de tila sobre la mesa.
- Te debo una explicación – dijo Ángeles sentándose en frente de Gabriel .
- No me debes nada- dijo él sonriendo.
-Quiero explicarte quien era Nacho y porqué irrumpió en el café, insultándome y comportándose de esa manera violenta – insistió ella.
-Ángeles, no quiero saberlo, no me importa quien era, siento su muerte, como la de cualquier ser humano, pero nada más- concluyó él.
Ella le observaba levantando los ojos sobre el borde de la taza, él la miraba de frente con una mirada profunda y serena y el silencio flotaba cómodamente entre los dos, como si fueran viejos conocidos que no necesitaran de la palabra para comunicarse.
Se habían encontrado, por fin, mostrando sus heridas de guerra, desnudando sus cicatrices, compartiendo sueños, intercambiando sonrisas, dejando atrás la soledad y convirtiendo sus almas errantes y solitarias en compañeras del camino.
-¿También tocas el violín?- Le preguntó ella
- Lo tocaba, ahora ya no, ....bueno hasta esta noche- contestó él poniendo la taza de tila sobre la mesa.
- Te debo una explicación – dijo Ángeles sentándose en frente de Gabriel .
- No me debes nada- dijo él sonriendo.
-Quiero explicarte quien era Nacho y porqué irrumpió en el café, insultándome y comportándose de esa manera violenta – insistió ella.
-Ángeles, no quiero saberlo, no me importa quien era, siento su muerte, como la de cualquier ser humano, pero nada más- concluyó él.
Ella le observaba levantando los ojos sobre el borde de la taza, él la miraba de frente con una mirada profunda y serena y el silencio flotaba cómodamente entre los dos, como si fueran viejos conocidos que no necesitaran de la palabra para comunicarse.
Se habían encontrado, por fin, mostrando sus heridas de guerra, desnudando sus cicatrices, compartiendo sueños, intercambiando sonrisas, dejando atrás la soledad y convirtiendo sus almas errantes y solitarias en compañeras del camino.
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