Ya estoy de vuelta. Como veis, no he tardado mucho, lo suficiente para cargar de prana mis pilas.
Despedí el año en mi paraíso particular, envuelta por una noche gélida, entre picos nevados, con un cielo de un intenso color índigo, vestido para la ocasión y coronado por la luna llena. Seguro que al año 2009 no le importó marcharse en un entorno tan bello.
Entré en 2010 rodeada de buenos amigos, y de buenos propósitos para el nuevo año. Con cada uva un deseo, que luego el transcurso del año desvelará si se cumple o no. Con cada campanada una ilusión, porque sin ella, la vida no tiene sentido.
Cuando acaba el año, escribo en un papel los errores cometidos y los miedos no superados, y los quemo junto con el muérdago seco que ha visto pasar los 365 días colgado sobre el umbral de la puerta. Es una manera como otra cualquiera de darle forma a la célebre frase “año nuevo, vida nueva” , aunque yo sólo pretendo seguir con la que tengo, haciéndole unos pequeños retoques para mejorarla y mejorarme.
Cuando empieza el año, siempre me asalta el vértigo hacia lo desconocido, la angustia por los imponderables y los incontrolables que se puedan presentar y rápidamente intento escapar de sus garras, evocando una máxima de Epicteto: “no te concentres en que las cosas salgan como tu quieres, sino en que salgan como salgan, salgas bien parado” .
Mi único deseo: que salgamos bien parados de 2010.
Despedí el año en mi paraíso particular, envuelta por una noche gélida, entre picos nevados, con un cielo de un intenso color índigo, vestido para la ocasión y coronado por la luna llena. Seguro que al año 2009 no le importó marcharse en un entorno tan bello.
Entré en 2010 rodeada de buenos amigos, y de buenos propósitos para el nuevo año. Con cada uva un deseo, que luego el transcurso del año desvelará si se cumple o no. Con cada campanada una ilusión, porque sin ella, la vida no tiene sentido.
Cuando acaba el año, escribo en un papel los errores cometidos y los miedos no superados, y los quemo junto con el muérdago seco que ha visto pasar los 365 días colgado sobre el umbral de la puerta. Es una manera como otra cualquiera de darle forma a la célebre frase “año nuevo, vida nueva” , aunque yo sólo pretendo seguir con la que tengo, haciéndole unos pequeños retoques para mejorarla y mejorarme.
Cuando empieza el año, siempre me asalta el vértigo hacia lo desconocido, la angustia por los imponderables y los incontrolables que se puedan presentar y rápidamente intento escapar de sus garras, evocando una máxima de Epicteto: “no te concentres en que las cosas salgan como tu quieres, sino en que salgan como salgan, salgas bien parado” .
Mi único deseo: que salgamos bien parados de 2010.
4 comentarios:
Ya tenía yo ganas de "verte" por aquí, espero que tu retiro físico y espiritual te haya sentado bien.
Comparto totalmente contigo tu deseo para el 2010, puede que si todos lo deseamos se cumpla realmente.
Besos y Feliz 2010.
Mis retiros físicos y espirituales me dejan como nueva, la pena es que un par de días de trabajo son suficientes para perder sus efectos. ¡En fin! ¡Es lo que hay! y ¡que no falte!.
Besos,
Aprovecho el gustazo de leerte para desear que se cumplan tus deseos, con la absoluta confianza de que sería bueno para todos.
Un besazo desde el paraíso para ti y para toda "tu tropa", paraíso ahora tapado por unos 50 cms de nieve que se ha esperado a caer para que tuvieses un regreso sin incidencias.
Más besos!!!
Ya ni nos vemos cuando estoy allí, ni tan siquiera nos llamamos. Estamos perdiendo las buenas costumbres, esto no puede ser, menos mal que el cariño no se pierde, sigue intacto.
Besos y feliz 2010
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