Herederos de Fabricio González, S.L. había vivido tiempos mejores. Cuando Don Fabricio vivía y dirigía con mano recia y recta cabeza la empresa de artes gráficas que con tanto esfuerzo había levantado de la nada, todo marchaba sobre ruedas. Después vinieron sus hijos, a los que enseño con celo los secretos del oficio y les inculcó con tenacidad los principios en los que se basaba su éxito empresarial. Lástima que los herederos no hubieran captado ni una mínima parte del mensaje de su progenitor! ¡Lástima que no hubieran heredado ni la mitad del talento de D. Fabricio!.
Fabricio Jr. y Nicolás González, se habían encontrado todo hecho, no sólo no habían conocido el valor del esfuerzo, sino que se creían afortunados poseedores de la gallina de los huevos de oro. Todo salía de la empresa, el último modelo de deportivo que había comprado Fabricio Jr. o Fabo, como gustaba llamarse, la suscripción al club de golf de Nicolás, los cruceros por el Caribe, todo con cargo a la sociedad. Herederos de Fabricio González, S.L. parecía resistirlo todo y en épocas de bonanza, apenas se resentía por los abusos de sus administradores, pero ahora con la crisis, la empresa pasaba por serias dificultades económicas, agravadas por la torpeza e impericia de Fabo y Nicolás.
Ángeles había entrado en la empresa hacía dos décadas con su título de Diplomada en Ciencias Empresariales recién horneado bajo el brazo y con el encargo de llevar la contabilidad y los impuestos de la entidad. D. Fabricio la acogió como una hija, puso en sus manos el control financiero de la empresa, en cuanto comprobó su capacidad de trabajo y su dedicación y ella, por su parte, convirtió la empresa en su segundo hogar, sintiendo que su trabajo era importante y su opinión en materia económica, casi vinculante.
Era tal el grado de confianza que había entre ellos, que cuando murió D. Fabricio, Ángeles albergaba la esperanza de que se hubiera acordado de ella en su testamento, legándole una mínima parte de la sociedad, pero esto no ocurrió.
Las cosas eran muy distintas, ahora que Fabo y Nicolas dirigían la empresa. Ya no contaban con ella para los temas económicos, había pasado de ser una persona de confianza a una simple administrativa encargada de los números. Dejo de sentirse importante para pasar a hacerse invisible.
Fabricio Jr. y Nicolás González, se habían encontrado todo hecho, no sólo no habían conocido el valor del esfuerzo, sino que se creían afortunados poseedores de la gallina de los huevos de oro. Todo salía de la empresa, el último modelo de deportivo que había comprado Fabricio Jr. o Fabo, como gustaba llamarse, la suscripción al club de golf de Nicolás, los cruceros por el Caribe, todo con cargo a la sociedad. Herederos de Fabricio González, S.L. parecía resistirlo todo y en épocas de bonanza, apenas se resentía por los abusos de sus administradores, pero ahora con la crisis, la empresa pasaba por serias dificultades económicas, agravadas por la torpeza e impericia de Fabo y Nicolás.
Ángeles había entrado en la empresa hacía dos décadas con su título de Diplomada en Ciencias Empresariales recién horneado bajo el brazo y con el encargo de llevar la contabilidad y los impuestos de la entidad. D. Fabricio la acogió como una hija, puso en sus manos el control financiero de la empresa, en cuanto comprobó su capacidad de trabajo y su dedicación y ella, por su parte, convirtió la empresa en su segundo hogar, sintiendo que su trabajo era importante y su opinión en materia económica, casi vinculante.
Era tal el grado de confianza que había entre ellos, que cuando murió D. Fabricio, Ángeles albergaba la esperanza de que se hubiera acordado de ella en su testamento, legándole una mínima parte de la sociedad, pero esto no ocurrió.
Las cosas eran muy distintas, ahora que Fabo y Nicolas dirigían la empresa. Ya no contaban con ella para los temas económicos, había pasado de ser una persona de confianza a una simple administrativa encargada de los números. Dejo de sentirse importante para pasar a hacerse invisible.
Continuará.........................
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