El móvil de Ángeles evitó que Marta tuviera que dar una respuesta. ¿por qué te marcharte sin despedirte? decía Nacho al otro lado del teléfono, -Estabas tan plácidamente dormido, que me dio pena despertarte- contestó Ángeles con una voz cargada de ternura. Marta, había terminado ya su chocolate, se levantó, le dejo unas monedas a su amiga, le hizo un gesto de despedida con la mano y desapareció entre el bullicio de la gente que transitaba por la calle.
¿Comemos juntos? preguntó Nacho que sin esperar respuesta continuó diciendo – te recojo a las dos en la puerta de tu casa.
- De acuerdo, hasta luego – contestó Ángeles, colgando la llamada. Estaba desconcertada por la actitud de Marta, a la vez, sorprendida porque nunca le había hablado de sus sentimientos hacia Nacho y disgustada porque si algo no cabía en sus planes era pisarle el novio a su amiga.
Todo había ocurrido tan deprisa que todavía no le había dado tiempo a asimilarlo. También era mala pata que para una relación intensa y espontánea que surgía en su vida, estuviera marcada por el signo de la traición a su mejor amiga.
Por otra parte, el haber descubierto que Nacho era el misterioso poeta urbano, le había aportado tranquilidad, a pesar de que le quedaban varias piezas que no encajaban en el puzzle, como había apuntado Marta.
Tenía que ir a casa, necesitaba ducharse y cambiarse de ropa, aunque no le apetecía nada enfrentarse a los reproches y lamentos de su madre. Por fortuna, no estaba, así que Ángeles respiró y se sintió libre en esa prisión en la que había convertido Doña Elvira el hogar familiar.
Estaba eufórica, no lo podía ocultar, la noche vivida le había recargado de energía, de autoestima y del impulso suficiente para cambiar su vida.
Tras salir de la ducha, se vistió y maquilló lenta y minuciosamente, como nunca antes lo había hecho y cuando hubo terminado, se puso frente al espejo y se sintió satisfecha del resultado.
Decidió marcharse, aunque no fuera la hora, para evitar tener que enfrentarse a su madre, y salió a la calle con la intención de dar un paseo.
Paseaba entre los escaparates de las tiendas de ropa y zapaterías que se alineaban en la calle, cuando una anciana castañera llamó su atención. No supo porqué extraña razón se paró en seco frente a ella, mientras que la anciana le miraba fijamente y le prevenía: "Nada es lo que parece, tienes la llave de tu camino, tan sólo has de encontrar la puerta tras del que se esconde".
Ángeles permanecía inmóvil, sin poder pronunciar palabra alguna. Tras unos minutos de aturdimiento, reanudó su paseo, dejando atrás los extraños consejos de la anciana castañera.
Continuará ..........................
2 comentarios:
Cada entrega te superas, si cabe, aún más; me has sorprendido con este nuevo cariz que ha tomado tu novela, es fantástico.
Besos.
¡Que sería de mi novela, sin vosotros!!!!!! Ya estamos en la recta final, quedan pocos capitulos.
Publicar un comentario