Siempre tengo a mano un vestido
negro para despedir a los que se van y otro de lunares para disfrutar con los
que se quedan. Unos tacones de aguja para contonearme ante las adversidades y pisotearlas
después. Una buena capa que cubra mis desamores y mis fracasos. El picardías
rojo lo reservo para los instantes de magia y pasión, mientras el jersey de
cuello alto me aporta el calor que me
niega la soledad del invierno. Poseo una gran colección de paraguas de
distintas formas y colores, pero aún no he conseguido que me resguarden de las
más oscuras tormentas.
Concierto de Emociones
Hace 3 semanas