Quisiera contarte que te has asomado a una ventana abierta al corazón. Te invito a entrar y compartir una sonrisa, abrazar una lágrima, saborear un pensamiento, jugar con la ironía, celebrar que estamos vivos y dispuestos a contarlo.
Gracias por estar ahí y por dedicarme tu tiempo y tu atención.
Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos. Jorge Luis Borges
Fotografía de Victor Manuel Prieto Junco
El miedo me recorrió las entrañas la primera vez que me topé con su mirada. Los ojos del tiburón blanco son negros como el carbón, con esa negrura que solo da la ausencia de materia, la vacuidad; y me siguen haya donde yo vaya, es capaz de revirarlos hacia atrás y no perderme de vista ni estando de espalda, soy su presa favorita. Se mueve con tal sigilo que nunca percibo su presencia hasta que está junto a mí y es entonces cuando un escalofrío acompaña las palabras que me susurra al oído: «La espero en mi despacho, señorita Peláez»