Luego,
si se fijan, acaban arrancando esa hilacha de su pantalón, pero
siguen llevando la camisa mal abotonada;
se dejan al niño olvidado junto al carro del hipermercado; y el
peligro se dispara en sus
ojos cuando
les preguntamos:—¿Qué
tal estoy?- y
buscan
una
señal que
les revele si nos hemos cambiado el color del pelo o comprado un
nuevo modelito. Así son ellos, los
humanos y lo que tenemos que decidir, compañeras, es si nos los
quedamos
o los sustituimos por androides, que no fallan nunca. El
caso es que da pena ¿verdad?, son tan disparatadamente tiernos...
Concierto de Emociones
Hace 3 semanas