CON LA VENIA


Para los abogados del foro, los momentos más intensos de la profesión se viven en los estrados, entre el miedo escénico que te acompaña siempre cuando empiezas un juicio y los códigos de leyes que te asisten como amuletos para ahuyentar la mala praxis.

Envuelta en esa parafernalia de solemnidad que proporcionan las togas, las salas de justicia y la jerga judicial, he vivido momentos de gloria en los que acabas seduciendo con tu alegato a Su Señoría; al público, al que percibes entregado y si te descuidas a la parte contraria. Esos momentos de gloria en los que sientes como se te eriza la piel haciendo palabras las razones de tu cliente. Esos momentos en los que el mundo desaparece y solo queda lo que dices y lo que defiendes.

Pero también en el estrado he descendido a los infiernos empujada por Su Señoría, de la mano de frases como –Sra. Letrada no le voy a consentir que vaya por ahí- consigna típica para reventarte todo tu argumentación y dejarte sin defensa. Cuando insistes en tu alegato, entre otras cosas porque no tienes otro, empieza con las amenazas – Sra Letrada, si persiste en su actitud le voy a tener que retirar el turno de palabra- y finalmente vienen las represalias – Sra. Letrada, se acabo su turno. Tiene la palabra la parte contraria – y entonces tu haces la protesta y apelas a la Constitución y al derecho a la defensa y el juez te mira perdonándote la vida.

Aún es peor cuando el Magistrado con tono mordaz te suelta –Sra. Letrada ¿de verdad me está usted diciendo lo que acabo de escuchar?- frase que se traduce en “Estás muerta, bonita” “has perdido el juicio”. La presión a la que a veces te somete Su Señoria es lo más parecido a una operación de acoso y derribo, como interrumpirte constantemente haciéndote perder el hilo de tu alegato o declararte impertinentes todas las preguntas que le haces a tu testigo. Esos son los momentos en que te gustaría desaparecer del mundo, y sólo queda tu frustración y tu impotencia.

Cuando empieza el juicio y dices –Con la venia – no sabes si vas a ser engullida por los leones o vas a salir por la puerta grande, con dos orejas y el rabo.


Son los riesgos del directo y la sal del oficio.

0 comentarios: