LUCES DE NAVIDAD

JmRodriguez

Ya han puesto en mi calle las luces de Navidad. Cada año cuando las encienden bajamos todos los vecinos provistos de zambombas y panderetas  a cantar  villancicos para invocar el espíritu navideño, todos juntos  en amor y compaña olvidando nuestras diferencias.

Claro que cuando llegamos a “En el portal de Belén han entrado los ladrones y al bueno de San José le han robado los calzones..” no puedo por menos que mirar de reojo al edil que vive en el cuarto y que me quita las revistas de National Geographic del buzón.

Lo mismo pasa cuando llegamos al “pero mira como beben…” , todos nos damos codazos mirando al respetable bróker que vive en el segundo y a su roja nariz, el mejor indicador del nivel de sangre que corre por sus venas llenas de alcohol.

Si es que por mucho espíritu navideño que haya, hay cosas que no se pueden olvidar como los aires de gran señora de la del quinto, venida a más por razón de matrimonio y claro,  cuando toca cantar “la Virgen fue lavandera…” todas las miradas van a ella.

El momento culmen todos los años viene de la mano del “Arre borriquito, arre burro arre” que cantamos con especial énfasis y recogimiento dedicándolo al presidente de la comunidad, que nos ha embarcado en unas obras faraónicas  y nos ha empeñado hasta las cejas.

Nos retiramos cantando “Noche de paz”, contentos de haber podido confraternizar otro año más.   

TODO CAMBIA



Cambio mi voz por mi voto, mi lágrima por mi risa, mi ilusión por mi nostalgia, cambio la senda que busco por los pasos que me andan.

Cambio el cielo por la tierra y la arena por el fango y atrapada en el infierno invento mi último tango.

Cambio el puño por las alas, la maldad por el abrazo, cambio el aire que respiro para aliviar mi regazo.

Cambio la niña que fui por la mujer que no soy y vuelvo a mirar adentro para ver quien vive hoy.

Cambio la noche por la estrella, la canción por su huella, cambio el recuerdo de lo que fui por lo que ha de venir.

TRIS, TRAS, EL ABUELO TRISTÁN

Juan Alberto 10

Vino de la mano del siglo XX envuelto en lienzos negros  por el padre que no le vio nacer, por si acaso la pena  se esfumaba le llamaron Tristán y empezó su andadura en una tierra árida y seca que siempre dio más pena que trigo.

Pronto le salió una boina negra en la cabeza que apenas se quitaba para dormir y para entrar en la iglesia como un buen parroquiano. Siempre tuvo mucho carácter, el que le dejaba la abuela, capaz de derramarle un plato de sopa caliente sobre los pantalones sin permitirle rechistar.

Cuando ya no soportaba el peso de la vida,  empezó a encorvarse y le compraron un bastón para mantenerse erguido, pero él lo iba cortando poco a poco hasta que solo veía el suelo y no el cielo y  decidió retirarse como vino, sin aspavientos, sin ruido... tris, tras, ni lo ves ni lo verás al abuelo Tristán.   

UN AÑO MÁS

Chicky Kawai

Si resulta que es verdad que hay más oportunidades, para  mi próxima vida elegiría  otro nombre, Violeta, Rosa, Blanca… me paso a los colores, es muy cansado esto de llevar  tanta expectativa impresa,   hay que seguir ahí cuando todo el mundo se ha bajado ya del carro.

Me probaría otra mirada, para ver más de cerca y menos de lejos  y tal vez otra sonrisa  frívola y fresca para tatuarme en la cara.

Puestos a probar sacaría las piedras de mis bolsillos y me dejaría acariciar  por el viento como una hoja.

Mientras en esta vida sigo cumpliendo años a la vez que ciclos, sueños y calendarios.  

TOMASA



Me dijeron que no siempre tuvo el pelo blanco ni tampoco esos  ojos a punto de saltar de la cara, que fueron los años y esos gruesos cristales  los que apagaron el brío de su mirada, pero yo la conocí así, sin historia y con arrugas, sombra de su señor, víctima de sus caprichos, dueña de nada, retrato ajado  del paño de lágrimas que un día fue, añoranza de la caricia que nunca recibió. Todavía recuerdo las tardes de invierno con aroma a café en la cocina de esa mansión señorial donde perdió su inocencia y sus sueños y en el centro de la mesa un plato de amarguras almibaradas para merendar. Después, cuando la tarde se apagaba apretaba mi mano para retenerme, me regalaba la única sonrisa que le quedaba y me susurraba:- soy la única mujer a la que ha querido -, yo le daba un beso en la frente  y me marchaba por la puerta de servicio.  


(Con este relato abro un apartado que bajo el nombre de RETRATOS pretende dibujar perfiles humanos que se han cruzado en mi camino y que por una u otra razón me dejaron huella )

PLANES TRUNCADOS

Aramolara

Todo estaba en penumbra cuando entré en casa, tan solo  un haz de luz salía a través de la puerta entornada de nuestro dormitorio. Ella estaba tumbada en la cama llorando, hacía mucho calor, me acerqué a la ventana y la abrí. Su llanto paró en seco, se puso en pie muy sorprendida y la cerró con firmeza. Volvió a la cama  y tomó el sobre que estaba sobre la colcha, releyó la carta de la Compañía de Seguros y rompió a llorar otra vez.

- ¿Qué esperabas?- le dije - Cancelé mi seguro de vida en cuanto empecé a sospechar de tus intenciones, ¡tonto de mí! ¡y pensar que te quería!-

Me  llevo al cuarto de baño de malas formas.


 - ¡ Espera!  ¡Qué vas a hacer!  ¡No,  no lo hagas!, le supliqué mientras  levantaba la tapa, pero ya era tarde  abrió el cofre de mis cenizas, las volcó en el  váter y tiró de la cadena.    


SECRETOS DE FAMILIA



Dicen que nació una noche de luna llena entre los cantos de los urogallos y las miradas furtivas de los duendes.  Siempre llevaba consigo  un sombrero de nubes  y un séquito de mariposas de terciopelo. Era distinta a las demás por eso el abuelo tuvo miedo  e intentó sujetarla a  su lado pero solo consiguió perderla. Una mañana de abril descolgó sus sueños de las perchas, los dobló cuidadosamente para que entraran  todos en las  maletas y se fue. Crecí sin saber que existía hasta que la hierba empezó a asomar  entre las baldosas del salón cada vez que yo las pisaba y  una corte de  mariposas rojas empezó a seguirme a todas partes. Las miradas preocupadas que se lanzaban mamá y el abuelo me desvelaron el secreto: mi abuela era un hada y temían que yo también pudiera serlo, les tranquilizaba que mis orejas no fueran puntiagudas como las de ella, aunque no sé cómo  todavía no se han dado cuenta de ese par de alas que me salen en las noches cargadas de estrellas.

(Este microrrelato participó sin éxito en el concurso de minificciones a partir de una imagen organizado por Triple C en el mes de Octubre)        

HUSMEANDO EN LA NOCHE

humanofuma

No hay nada comparable con la noche saltando por los tejados al son que le toca la luna llena. 

Yo salto con ella hasta que la curiosidad me hace asomarme a la cocina donde Julia está preparando una tortilla de patata. Sigo mi camino pero enseguida veo en otra ventana a Carlitos terminando los deberes entre bostezos y pienso que podría ser mi hijo si Marga no me hubiera dado calabazas. Me cuelo por la terraza de Dorita, siempre tuve curiosidad por saber cómo sería la cama de ese pedazo de mujer pero unas sábanas de franela rompen en pedazos el misterio.  Salto al comedor de los Sánchez y le encuentro a  él roncando ante el televisor mientras ella maldice su suerte abrazada a una botella de coñac.  

Vuelvo a los tejados con los gatos a bailar con la noche y a visitar las vidas de otros. Es la única ventaja de  estar muerto.   

DOS RELATOS PARA ReC

(Esta semana la frase de arranque fue "Como tantas veces había hecho de niño". Estos han sido mis intentos fallidos)


EL REENCUENTRO

Como tantas veces había hecho de niño subió al desván y se escondió tras el perchero lleno de  abrigos que aún guardaban  el recuerdo de su olor,  ella siempre iba allí  después de simular  haberle buscado por toda la casa. Las partículas de polvo suspendidas en el aire dibujaron  su silueta bajo el único rayo de sol que se filtraba  entre las tejas.  El salió de su escondite y se dirigió a la luz –Te he echado de menos- le dijo,  ella  sonrió y tendió la mano a su hijo. Fuera el cortejo avanzaba  al son del  toque de difuntos.


 AUTOESTIMA

Como tantas veces había hecho de niño caminaba por la acera saltando de baldosa en baldosa sin pisar las rayas,  necesitaba lograrlo, ya había perdido bastante: su pez había amanecido flotando en la pecera, una partida de póker le había vaciado los bolsillos y  su mujer  había huido con su mejor amigo. Siguió avanzando en equilibro inestable  hasta que su pie se plantó entre dos baldosas.  Había vuelto a fracasar. Miró al final de la calle y sonrió, tal vez no estaba todo perdido -  el próximo coche que aparezca por la esquina  va a ser blanco - .  

DÍA DE DIFUNTOS



Adela se sirvió el café, cogió unos bollos del armario de la cocina y se sentó a desayunar.

-No sabes lo ricas que están – le dijo a él, mordiendo un trocito de madalena – es una pena que no las puedas comer-

-Humm y  tienen mantequilla ¡con lo que a ti te gusta!-

- Tengo que recuperar fuerzas, ayer estuve en un baile en el Centro de Mayores ¡no paré!, conocí a un chico, tiene 82 años, pero no veas como baila y como me mira, ¡ay Aurelio,  si tú me hubieras mirado alguna vez así, no estarías donde estás!-

- ¡Ah! Se me ha olvidado decirte que le he invitado esta noche a cenar y quién sabe si luego… bueno me voy que se me hace tarde.-

Cogió el ramo de crisantemos que tenía en el hall y salió camino del cementerio.

En el portal se encontró con Patro, la del cuarto: - ¿Qué tal Adela?-

- Pues ya ve, a llevarle unas flores a mi difunto Aurelio, entre que voy y vengo se me pasa la mañana, ¡ Ay Señor, que sola me dejó! ¡le echo tanto de menos! -