EL CAZADOR CAZADO


Siempre me han gustado los mercados, el orden piramidal de las frutas en los puestos, el ruido de las tijeras de los pescaderos, las grandes piezas de carnes rojas y suculentas sobre mármoles blancos de las carnicerías. Los sábados por la mañana me gusta disfrazarme de Maruja, coger el carro de la compra y pasearme por el mercado que vive a dos manzanas de mi casa.

Mi ritual sabatino es interrumpido esta vez por mi hija, a través del móvil, mientras espero la vez en la carnicería, -mamá, ¿me acompañas a la biblioteca? Tengo que buscar un libro de Kant- Cuando Alberto mi carnicero, termina de despacharme, enfilo mi carro dirección a la Biblioteca.


Me asalta el guardia de seguridad en cuanto franqueo la puerta “Señora, puede dejar el carro aquí abajo”, -¿Ves mamá? ¡solo se te ocurre a ti venir aquí con carro!- me reprende mi hija mientras me dispongo a aparcar el carrito donde me indican. Con el monedero bajo el brazo y las llaves en la otra mano, cual “Mari” que se precie, subo las escaleras en compañía de mi retoño que, a estas alturas está ya sobradamente avergonzada de su progenitora.

Ya en la sala de préstamos mientras mi hija se aplica en su búsqueda de Kant, yo me pierdo entre los pasillos repletos de libros, echando un vistazo a todo en general y a nada en particular.

Paseo descuidadamente por el pasillo de las novelas, cuando un usuario voluminoso y apresurado pasa a mi lado, desplazándome a mí con sus prisas, y yo a la vez a un libro por la inercia. Lo coloco en su posición original y mis ojos se clavan en el nombre del autor. “Es él”. Inmovilizada por la sorpresa, pasan aún unos cuantos minutos hasta que me decido a tomarlo entre mis manos. “Definitivamente es él” Sabía que había escrito algunos libros y ganado algunos concursos literarios, pero nunca imaginé que el azar lo pusiera a mi alcance.

Él, con quien compartí tres años de mi más tierna juventud, con quien viví la frescura y la ilusión del despertar a la vida, estaba allí transformado en novela. El, con quien descubrí el sabor amargo de la traición, y el poder que un guiño insinuante de cualquier hembra en celo posee para hacer olvidar cualquier promesa de amor eterno. Gracias a él descubrí lo importante que era para mí la fidelidad y saberme única y amada incondicionalmente. El día que mi corazón y mi cabeza consensuaron que no era digno de mi amor, le dije adiós sin dolor y sin nostalgia.

Muchos años después coincidimos en una cena de antiguos alumnos de la Facultad, él se había convertido en un brillante diplomático, embajador de un país lejano, cuya esposa le acababa de abandonar por otro hombre. Estaba aturdido y todavía no se creía lo que le había pasado. Yo enfrente de él en la mesa, no daba crédito a la escena que presenciaba y esbozando una leve sonrisa, dije en voz muy baja, para que sólo lo oyera mi corazón “el cazador cazado”.

-¿Nos vamos mamá?- La voz de mi hija me retornó a la Biblioteca, al sábado por la mañana y a mi disfraz de Maruja. “Si, nos vamos, pero antes voy a pasar por el mostrador para llevarme este libro, tengo curiosidad por leerlo.”

JUICIOS TENGAS Y LOS GANES

Entre la falta de licencia para cazar del Ministro Bermejo, la sanción del Juez Tirado, la crisis de ansiedad del Juez Garzón y la huelga de jueces, estamos apañados con el mundo de la justicia.

Ninguno de ellos es digno ni de nuestra misericordia ni de nuestra compasión ni tan siquiera de nuestra comprensión, porque los que verdaderamente sufrimos los estragos del sistema, somos los ciudadanitos de a pie y los abogados del foro que vivimos en vivo y en directo el caos de la justicia.

Juicios que se suspenden de improviso, asuntos que se dilatan sine die porque la funcionaria que lo lleva está de baja desde no se sabe cuando, Juzgados semi-parados por no tener Secretario Judicial, litigios que pasan de mano en mano y de juez en juez, sin que ninguno se atreva a poner el cascabel al gato......... y cientos y cientos de despropósitos y sinrazones que padecemos diariamente los que frecuentamos este burdel, perdón, quería decir, este cuartel de la ecuanimidad y la legalidad.

Y ya no hablamos de los pobres abogados de oficio, que no cobran desde hace un año, porque no llega la partida correspondiente del Ministerio de Justicia. Esto es vocación y lo demás es cuento, porque pasar por las penalidades que pasan, defender en muchas ocasiones lo indefendible y cobrar tarde, mal y nunca, honorarios que no cubren ni una mínima parte del trabajo que realizan, es lo más parecido a un voluntariado social impuesto.

Lo peor de todo es que esto no tiene remedio, por lo menos yo no lo veo, porque subir el sueldo a Sus Señorias no va a redundar en un mejor servicio para el ciudadano, el juez que trabaja y cumple, va a seguir haciéndolo aunque no le aumenten sus emolumentos, y el Juez que se pega la gran vida y no da ni chapa, va a seguir en esta tónica aunque le aumenten el salario.

Como tantas cosas en este pais, la solución pasa por un cambio social profundo, desterrando la cultura del pelotazo, y arrimando el hombro todos y cada uno de nosotros (he dicho todos) en la parte que nos toca, desempeñando nuestro trabajo con absoluta dedicación y responsabilidad y desterrando el cada vez más frecuente: “.¡para lo que me pagan!” . Si los abogados de oficio pensaran eso, la justicia estaría vetada para la gente sin recursos.

Mientras llega y no llega el cambio social, la maldición de la gitana cobra vida y se convierte en lo peor que hoy en día te pueden desear: “Juicios tengas y los ganes”.

UNA FLOR BLANCA EN LA VENTANA


Siempre fuiste un cabezota, lo tenias decidido, me lo anunciaste un mes antes, mientras andábamos por el pasillo del Hospital “yo ya he cumplido mi ciclo, no me queda nada que hacer aquí”, y yo no quise escucharte porque tus palabras me explotaban con violencia en los oídos.

Decidiste partir antes de que llegara el deterioro y no me dio ni tiempo a digerir tu marcha. Te pasaste la vida empujándome para que yo consiguiera lo que tu no pudiste alcanzar y cuando estabas a punto de ver cumplido tu sueño, liaste el petate y te fuiste, sin despedirte.

Con las prisas te dejaste olvidada la caja de tus tesoros, me he permitido abrirla y dentro he encontrado tu sentido de la integridad, tu rectitud, tus dotes de comunicador y tu carisma, y, sino te importa, me voy a quedar con todo, porque me viene muy bien.

También olvidaste el saco de las consignas para encarar la vida: He de confesarte que me he deshecho de él porque dentro estaba la premisa de que la vida se dirige con la cabeza y no con el corazón y no sólo no me ha servido sino que me ha complicado tremendamente la existencia, porque me he pasado media vida cultivando mi mente y amordazando mi corazón. Desde que le he quitado la mordaza, una sensación de vértigo permanente se ha instalado en la boca de mi estómago, pero no te preocupes, porque he conseguido desenterrar mis emociones y sacarlas de paseo cada día, para que les dé el aire y conozcan mundo, que falta les hace.

La verdad es que nunca he entendido esas prisas por marcharte, no sabes lo que te has perdido, tu hijo ha triunfado profesionalmente y es un hombre importante, que ha salido hasta en la tele, ¡fíjate!. A mi tampoco me han ido mal las cosas, pero, siguiendo tus enseñanzas, no seré yo quien me alabe a mi misma, eso que lo hagan los demás.

También hubieras disfrutado mucho de Fer y Edu, porque encarnan el prototipo de las buenas maneras y la buena educación que con tanto esmero nos inculcaste y aunque me sermonearías una y mil veces sobre la forma correcta de educar a Ana y a Pedro, no tengo dudas que hubieras disfrutado muchísimo de ellos y hubieras sido un abuelo consentidor y condescendiente.

Mamá está bien, muy bien, diría yo, después de marcharte descubrió que era posible una vida sin ti, y se lanzó a descubrirse a sí misma, abrazando la vida y las muchas oportunidades que le brindaba. Ella ha encontrado su camino y brilla con luz propia. Ahora vive en una casa orientada al Este, como siempre había querido.

Por lo demás, han cambiado muchas cosas, tu calculadora multifunción, ultimo modelo, que reproducía enlatada y torpemente la melodía “Para Elisa” de Beethoven, hoy sería una pieza casi de anticuario. Te divertirían mucho los teléfonos móviles y seguramente no saldrías de tu asombro si volvieras ahora y te asomaras a cualquiera de las ventanas que te ofrece Internet. Fíjate si han cambiado las formas, que ahora hay un negro en la Casa Blanca, pero, no te engañes, en esencia todo sigue igual.

No tuve fuerzas para despedirme de ti cuando partiste, he pasado mucho tiempo sin poder ni siquiera mentarte y todavía me tiembla la voz cuando aludo a tu marcha, pero creo que es hora de cerrar capitulo. Nuestra historia ha llegado a su fin. Es el momento de decir adiós.

Esta noche te dejaré una flor blanca en la ventana, por darme la vida; por ofrecerme tus ojos para verla y tus criterios para interpretarla, aunque no siempre me hayan servido por no ser ni de mi talla ni de mi condición; por la huella que dejaste en mi memoria; por todos los momentos vividos juntos; por lo que fue y ya no es......... y ofreceré al viento mi eterna gratitud y con ella las palabras que hace tiempo debía haber pronunciado, para que te las haga llegar:
. . . . . . .“ADIÓS PAPÁ

MI ABUELA Y MI VOCACION


Yo tuve una abuela que vivió casí 100 años: Mi abuela Pura, una mujer recia de la Castilla profunda, dura y seca como la tierra que la vio nacer, sobria y austera como la época que le toco vivir y dotada de una sabiduría que sólo se adquiere de convertir en enseñanzas los golpes recibidos.

Una mujer de rompe y rasga que ejerció un ferreo matriarcado, y que llamaba a capitulo a los nietos cuando íbamos a visitarla. - ¿y que dices que vas a estudiar? -me preguntó el año que entré en la Universidad, -“Derecho, abuela, quiero ser abogado” le contesté y ella me respondió: “Vaya profesión para una mujer” .

¡¡Cuantas veces en la vida he hecho presente esta frase ¡!.

Cada vez que me enfrento a un asunto complicado y denso y he de resolver el enigma de cual es el camino adecuado para llevarlo a buen puerto, me acuerdo de ella.

Cuando el cliente deposita una fe ciega en mi y en mi buen hacer y el peso de la responsabilidad no me deja respirar, me acuerdo de ella.

Cuando en la soledad de mi despacho, tras una dura jornada, compruebo que penden sobre mis hombros asuntos que no terminan nunca, me acuerdo de ella y me pregunto sino hubiera sido mejor ejercer de mujer florero que de abogado.

La última vez que estuve con mi abuela, me comentó que seguía sin ver nada claro lo de mi profesión y tras someterme a un exhaustivo interrogatorio, concluyó: “Menos mal que por lo menos hay un hombre en tu casa que trabaja”.

Todo un personaje mi abuela Pura.

UN GRANITO DE ARENA


Nos gusta criticar a los políticos, cuestionar la eficacia de nuestros dirigentes y arreglar el mundo en pequeños corrillos, pero ........realmente ¿qué hacemos nosotros para conseguir un mundo mejor?

Los pequeños gestos de muchos son más eficaces para avanzar que las grandes obras de unos pocos. El progreso está en la calle, en la gente, en la fuerza que da la unión de los que avanzan en la misma dirección.

Cuando Rosa Parks se negó a ceder su asiento en un autobús de Montgomery a un blanco, en 1955, no podía ni imaginar que su gesto supondría el inicio del movimiento de los derechos civiles en Estados Unidos y como ella miles, cientos de miles de ciudadanos anónimos han emprendido sus luchas particulares que se han ido convirtiendo en reivindicaciones multitudinarias que han cambiado el rumbo de los acontecimientos.

Podemos hacer tantas cosas para mejorar el mundo : Desde ayudar al anciano a cruzar la calle a no derrochar agua; desde el consumo responsable a ser amable con aquellos que se cruzan en nuestro camino; desde reciclar a participar activamente en asociaciones y movimientos ciudadanos; desde apadrinar un niño del llamado tercer mundo a educar a los niños del primer mundo en la solidaridad.

No hacen falta actos heroicos, basta con pequeños detalles, yo por mi parte cuando en medio de un atasco, se me cruce el típico mequetrefe que tras hacerte varias pirulas con el coche, se pone a tu lado, echando por la boca sapos y culebras, incitando a la bronca, bajaré la ventanilla y le diré: “Yo también te quiero”.

ELLA, NOSOTRAS, VOSOTRAS, TU Y YO



Dedicado a todas vosotras, a todas nosotras, que día a día conseguimos el milagro de estirar las horas del día para ser madres, esposas, profesionales, amas de casa, amigas y por encima de todo, mujeres.

TIRAR DE LA CUERDA


Me ha sentado mal, para que te voy a engañar, muy mal. No te creía capaz de ello, a pesar de que llevamos muchos kilómetros recorridos juntos y que se que no tienes escrúpulos con tal de conseguir tus objetivos, no pensé que llegaras tan lejos.

Ya no es una cuestión de dinero, sino de dignidad, acepté a regañadientes la primera propuesta y no contento con ello, decidiste recortarla más, para mostrarme que tu eres el que mandas y quien ose recordarte que no tienes razón será inmediatamente defenestrado.

Me has puesto en una situación muy difícil porque has entrado sin permiso en el ámbito de mis más profundas convicciones. A estas alturas deberías saber que yo soy lo que muestro y lo que digo, no tengo rincones, me enseñaron desde niña a ser impecable en mis actos y mesurada en mis palabras, a mirar de frente y no arrugarme ante nada y ante nadie. Ahora vienes tu a quitarme lo que es mío. Yo he cumplido sobradamente con mi parte del trato y tu deberías hacer lo mismo.

Te ha venido bien la crisis para recortarme el precio, y ¿si yo recortara la calidad? Te aprovechas porque sabes que no lo voy a hacer, no es mi estilo ni mi condición, pero te estaría bien empleado.

Ahora libro una dura batalla entre mi dignidad y mi bolsillo, que reconozco quedaría maltrecho si te vas, pero si te quedas, serían mis valores los que resultarían magullados.


Difícil decisión.

SOLO SIENTO


Solo siento envidia de los que convierten en palabras los latidos de su corazón, y consiguen el milagro de que los sientas palpitar como si fueran tuyos.

Solo siento miedo de que el miedo se instale en mi vida y me haga perder un solo instante de mi existencia.

Solo siento dolor por las heridas abiertas que ni el tiempo ni las canas son capaces de curar.

Solo siento vértigo ante las oportunidades que se me presentan día a día y me invitan a descubrir nuevos senderos.

Solo siento, vibro, rio, tiemblo, lloro, lucho y al fin me abandono en la confianza y en el misterio de estar viva, de sentirme viva.

EN BUSCA DE LA FELICIDAD



Cada vez nos encontramos más señales que nos indican que por donde vamos y por donde buscamos no está, ¡frío! ¡frío! y lo peor es que cada vez nos desorientamos más y nos vamos alejando de ella a pasos agigantados.

La buscamos en una casa mejor, en un coche último modelo, en un crucero por el Caribe, en un aumento de sueldo, en un agujero negro que se trague a la suegra o a ese vecino que no nos deja vivir, y nos seguimos alejando. ¡frío! ¡frío!.

La buscamos en la lotería, en la cirugía estética, en el éxito personal y/o profesional, en la aceptación de los demás y en el “si yo tuviera” y seguimos corriendo en sentido contrario ¡frio! ¡frio! ¡que te hielas!. Por allí no está.

Hay que desandar el camino y volver al punto de partida, y antes de buscar fuera, podemos empezar a mirar dentro de nosotros ¡caliente, caliente! .

La receta casi, casi con seguridad, puedo afirmar, que es la siguiente:

Ingredientes : - la ausencia de miedo
- la aceptación de nuestra realidad

Preparación: Se ponen a macerar los ingredientes con grandes dosis de compasión, de humildad, de perdón y de amor y cuando ya están estables, es decir que no se volatilizan con frecuencia, ni se transforman en sus contrarios aunque sólo sea ocasionalmente; se baten hasta hacer de ellos una masa homogénea y se coloca en el interior de cada persona. A los pocos segundos, el guiso esta listo y la felicidad está servida.

Advertencia: El tiempo de maceración puede durar toda una vida e incluso varias. Los ingredientes no se consiguen fácilmente, cuesta encontrarlos, como no tenemos el paladar adaptado a su sabor, no son muy demandados.