EL SUSURRO DEL DUENDE (62ª Entrega)

Alia


A Roberto le gustaba perderse por las mañanas en la Casa de Campo, necesitaba respirar naturaleza viva para arrancar el día con energía. Sentía nostalgia de los amaneceres en Loya, de los sonidos del bosque, del frescor de los hayedos, y como un niño indefenso que necesita protección, buscaba el arropo y cobijo de la madre naturaleza. Solía alejarse de los caminos para no ser molestado, y cuando encontraba un lugar idoneo, practicaba distintas asanas de yoga que le ayudaban a encontrar el equilibrio entre su cuerpo y su mente.
Pero esa mañana tenía una sensación extraña, se sentía vigilado. Paró sus ejercicios en varias ocasiones, mirando en rededor intentó descubrir al intruso, pero finalmente decidió que eran imaginaciones suyas y se concentró en su práctica.

Cuando la hubo terminado, se sentó en postura de medio loto para hacer una breve meditación. En cuanto cerró los ojos, sintió una presencia tras de sí, incluso podía sentir la respiración del intruso en su cuello. Se levantó sobresaltado y se dió la vuelta rápidamente. Un hombre de mediana edad le observaba a una distancia de un par de metros, le había sentido mucho más cerca de lo que realmente estaba. De pie uno frente al otro, alerta a cualquier movimiento del contrario, observandose con la respiración contenida, midiéndose ambos, pasaron unos segundos hasta que el intruso preguntó: -¿Tu eres Roberto, amigo de Laura Semprun?-.

Roberto frunció el ceño, y adoptando una postura de resistencia con los brazos en jarras contestó:- ¿quien eres y que haces aqui?-.
El intruso levantó la palma de su mano en señal de paz y se fue acercando hacía Roberto hablando: -Necesitaba hablar contigo en privado y te he seguido hasta aquí, soy Arturo Hidalgo - dijo extendiéndole su mano.

Roberto la estrechó sin parar de mirarle a los ojos, expectante y con actitud desconfiada, le preguntó - ¿que quieres?- .

Arturo le miró unos segundos y con gran rotundidad le contestó: -Encontrar a mi hija-

(Continuará)...............

LAGRIMAS DE COCODRILO


Se cuelgan de tu conciencia y la hacen dar vueltas y más vueltas hasta que pierdes la noción de quien eres y donde estás.

Son capaces de todo con tal de salirse con la suya, se valen de su delicada salud, apelando a tu bondad, para ponerte la última en la cola del cobro. Son expertos en dar la vuelta a la tortilla y en vez de sentirse ruines y rastreros porque no te pagan los trabajos encargados, pasan la oración a pasiva y te conviertes tú en la villana que no tiene corazón al intentar cobrar, con lo mal que lo está pasando.

Conducen coches caros, viven en los mejores barrios y frecuentan los ambientes más selectos, aparentan más de lo que son y no son nada de lo que aparentan. Van por la vida dando pena a los que deben y envidia a los que aspiran a parecer y a ti, mientras tanto, te dan una palmadita en la espalda, para que tengas paciencia y no te quejes.

Ellos se creen sus propias mentiras, pero yo no me las creo, y por muchas vueltas que den a mi conciencia, no pienso perder el equilibrio, tampoco pienso perdonar los honorarios por un trabajo bien hecho, que, por suerte o por desgracia es con lo que me gano dignamente la vida. El perdón esta reservado para otros menesteres.

Yo creo que la única razón de que siempre pidan mi indulgencia a través de terceras personas es porque no son capaces de sostenerme la mirada.

EL SUSURRO DEL DUENDE (61ª entrega)

Alía


No quiso ni desayunar, Laura quería resolver el enigma cuanto antes, desde hacía unos días tenía una sensación extraña, como si estuviera en el centro de un círculo que poco a poco se iba cerrando, hasta que se convertía en una especie de agujero negro que la engullía. Necesitaba trascender ese mal presentimiento, antes de que se hiciera realidad. Se encerró en el despacho para concentrarse en la jurisprudencia del día 25 de octubre de 2004, día en que nació Diana, pero necesitaba las pistas escritas por Roberto para acotar la búsqueda.

Salió en busca de él, pero no lo encontró, en su lugar halló a Chelo, a la que percibió un poco alterada. -¿Ocurre algo?- le preguntó a la extremeña.

- ¡Que va a pasar! ¡Pos nada! – dijo encogiéndose de hombros, pero Laura percibía su nerviosismo y volvió a insistir - ¿Seguro que está todo bien? -

- ¿No le digo que sí? – respondió la asistenta, siguiendo a Laura con el rabillo del ojo.

- ¿Ha visto a Roberto? –

- No, no, no, yo no he visto a nadie – contestó Chelo exculpándose.

Laura volvió al despacho intentando recordar las palabras que el duende había dicho: " lugar de paz", "diablo" y "antiguos tratados", esas eran las ideas a perseguir que le sonaban. Se puso manos a la obra y le salieron 245 sentencias de ese día, acotó la búsqueda con las palabras : "lugar de paz", "diablo" y "antiguos tratados", y no le salió ninguna. Se puso pacientemente a leerse una a una todas las sentencias.

¿Dónde diablos se había metido Roberto? .

(Continuará) .............................

APOSTANDO POR LA PAZ


Hay palabras que a lo largo de la historia, se han ido manchando, ensuciando por las mentes que las envilecen y las prostituyen, como por ejemplo la palabra “PAZ”.

Parece que cuando hablamos de paz, nos transportamos inconscientemente al ámbito religioso. Si yo te saludo con un “La paz sea contigo” me calificarás inmediatamente de santurrona y meapilas.

Ayer estuve en el V Congreso de “Contigo somos más paz” que se celebraba en el Palacio de los Deportes de Madrid y si bien estaba de acuerdo con casi todo el contenido que allí se expuso, no puedo estar más en desacuerdo con las formas .

La mayor parte de los ponentes parecían sacerdotes arrancados de un púlpito en plena homilía que lejos de convencer, ejercían el efecto contrario, el deseo de salir huyendo en perfecta estampida.

Y es que el lenguaje que se utiliza, los símbolos que se exhiben acompañando al mensaje están pervertidos.

Estoy de acuerdo en que la paz empieza por uno mismo, está clarísimo, también estoy de acuerdo en que un mundo mejor es posible y que el futuro del cambio reside en los miles y miles de personas que anónima y diariamente con pequeños gestos consiguen grandes logros, pero...........hay maneras menos estereotipadas para vender el valor añadido que la paz aporta a nuestras vidas.

Es necesario que nos concienciemos que no es patrimonio de un grupo de románticos lunáticos e iluminados, sino que es asunto de todos, y en esto tiene gran importancia el mensaje que se lanza y como se lanza.

Si realmente lo que se pretende es que cada día haya más gente implicada en estos movimientos, habrá que convencerles que merece la pena, pero no con discursos almibarados y de devota apariencia sino con un lenguaje con el que empaticen.

Desde expresiones como “la paz sea contigo hermano” hasta “paz y amor y el plus pa el salón” hay todo un abanico de posibilidades para vender la paz como el producto que no debe faltar en ningún corazón, ni en ningún otro rincón de este planeta.

¿PORQUE ÉL Y NO ELLA?

Sebastian Dario

Las sobremesas de las cenas con amigos son el momento perfecto para la confidencia, para los chascarrillos y para el debate por el mero placer de debatir.

En la del sábado pasado nos enredamos en la discusión de si la creatividad es patrimonio de los hombres o de las mujeres o por lo menos si unos son más proclives que otras al arte o viceversa.

Como casi siempre, no llegamos a ninguna conclusión clara, tampoco lo pretendíamos, pero la mesa se salpicó de datos que hacían inclinarse la balanza ostensiblemente hacia el lado masculino. A lo largo de la historia encontramos grandes poetas, pero pocas poetisas, aun así parece haber más que pintoras frente a innumerables famosos pintores. Es fácil hacer la prueba, intenta recordar: tres pintores/ras, tres escultores/ras, tres directores/as de orquesta, tres directores/ras de cine, tres poetas/tisas. Es fácil en masculino pero ¿y en femenino?.

Se presenta como una incoherencia, parece que las mujeres siempre han tenido más facilidad para expresar sus emociones, para dar rienda suelta a sus sensaciones y fantasías, y ¿qué es el arte sino la expresión de ideas y sentimientos utilizando recursos como la música, la palabra o el lienzo? .

No se cual es la razón, tal vez “haberlas haylas y las ha habido” en toda época y lugar, pero casi nunca han llegado a la cima porque estaba vedado para ellas, tal vez tienen menos necesidad de expandir su alma, porque son espíritus libres, que raramente se encorsetan en un envarado modelo. No sé ..... ¿lo sabes tu?.

Confío, no obstante, en que este siglo XXI el panorama cambie ostensiblemente. Este mismo mes, hemos abierto boca con el premio internacional de poesía Federico García Lorca que ha recaído en la poetisa malagueña Victoria Atencia de 79 años. .........Nunca es tarde.

......Y LLEGAMOS A LOS 300!!!!!

Bleakmoul

Llevo un rato perdida en el hoja vacía de la pantalla, esperando ese momento mágico con el que sueño desde hace tiempo, ese momento en el que las palabras se unan en perfecta comunión con su intención.

Me recreo soñando que las leo a media voz, que me emociono cuando las oigo cantar la música que llevo dentro, que se me eriza la piel cuando descubro que son el espejo de lo que no se conscientemente reflejar.

Sueño que escribo ese relato al que no le falta una coma ni le sobra un párrafo, ese relato en que la vida contada se convierte en belleza relatada, y descubro sorprendida y satisfecha que lo que dice, es exactamente lo que quería decir.

Mientras tanto sigo intentándolo día tras día, y en este intento he llegado a los 300 posts con no poca ilusión y con mucha compañía. Sin vosotros no sería posible.


¡Gracias a todos!

EL SUSURRO DEL DUENDE (60ª entrega)

Alia


El Metro era un hervidero de gente a esa hora de la mañana. Chelo se apretó contra los que iban delante para poder entrar en el vagón. La mezcla del olor a humanidad con la música bacalao que emanaba de los cascos de una jovencita que viajaba a su lado, le produjeron una leve sensación de mareo –Menos mal que aquí no me caigo – pensó ella. Cuando finalmente salió a la calle, se sintió mejor aunque su estomago seguía revuelto.

Entró en la cafetería justo cuando daban las 8:00, se paró en la puerta buscando con la mirada a la persona con la que se había citado, a la que atisbó al fondo del local. Se dirigió a su mesa y antes de que la invitara a sentarse, ya lo había hecho y había empezado a soltar lo que desde la tarde anterior la estaba envenenando.

-Mire uste, no he pegao ojo en toa la noche. Yo no quiero hacerlos daño. Sólo quiero que “La Diana” aparezca. No tengo otra cosa en este mundo, son mi familia, aunque ahora esté cada uno por un lao, el Señor se ha ido pal extranjero, que, también qué oportuno, no podría haber elegio otro momento, aunque ya sabe uste que los negocios son los negocios y aunque la Señora esté con otro, que a mi me llevaban los demonios, pero que luego no ha resultao tan malo y la está ayudando mucho, aunque se meta en su cama, está ahí dale que te pego buscando a la chica. -

- De verda le digo que no se como pagar mi pecao, ese Comisario que mal rayo le parta, me acagazó con mi chico y aunque yo se que esta perdio, sigue siendo mi hijo ¿sabe uste? Ay!!! ¡maldita sea mi sombra!! Por eso le he llamao, si por mi culpa, la Señora y su futuro no pueden encontrar a La Diana, yo mihma me rebano el pescuezo. Tiene que ayudarme, se lo pido por lo que máh quiera –

- Vamos a hacer un trato, yo la ayudo a usted y usted me ayuda a mí ¿le parece? – contestó Arturo Hidalgo.

(Continuará..............)

EL SUSURRO DEL DUENDE (59ª entrega)

Alía


Acurrucados el uno en el otro, iba transcurriendo la noche sin que Roberto consiguiera pegar ojo, no paraba de darle vueltas a cómo continuar con la búsqueda de Diana, ¡si no se me hubiera caído la pista al agua! se reprochaba una y otra vez, ¡como seguir ahora!. Se levantó silenciosamente de la cama para no despertar a Laura y bajó a beber un vaso de agua. Se asomó a las cristaleras del salón para contemplar la noche estrellada y decidió salir al jardín.

Caminaba lentamente sobre el césped con sus pies descalzos, intentando encontrar un sosiego que parecía no llegar. Finalmente decidió sentarse sobre el césped en posición de loto, en busca de la tan ansiada paz. Cerró los ojos, se concentró en su respiración, y muy poco a poco fue entrando en un estado de quietud y relajación.

No habían transcurrido ni diez minutos cuando oyó un susurro a lo lejos. Su respiración volvió a agitarse pero decidió mantener la postura y no abrir los ojos. El susurro se acercó tanto que no sólo podía oírlo sino también sentirlo. Alguien que olía a tierra mojada, pisaba la hierba a su alrededor, susurrando una cantinela ininteligible. El susurro se fue convirtiendo en palabras silbantes que decian “Buen retiro te has procurado para buscar la paz......pero no has de descansar todavía, el diablo está al acecho, ni siquiera los más antiguos tratados te ayudaran a vencerle, tan sólo te conducirán a él.”

Roberto sentía como el corazón parecía salírsele del pecho, pero no se movió. Las palabras volvieron a convertirse en susurros y poco a poco se alejaron adentrándose en la Casa de Campo. Cuando se impuso el silencio de la noche, abrió los ojos y subió corriendo al despacho en busca de papel y lápiz para apuntar lo que había escuchado, antes de que se le olvidaran las palabras exactas.

Después volvió a la habitación y se encontró a Laura despierta, nerviosa y sentada en la cama.

- Me ha hablado – decía Laura – Diana me ha hablado, ha estado aquí, no ha sido un sueño, todavía percibo su olor y veo el rastro de su color –

- Me ha dicho “el día que yo nací, mamá, busca en el día que yo nací” Créeme Roberto, no ha sido un sueño –

- Lo sé, mientras Diana estaba aquí contigo, yo estaba abajo con el duende –

(Continuará)......................

¿FANTASIA O REALIDAD?



Hay días en que mi dial está especialmente sensible a la percepción de ondas etéreas. Frases inconexas, comentarios, voces que flotan, murmullos constantes, presencias que no ves pero sientes, caricias que llegan pero no tocan.

Hay días en que se me muestra el abanico de colores que cada ser lleva prendido en su alma, y ya no necesito sus palabras para saber a quien tengo delante.

Hay días en que me topo con lugares impregnados de historias inconclusas que mantienen prisioneros a sus protagonistas a la espera de que venga alguien y las termine por ellos.

Otros días sólo capto las ondas de radio que mi torpe dial acierta a sintonizar y que me conectan con el mundo y sus miserias y me convierto en el más terrenal de los mortales.

Hay días en que sólo escribo fantasías e ilusiones y me convierto en personaje de mis cuentos, otros días escribo sobre lo que soy y lo que siento y me transformo en aire, en nube y a veces en viento.

Tal vez te he contado una fantasía, tal vez un sentimiento, tal vez lo que sueño, tal vez lo que siento, tal vez sea lo mismo.

EL SUSURRO DEL DUENDE (58ª entrega)

Arquepoetica


- Esto es una pesadilla ¿qué vamos a hacer ahora? – se lamentó Laura mientras Roberto examinaba por arriba y por abajo la pista mojada, intentando descifrar la mancha de tinta que tenía ante sus ojos.

- ¿Por qué no volvemos a la Rosaleda? El duende estaba allí, tal vez nos de otra oportunidad – contestó Roberto.

Laura chasqueó la lengua en señal de fastidio – Roberto, eres un ingenuo, a ese duende, si es que existe, le importamos un bledo. Está jugando con nuestro sufrimiento, bueno, con el mío, porque es mi hija la que ha desaparecido ¿no lo entiendes? ¡¡¡Estoy atrapada en un juego diabólico!!!-

No había terminado de oír sus propias palabras, cuando ya se había arrepentido de haberlas dicho. Apretó sus párpados para no ver la torpeza cometida y para no encontrarse con la mirada de Roberto, no se sentía con fuerzas de sostenerla.

La voz de Roberto le retumbó en el pecho: - No pienso competir contigo para ver quien sufre más, Diana no es mi hija, pero lo he dejado todo por encontrarla y no voy a dejar que te enredes en el papel de pobrecita víctima y mucho menos que tires la toalla, ahora que estamos a punto de conseguirlo –

Laura sólo atinó a susurrar un – lo siento, perdóname – sin atreverse a levantar la mirada.

Roberto la cogió de la cintura, le dio un beso en el cuello y le susurró al oído – me lo cobraré en carne, no te preocupes - Le guiñó un ojo y le dijo: - venga, no perdamos tiempo, volvamos a la Rosaleda, además tenemos que cortar una rosa blanca ¿recuerdas? “y reserva una rosa blanca, te hará falta”. –

Faltaba poco para que cerraran el recinto de la Rosaleda cuando Laura y Roberto volvieron a entrar en él, no parecía que hubiera nadie, se fueron aproximando despacio a la fuente de “Maria la guapa”, recorriendo las matas de rosas de infinitos colores. Se pararon frente a una mata de rosas blancas y Roberto cortó una que aún no había abierto sus pétalos.

- ¡¡Pero, bueno!! ¡Usted no tiene remedio! – oyó a sus espaldas. Roberto sobresaltado, se volvió y se encontró con la anciana que un rato antes había presenciado su inmersión en la fuente.

-¡Joder! ¡que susto me ha dado!, ¿de donde ha salido usted? Hace un momento no había nadie!!!. -

-¡¡Si ya se lo dije a los policías que usted no era extranjero!!! ¡No le da vergüenza! ¡¡Que ya no tiene usted edad para andar haciendo gamberradas!!!-

-¡¡Policia!! ¡¡Policia!! ¡Es usted un gandul! –

Roberto y Laura salieron apresuradamente de la Rosaleda antes de que volviera la Policia, sin ninguna pista pero con una rosa blanca en la mano.


(Continuará) .................

EL SUSURRO DEL DUENDE (57ª entrega)

Alia


El timbre de puerta la sacó de sus embelesos. Chelo solía soñar con los ojos abiertos, imaginaba que era una tranquila madre de familia, felizmente casada y con dos maravillosos hijos y se figuraba que su trabajo realmente eran las tareas domésticas de su hogar. Tras la puerta le esperaba su sórdida realidad, el Comisario Vielva.

- Buenas tardes Chelo, ¿está sola? – preguntó el Comisario entrando en la casa sin esperar que le invitaran a hacerlo.

Chelo contestó con un movimiento de cabeza y con la mirada sumisa clavada en el suelo. El Comisario siempre le había inspirado temor, se sentía muy envarada en su presencia, la última vez que le había visto no había ocurrido porque estaba Roberto delante, pero ahora estaba sola.

El comisario entró directamente en la cocina y tomó asiento.

- Bueno, bueno, seguro que usted sabe muchas cosas de esta familia y seguro que usted lo que quiere es que aparezca Diana ¿a que sí? –

Chelo había reanudado su tarea de plancha y alisaba nerviosamente una sábana, sin dar contestación a lo que le habían preguntado.

- Seguro que usted sabe donde están ahora Laura y su amiguito –

Chelo planchaba cada vez más deprisa y sin levantar la vista dijo en voz baja: - Yo no, no, yo no se ná.-

- ¿Están investigando por su cuenta Laura y su amigo la desaparición de Diana? -

- Le repito que yo no sé ná. –

- Es una pena que no quiera colaborar. ¿Sabe una cosa? Tengo encima de la mesa el expediente policial de su hijo Jonathan, ¡que lástima! este chico va por muy mal camino, la próxima que haga entrara en la cárcel, salvo que usted me cuente lo que están haciendo Laura y su amiguito. En ese caso, a lo mejor puedo hacer algo por Jonathan......

Chelo se mordía los labios nerviosamente y luchaba por reprimir las lágrimas, pero guardaba silencio y seguía planchando.

- ¿Sabe Laura que su hijo ha tenido varios juicios por robo? Seguro que no le agradará nada enterarse que tiene en casa a la madre de un chorizo –

Una lágrima de impotencia corrió por su cara y fue a parar a la prenda que estaba planchando en ese momento, pero se mantuvo firme en su silencio hasta que el Comisario volvió a atacar de nuevo, esta vez con más virulencia todavía.

- Yo se que en el fondo es buen chico, mire, como yo se que se mete....... tengo en Comisaria unas sustancias estupendas requisadas de redadas anti drogas que le van a poner a tono ¿qué le parece? Le voy a regalar unas cuantas.

Chelo se sintió acorralada y finalmente ante la amenaza de hundir aun más a su hijo en el fango de las drogas, dijo:

- Yo lo único que se es que se tiran horas muertas ante el ordenador buscando pistas y luego las siguen –

- ¿Quién le da la pista? –

- No sé, yo no se más – dijo Chelo con fastidio y culpa.

- Es una pena que no pueda hacer nada por Jonathan – dijo Javier Vielva mientras que se disponía a marcharse.

(Continuará) ...........

EL MICRORRELATO DE ESTA SEMANA


Un microrrelato es una historia completa contada en pocas palabras. He de confesar que crea adicción y que te obliga, dada su brevedad a usar técnicas que en otros generos ni siquiera existen. El microrrelato es casi el único genero al que me puedo dedicar porque mi tiempo, a pesar de que lo estiro todo lo que puedo, no da para más. Esta semana el microrrelato de la Cadena Ser tenía que empezar con la frase Como los ángeles al caer el sol. Espero que os guste.

MONA LISA

- Como los ángeles al caer el sol, me deslicé en la noche abrazado a tu sonrisa, y ya no hubo más nube ni más brisa, que pudiera aquietar mi corazón –

Lo he escrito para ti. Si te gusta puedo traerte más mañana . De hecho, puedo venir todas las tardes, si quieres. ¿Sabes? he puesto tu imagen en la mesilla...en el salón....en la cocina..... en mi cartera, en todas partes. Tal vez llegue el día en que no tengamos que separarnos más ............

–Señor, vamos a cerrar, vaya saliendo, por favor- le dijo en voz baja el vigilante del museo.

EL SUSURRO DEL DUENDE (56ª entrega)

Alía


- Pues para estar buscando un anillo, su amigo parece estar muy despistado, ¡como va a saltar hasta la estatua! ¡busque en el agua! ¡en el agua! – seguía diciendo la anciana casi gritando.

Laura veía como se acercaban los policías municipales – Date prisa Roberto, por Dios, que ya están aquí -

- Hago todo lo que puedo, pero no veo nada – dijo Roberto al tiempo que recorría el cuerpo de Maria la Guapa en busca de la siguiente pista. Tocó la cabeza de la estatua y de detrás de la rosa que llevaba en el pelo, cayó un papel que Roberto intentó coger antes de que cayera al agua.

- Salga de la fuente – le increpó uno de los policías mientras el otro le pedía la documentación a Laura.

Roberto empezó repentinamente a hablar en ingles, y dirigiéndose a los policías empezó a decir con un marcado acento canadiense “Futbol, Sibeles, España, Campeón del Mundo” .

Laura no daba crédito a lo que estaba viendo, los policías se intercambiaban miradas que lo decían todo: “otro guiri” y la anciana, preguntaba “¿qué ha dicho?” .

- ¿Le conoce?- preguntaron los policías a Laura.

- No, no,.........bueno sí, quiero decir...... que le acabo de conocer y que yo me encargo de él, yo le acompaño hasta su hotel-

Mientras Laura entretenía a los policías, Roberto recogió el papel que había caído al agua, lo metió en el bolsillo de su pantalón, salió de la fuente con una gran sonrisa en la boca y siguió representando su papel de extranjero.

La anciana seguía los acontecimientos en primera fila y relataba a los policías en un elevado tono de voz, que dejaba en evidencia su incipiente sordera – ya le he dicho yo que ahí no se podía bañar-

- No le entiende, es extranjero – gritó un policía a la anciana mientras Roberto y Laura se alejaban con dirección a la salida del recinto de la Rosaleda.

- ¿Extranjero? ¡Pero si hace un momento estaba hablando español!- contestó la anciana.

- Esta sorda como una tapia – le dijo un policía al otro mientras que observaban a Roberto y Laura saliendo de la Rosaleda.

- ¿Lo tienes? – preguntó Laura

- Lo tengo, pero ........- contestó Roberto sacando el papel de su bolsillo y desplegando ante Laura un texto emborronado e ilegible por la acción del agua.

(Continuará )................

EL SUSURRO DEL DUENDE (55ª entrega)

Gotencool

-¿Por donde empezamos?- preguntó Roberto cuando llegaron a la Rosaleda del Parque del Oeste.

- Esto es como buscar una aguja en un pajar – apuntó Laura mirando de un lado a otro, esperando la llegada de alguna inspiración para empezar a buscar.

- Bueno, no desesperemos......vamos a leer de nuevo la pista – dijo Roberto. Se sentó en uno de los múltiples bancos de madera y leyó varias veces el papel, luego se lo extendió a Laura y le preguntó -¿se te ocurre algo?-

Laura lo leyó nuevamente y negó con la cabeza, luego sacó del bolso las dos sentencias que había elegido y las volvió a leer detenidamente por si concretaban algún lugar dentro de la Rosaleda .

- Nada, aquí no hay nada, tal vez no sean éstas las sentencias a las que se refería el duende - comentó Laura con desanimo.

Roberto permanecía en silencio, absorto en sus pensamientos, Apenas había gente, tan sólo una joven con su bebe paseaba entre las rosas y a lo lejos, una anciana observaba con gran atención un rosal aterciopeladamente rojo.

Roberto se puso de pie, en situación de alerta, -¿qué pasa?- preguntó Laura, él la hizo callar rápidamente poniendo su dedo índice en los labios. Roberto dio unos pasos a su izquierda y luego a la derecha, como si estuviera buscando algo.

- ¿No lo oyes? – le dijo él

- ¿El qué? –

- El susurro del duende –

- ¿De donde viene el sonido? – preguntó ella – no oigo nada -

- De allí- contesto Roberto señalando con el dedo la fuente de "Maria La Guapa".

- ¡Claro! ¡Como no se me había ocurrido antes! ¡la fuente! Los duendes viven en los bosques, alrededor de las fuentes. - dijo Roberto al tiempo que se dirigía rápidamente hacia la fuente seguido de Laura.

A pesar de que examinaron minuciosamente todo su contorno, no había rastro alguno de la nueva pista.

- No queda otro remedio – dijo Roberto, descalzándose, remangándose los pantalones y finalmente introduciéndose en el agua.

- ¡Oiga, señor! ¿pero que está usted haciendo? - vociferó la anciana que contemplaba los rosales – ¡no puede usted bañarse! –

Laura intentó hacer callar a la anciana, que con sus voces había despertado la atención de la joven madre que paseaba a su bebe.

- Tranquila, Señora, no grite, es que se me ha caído un anillo a la fuente y él se ha metido para rescatarlo –

Ya era tarde, una pareja de policías municipales entraban por la puerta de La Rosaleda, tras cruzarse con la joven y su bebé.

(Continuará).............

EL SUSURRO DEL DUENDE (54ª entrega)

Caese

Allí estaba de nuevo desplegando sus dotes de seductor, preguntándola cómo se encontraba, diciéndole lo mucho que la echaba de menos y lo preocupado que estaba por la desaparición de Diana. Laura escuchaba con los ojos cerrados, apretando los labios, conteniendo la cólera que le subía por el estomago hasta que no pudo más.

- ¡Basta, Luis! ya no me creo tus mentiras, tu nunca has querido a nadie, no te has preocupado nunca de nada que se aleje un centímetro de tu ombligo, la pena es que haya tardado tanto tiempo en darme cuenta....... ¿Sabes una cosa? Que creo que tu eres el mayor responsable de la desaparición de Diana y que no se si lograré perdonarte algún día. Probablemente no. –

- Comprendo que te dure el enfado pero....- intentó argumentar él, Laura volvió a tomar la palabra sin dejarle terminar.

- ¡Tu no comprendes nada! Tu eres el mayor error que he cometido, no te quiero otra vez en mi vida. Me gustaría no haberte conocido.-

Roberto hizo ademán de abandonar el despacho, pero Laura le retuvo.

- Laura no te consiento que me hables así- dijo Luis visiblemente enfadado.

- Tienes razón, no debes consentirlo, no vuelvas a llamarme – y le colgó el teléfono.

- ¿No crees que has sido un poco dura con él? – le apuntó Roberto.

- ¿Dura? Duro es que el padre de tu hija desaparezca del mapa cuando más lo necesitas.

- Bueno, Laura, reconoce que si se hubiera quedado, tampoco habrías contado con él- terció Roberto.

- Tienes razón – reconoció ella – tal vez lo más duro es reconocer que elegí a la persona equivocada para compartir mi vida –

- No le des más vueltas, lo importante es darse cuenta – le dijo Roberto acariciándole ligeramente la mejilla – Venga, no perdamos más tiempo, vámonos al Parque del Oeste, tenemos que traer a Diana a casa.

(Continuará) ..................