GENETICA



Y las azules, las del abuelo. Siempre le cautivaron esas estrellas, será porque aparentan menos edad y a él le chiflaban las jovencitas, y si no que se lo pregunten a la abuela, que se ponía negra cada vez que se giraba para no perder de vista un escote o una minifalda. La última vez que se quedó prendado de unas piernas bonitas decidió ir tras ellas y luego no encontró el camino de vuelta. Dicen que se quedó atrapado allí arriba, montado en una estrella y seduciendo a otra. Sigue mirando, hijo, a ver si lo ves mientras yo voy a por tabaco.   

(Uno de los últimos intentos de la temporada para ReC, esta vez tampoco pudo ser ¡que le vamos a hacer!)

FINALISTA DE ABRIL EN LA MICROBIBLIOTECA





La familia



Disfrutaba reuniéndose con la familia. La tía Rosa, siempre tan cariñosa, le pellizcaba el carrillo como si aún fuera un niño, mientras el primo Federico balbuceaba su frase preferida: “Ya no hay nidos de golondrinas en casa, los he quemado todos”. Nunca faltaba Claribel que aún conservaba esos ojos de gata que le hicieron perder la cabeza hace una década, casi le cuesta la excomunión familiar, ¡dónde se había visto querer casarse con una prima hermana! Encontrarse con los hijos del tío Jesús suponía un repaso a los veranos de su infancia: la caza de gamusinos, el asalto a los huertos cercanos para hacer sopa de verdura con los cacharritos de las niñas o los sustos que le daban a Luisito por la noche al pasar por el cementerio. En los últimos años solo se juntaban en los entierros, muchos por cierto, pero él quería más y más. Esa manía suya de ver a la familia a todas horas iba a acabar con ella.


Con este texto he quedado finalista en el concurso que convoca La Microbiblioteca todos los meses, comparto podio con Gabriel Bevilaqua, Elisa de Armas y Marina de la Fuente, un plantel de lujo. El oro se lo llevó David Vivancos, otro grande del género

GRANDES REMEDIOS



Ya no podíamos contar con él, hacía lo que quería, se ponía en rojo para dar paso a la enfermera de ojos de gata y en verde para el celador forzudo que se las veía y se las deseaba para cruzar el patio. Cuando pasaba el cocinero cambiaba bruscamente de color e invitaba a los internos a proseguir la marcha arrollándolo. Intentamos asignarle otro cometido como el de papelera o autobús, pero no había manera, él quería seguir siendo semáforo. Tras largas horas de negociación, el director lo ha desenchufado y ha decidido convertir el patio en zona peatonal.