Julito, el niño de mi vecina ya lee con dos años, a decir de su madre y eso que sólo emite gruñidos cuando le preguntas cualquier cosa.
Rubén, el del quiosco de periódicos dice no ser pasión de padre mantener que su hija de tres años canta como los ángeles, sordos añadiría yo.
Paloma, mi cuñada, sostiene que su hija Marta es una niña muy sociable a pesar de que en sus cinco años de vida sólo la he visto relacionarse pegando patadas en la espinilla al que osa ser amable con ella.
A la vista de tanta tontería paterno filial hace tiempo que tomé la decisión de no hablar de las excelencias de mis hijos, esas me las guardo para saborearlas a solas y no tener que compartir ni un ápice de su deleite. En cambio hablo abiertamente de sus picias, así dejo de ser el blanco de absurdas comparaciones y consigo que pierdan el interés por mi familia mientras que yo me libero de interesarme por la suya.
7 comentarios:
Cuánta razón, que pesados los padres con las virtudes "únicas" de sus hijos... jajaja
Un saludo indio
Esperanza, buen método para evitar esas charlas "interesantes" de hijos, las cuales se repiten como indicas en exageraciones. Además como indicas así se puede disfrutar más de los tuyos.
Un buen microreflexión.
Un abrazo Escritora.
Una buena reflexión, Esperanza. La verdad, existen muchas personas así y tu narradora ha encontrado un buen método para evitar esas tonterías.
Besitos
Me hiciste recordar un capítulo de la antigua serie norteamericana, "Yo quiero a Lucy" con Lucy Ball. Lucy había acordado con el marido que en la reunion no andarían contando ni mostrando fotos de su hijito. Soportaron los alardes de los otros padres, hasta que no pudieron más y se mandaron con todo.
Un abrazo!!
Bueno, otra que le pasa como a mí. Resulta que todos los hijos son perfectos, hasta que empiezas a arañar y sale ... lo que sale.
Pues esto es poco con lo que dicen los que ya son abuelos.
Un abrazo
Mis hijos ya son hombres y no aguanto tanta tontería como hay ahora, que a veces me dan ganas de arrear a algún padre-madre un pescozón de tanta barbaridad como dicen y hacen...
Besos desde el aire
Esperanza, me siento totalmente identificada con el relato. Cuando oigo a los demás contarme mentiras rotundas sobre sus hijos es que me pongo mala y pienso, ¿se pensaran que soy imbécil?.
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