Cada día me pongo a escribir un cuento con final feliz, pero no es fácil calzar el enorme pie de Cenicienta en su pequeño zapato de cristal, ni tampoco besar a un sapo para convertirle en príncipe.
En cambio es frecuente que me ofrezcan una manzana envenenada o que al doblar la esquina me intente engullir un lobo disfrazado de abuelita. Por eso en mis cuentos los enanos crecen, las brujas no tienen verrugas en la nariz, las princesas abandonan sus palacios y dan esquinazo a sus príncipes, los malos son un poco buenos y los buenos son un poco malos.
Cada noche escribo el final de un cuento feliz, montada en una calabaza que no quiere ser carroza.
8 comentarios:
Los finales felices a veces no lo son tanto. Has contado un retazo de realidad en un cuento mezclado.
Besos desde el aire
Esperanza, en tus cuentos siempre uno se puede deleitar. No importa que acaben bien o mal - digo la historia - sino el mensaje que nos dejas y esa sensación de buena literatura.
Un abrazo, Escritora.
"El mundo al revés, quien lo dice lo es"...Esperanza, siempre he creído que para ser un buen escritor no es suficiente escribir bien, hay que tener imaginación, fantasía y crear personajes especiales, tanto como sus historias que los habitan. Las tuyas son así.
Un abrazo
El final del micro me ha encantado, esa calabaza que no quiere ser carroza. Yo tampoco quiero ser lo que se espera de mí. Un beso.
Si es que no es nada fácil escribir un final feliz, además... ¿existen?
Besitos
No es necesario que las calabazas se conviertan en carrozas para encontrar un final feliz. La realidad bien puede convertirse en cuento. Un maravilloso cuento.
Un beso esperanzado.
Haces bien, querida compañera, porque es la mejor manera de ver la vida un poco mejor.
Siempre con esperanza.
Un abrazo compañera
Rosa, Nicolas, Xavier, Mar, MJ y Elena, gracias por vuestros comentarios, le dais vida a mi blog, pero a veces no tengo tiempo de contestaros personalmente, como ahora, pido disculpas y sigo implorando vuestra atención.
Besos,
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