Cuando le vi pensé que era un árbol, las hojas crecían en su pecho y se alzaban por las ramas hasta cubrir su cabeza buscando el sol, una gruesa corteza le cubría los brazos y se sostenía sobre diez largos dedos que se proyectaban por debajo de la tierra.
Una tormenta me hizo cobijarme bajo sus ramas, me pegué a su tronco y comprobé que respiraba, retrocedí temerosamente y descubrí que sus ojos se movían rápidamente siguiendo mi rastro. En mi huida choqué torpemente con otro que después de emitir un quejido bajó una de sus ramas y me ayudó a levantarme. Salí corriendo pero mis pies se hundían cada vez más en la tierra mojada hasta que ya no pude avanzar más y me quedé plantada en un claro del bosque.
Ayer me descubrió una niña, la sonreí a través de mi corteza. La vi alejarse mientras se convertía en arbusto.
8 comentarios:
OH!!! Qué hermoso Esperanza.
Un relato maravilloso.
Besos a tus ramas desde el aire
Rosa, es tu lectura la que es hermosa. Un beso grande.
¡¡Cuanta magia!!! Es literatura sudamericana claramente. Me encantó.
Yo a ese bosque me gustaría ir.
Un abrazo, Esperanza.
ALBAJARA me alegra que te haya gustado, pues yo estoy en un bosque como ese ahora y sino estate atento al próximo post.
Un abrazo,
Es un curioso micro porque se puede leer en varias claves. A mí me gusta como micro de terror.
Abrazos fuertes,
PABLO GONZ
Coincido con Pablo, Esperanza, a mi ese bosque me asusta. Dónde está??
Tengo una curiosa fijación con este tipo de lugares...
Abrazo!!
Lo estaré, Esperanza. Siempre es un placer pasarme por este rinconcito tuyo.
Sigue así, un abrazo.
Hermoso pero aterrador... y en un par de parrafitos, Esperanza, estupendo.
Esperamos el próximo post como has dicho. Mil besos
Publicar un comentario