Hoy me he levantado de buen humor, a pesar de que el panorama se presentaba denso, a las siete de la mañana pensé, emulando a Serrat, “Hoy puede ser un gran día”, minutos después me pillaba los dedos con una puerta. Para evitar que se me pusieran morados y esta vez emulando a mi acupuntora coreana, me hice una sangría casera provista de un alfiler y descubrí el poco valor que tengo para autoinferirme daño, así que me dejé las yemas de los dedos como coladores, tras muchos pinchazos sin resultado sangre.
-No pasa nada- pensé y me dispuse a salir de casa con diez minutos de retraso. Tome el ascensor rumbo al garaje, las puertas se cerraron y me dejaron atrapada sin subir ni bajar. Tras unos minutos de tocar compulsiva y nerviosamente a todos los botones, incluida la alarma, el artilugio elevador fue condescendiente conmigo y me escupió fuera del ascensor.
Llegué al despacho con media hora de retraso sobre la agenda prevista. Cogí mis trastos de matar y mi maletín y me encaminé rumbo a un juicio de despido que casi tenía cerrado en acuerdo con el compañero contrario.- Llego tarde- pensé – menos mal que esta jueza nunca va en hora- Cuando llegué su Señoría me estaba esperando con cara de poker, pedí disculpas por el retraso y una pequeña moratoria para hablar telefónicamente con el cliente y confirmar que aceptaba el acuerdo que me proponía la parte contraria: – ¡Como me puedes ofrecer eso!- me contestó furibundo al otro lado del teléfono - ¡no, no acepto y no me vuelvas a llamar! -. Colgué desolada, sin defensa que llevarme a la boca y sin pruebas con que llevarme al huerto al enemigo. Me quedé desvalida e indefensa ante las iras de una jueza con más aspecto de transitar de noche la Casa de Campo, ligera de ropa que de perderse bajo los códigos de justicia.
Salí de la sala con mis dedos doloridos y mi ánimo a punto de romperse en mil pedazos, así que me fui a la calle a que me diera el aire a ver si espantaba ese mal fario que parecía rondarme. Dos tiernas jovencitas me asaltaron en la acera intentando hacerme unas preguntas, yo rehusé varias veces con un movimiento de mano pero seguían insistiendo, por eso me acerqué a una de ellas y le dije en voz baja: - ¿sabes? Tengo un mal día y no sería justo que lo pagara contigo-. Se alejaron de mí como alma que lleva el diablo y el día siguió avanzando inexorablemente y mi desánimo también, hasta acomodarse en una densa reunión, donde se ha dado rienda suelta a la estupidez que a muchos les aflora por todos los poros de su piel y que, desgraciadamente ha durado mucho más de lo previsto, consiguiendo así que toda mi familia estuviera dormida cuando llegué a casa.
Hoy me levanté de buen humor, -puede ser un gran día – pensé y realmente lo ha sido porque he logrado salir viva de él, con unas cuantas magulladuras en los dedos, pero viva al fin y al cabo.
4 comentarios:
Muy bien entonces tendremos que celebrarlo, el que estes viva claro,y de paso echamos unas risas con tus aventuras varias de puertas, dedos, clientes, etc. ¿nos dará tiempo hoy? ja,ja.
Mucho animo que por fin hoy es viernes !!!
Besos y a sonreir !!!
Si el día no se tuerce, lo celebramos esta tarde con jarras y jarras de cervezas sin alcohol hasta que no nos tengamos de pie por la borrachera ¿te parece?
Gracias por comentar.
Besos y hasta luego,
UUfff menos mal que no tocas la trompeta.....venga animo que ya se termino la semana a y toma una jarra a mi salud.
Besones amp
AMP claro que me tomo una jarra de cerveza a tu salud, y dos si es preciso. No dejes de visitarme, echaba de menos tus comentarios.
Besos,
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