EL SUSURRO DEL DUENDE (81ª entrega)


Decidió irse pronto a casa, la falta de sueño empezaba a pasarle factura, notaba como se apoderaba de ella el cansancio por momentos. Tenía ganas de abrazar de nuevo a Diana, respirarla, mirarla y volverla a mirar, estrecharla entre sus brazos recuperando todo el tiempo perdido.

Queria estar cerca de Roberto, pedirle disculpas por haberle exigido explicaciones en vez de agradecerle todo lo que había hecho por ella, quería enseñarle los papeles que probaban que Luis había salido oficialmente de su vida… deseaba decirle cuanto le quería, sin que viniera a cuento, besarle por sorpresa, abandonarse a la locura de quererle sin condiciones, sin límites….

La mirada de Chelo buscandola a través del cristal, la devolvió a la realidad y a la incertidumbre. Conocía esa mirada nerviosa de la extremeña. Cuando atravesó la puerta supo la razón de esa mirada, una maleta le esperaba en el hall. Todas las locuras inventadas se rompieron en mil pedazos, la pasión imaginada se disolvió dolorosamente en el aire.

Roberto salio a recibirla – Me voy, Laura, este no es mi sitio, ni mi mundo, ya tienes a Diana, ya no me necesitas –

Laura intentó retenerle, preguntarle porqué, pedirle que se quedara a su lado, pero no salió ninguna palabra de su boca, tan sólo una lánguida tristeza de sus ojos.

- No puedo quedarme, Laura, no seríamos felices, no me veo viviendo como una sombra a tu lado, acabarías despreciándome y lo que es peor, acabaría despreciándome a mí mismo. Me vuelvo a Loya, a mis bosques y a todo lo que me llena de energía. Te pediría que vinieras conmigo, pero sé que me vas a decir que no, siempre pertenecimos a mundos distintos, los dos lo sabemos, yo me vuelvo al mío y sé que tu no vas a abandonar el tuyo. -

Laura seguía sin pronunciar palabra, mientras una lágrima empezaba a resbalar por su rostro

- Te estaré esperando – dijo Roberto al tiempo que abrazaba a Laura. Permanecieron así apretadamente juntos durante unos instantes que se antojaron una eternidad. Se besaron tierna y cálidamente, acariciaron mutuamente sus rostros, memorizando cada ángulo, cada poro y tras un largo beso de despedida se dijeron adiós.

Laura le vio alejarse portando su maleta en una mano y una caja en la otra, y acarició con nostalgia los papeles de Luis que llevaba en el bolsillo, esos que nunca llegaría a mostrar a Roberto.

(Continuará…..)

4 comentarios:

Beatriz dijo...

Ay, ay, ay que me temo lo peor.

¿vas a ser malvada o los designios del destino ya están escritos?

Besos.

ESPERANZA dijo...

Voy a ser un poquito malvada, un poquito bruja, y un poquito....¿que? ¡¡¡¡sorpresa!!!!!

Besos.

Anónimo dijo...

Uuff dos dias sin aparecer por aqui , y se monta cada una....este Roberto.....y esta Laura......hay Loya, Loya.

amp

ESPERANZA dijo...

Eso te pasa por despistarte ¡¡quien te mandará moverte de la silla!!. En cualquier caso, siempre nos quedará Loya ¿verdad?

Besos