Los Reyes Magos me han echado un curso en la Escuela de Escritores del que estoy disfrutando muchísimo. Este es uno de sus ejercicios: describir una profesión. Espero que os guste.
¡ QUE PENA DE OFICIO ¡
Se miró en el espejo mientras terminaba de abrochar los últimos botones de su camisa negra. Era casi la hora. Se atusó el pelo recogido en un moño alto que dejaba desnudo el rostro doliente, recolocó su falda azabache que completaba su uniforme de luto riguroso y como toque final se subió en sus zapatos de duelo, compañeros de fatigas y de lágrimas al peso, esperando que el espejo le diera el visto bueno.
Ya se oían las campanas tañendo el toque de difuntos y asomaba por la cuesta el cortejo fúnebre. Ensayó los gestos finales, apretó los ojos, carraspeó aclarando la voz y cuando el féretro pasó por delante de su puerta, se unió a la comitiva, profiriendo primero desgarradores gritos de dolor, para acto seguido continuar con un espectáculo de llantos y golpes de pecho , que hizo las delicias de la apenada familia del extinto.
Sin duda era la mejor plañidera de la comarca, la de más alta factura, la más autentica, nadie gemía la pena como ella, sus packs de lágrimas y lamentos estaban muy valorados en el entorno, daban el pego, engañando hasta al difunto al que, en alguna ocasión, se le vio vagando, en busca del camino de vuelta para consolarla.
6 comentarios:
Jo, como se nota que vas a clase.
Por cierto, un poquito de alegria que entre este y la merluza del cubo de basura, no levantamos cabeza.
Para el próximo relato te pongo como ejercicio que nos arranques una sonrisa.
Ala a seguir estudiando.
ja,ja,ja, eso está hecho. Te debo uno que arranque una sonrisa, o por lo menos que lo intente, ya sabes que es más fácil hacer llorar que hacer reír.
Besos,
Pues a mi me ha resultado genial lo del difunto que se levantó para buscar a la plañidera y consolarla, y me ha arrancado esa sonrisa.
Muy buen ejercicio y muy cinematográfico (eso es otro elogio) Casi lo estaba viendo.
¡Bien!! Eso es lo que se pretende que el otro no lo lea, lo vea y si encima consigues sorprenderle, mejor.
Besos.
Por un momento, he pensado que me encontraba junto a ella: en silencio e invisible a sus ojos mientras ella iba practicando su ritual... Y si al final era el difunto quien deseaba encontrar a la plañidera, a mí me han entrado ganas de encontrarlo a él, jijiji...
¡No dejes de sorprendernos con tus relatos!
Gracias Carlota por visitarme y por leerme.
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