Tempus
fugit
Aún
doblaban las campanas cuando corrió al sitio donde tantas veces
había ido con él. Allí le había enseñado a leer el cielo, a
escuchar los poemas del firmamento y a reconocer los vientos
favorables. Escarbó con los dedos, enterró el reloj de bolsillo del
abuelo y se incorporó de nuevo a la comitiva fúnebre. Volvió de
noche, y al día siguiente y al otro, pero no ocurrió nada. El
tiempo no se detuvo ni volvieron aquellos momentos juntos bajo las
estrellas, aunque, a veces, podría jurar que era el abuelo y no el
viento quien le acariciaba el flequillo.
(Este ha sido el relato ganador de esta semana en el programa cultural Wonderland de rne4, estoy muy bien acompañada por Yolanda Nava, Lorenzo Rubio, Towanda Martín, Rafa Olivares, Asun Gárate... Así da gusto.)