En
realidad esto del amor no tenía ninguna lógica, los dos lo
sabíamos, tú desde que Elsa
te besó en los labios y te gustó,
y yo desde
que Enrique me miró y se me llenó el estómago de
burbujas
y mariposas. No quisimos verlo, pero esto no hay quien lo pare, a ti
se te siguen yendo los ojos detrás de cada escote que te encuentras
y yo sigo perdiendo el sentido por los cuerpos musculosos y tatuados.
No te preocupes por los niños, en un pispás verán normal eso de
hablar de la mujer de su madre y el marido de su padre.
(Otra semana más de sequía, ay, qué penita, madre, qué penita)
5 comentarios:
¡Con qué maestría nos engañas! Parece que es ella la narradora y al final resulta que era él. Muy bueno. Felicidades Esperanza.
Jajaja divertido Esperanza y es que los niños pronto aprenden jaja.Abrazos y buen relato con engaño.
Toma requiebro!
Que no se preocupe, que los niños saben latín, je je.
Besos Escritora.
Esperanza... nos hablas de actitudes y pensamientos tristemente reales. Creo que has jugado muy bien lo del despiste. Suerte :)
Pues sí, los niños se acostumbran a todo...pero se les hace muy cuesta arriba estar lejos de su padre o de su madre. Lo digo por experiencia, pero si no hay más remedio...Un saludo.
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