Fue un honor recibir el encargo de perpetuar la memoria de Don
Nicanor, maestro, pensador local y por encima de todo, un hombre bueno,
pintando su retrato. Su viuda me proporcionó una fotografía del venerable
difunto y me puse manos a la obra.
Ya estaba listo para su entrega, cuando descubrí que la ceja
izquierda estaba mucho más levantada que la derecha. Pasé toda la noche
poniéndolas a la misma altura y cuando amaneció, era la ceja derecha la que se
arqueaba hacia arriba dibujando una perfecta semicircunferencia.
Seguí trabajando sin
descanso hasta hacerlas coincidir con la foto, todo fue en vano, ambas se
arquearon por igual arrugando la frente. Lo peor llegó cuando la boca de Don Nicanor se abrió
dibujando una "O" mayúscula.
Me debatía entre la locura y la desesperación cuando apareció
la viuda a recoger el encargo. Miró el retrato, buscó alrededor y señaló un
aparato de radio:
- Si ha estado escuchando las noticias mientras pintaba, no me diga más, él siempre fue muy
sensible al latrocinio.
He pintado un nuevo retrato, pero ahora bajo los efluvios del Nocturno de
Chopin. Nada que ver.
7 comentarios:
Estupefacta me dejas a mi, que bueno !!!
Besos y abrazos.
¡Qué bueno, Esperanza! No lograba imaginar qué provocaba los cambios de gesto en el retrato. Me has arrancado una buena carcajada.
Un abrazo.
Aromático, clásico pero actual, gracioso pero con punta y divertido. Un encanto!
Genial Esperanza, llevo un rato tronchandome con las visicitudes pictóricas de ese pobre artista.
Y reconozco que el viejito tiene razón, a mi hace tiempo que las películas de terror no me ponen nada, cuando quiero emociones fuertes, miro el telediario.
Un abrazo.
Brillante Esperanza, qué bien te has deslizado por el lienzo. Me gusta.
Gracias por el relato, besos.
ayyyyyyyyyyy Esperanza, como me ha gustado tu retrato, tengo que buscarlo allí para votarte.
Besicos muchos.
Jajajajajja qué bueno!!!
Gracias por las risas y mucha suerte.
Besos desde el aire
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