Suspiró profundamente y recogió dos cubiertos.
─Si tengo cinco y quito dos ¿cuántos me quedan?─ preguntó
ella de nuevo.
Pablo no entendía por
qué se empeñaba su madre en decir que quedaban tres, si papá se había ido el
año pasado tras una rubia que dijo ser el amor de su vida; la abuela murió hace
unos meses y desde entonces, el abuelo perdió la cabeza y fue ingresado en una
residencia. Solo quedaban ellos, aunque mamá no quisiera darse cuenta, él no
podía engañarla.
─Dos, mamá, quedan dos. Papá no va a volver.
10 comentarios:
Jejeje, ¡que bueno!! A mí este ejercicio de matemáticas me ha gustado mucho.
Besicos muchos.
Me gustó cómo lo has cerrado. Buen intento despojo...
UN saludo indio
Mitakuye oyasin
Buen intento, Esperanza. Tú sigue, que para ti en breve deja de resistirse. Ese no te conoce a ti!!!
Un beso.
Muy bien el niño consciente de la realidad y más realista que su madre, empeñada en resolver problemas de matemáticas.
Tanto tirar de peras y manzanas para resolver problemas de álgebra que claro luego eso se queda dentro... je je.
Un besazo Esperanza.
Hola Esperanza. Me ha gustado mucho como juegas con ese pensamiento del niño (como todos a esas edades descarnado y sincero). Mucha suerte para el siguiente.
Buen ejercicio de razonamiento aunque quien debería tenerlo claro, no lo tiene.
Corto, breve e intenso resultado.
Besos de gofio.
Ardua tarea la de Pablo, hacer que su madre pise suelo, con ambos pies...
Me gustó.
Un saludo
Hace bien el niño en sacar del error a su madre, enemigo que huye puente de plata. Me ha gustado mucho esa lección de mates.
Un beso.
Hola Esperanza, hay cosas que no entran en la cabeza ni siquiera restando o sumando platos.
Un beso y a por ese piano en el huerto, que aún hay tiempo ¡venga!
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