Mientras su
padre cerraba la tapa del contenedor, ella vigilaba el puñado de ojos asustados
que la recibieron dentro. Murmuró un saludo y se acopló como pudo entre los
codos y rodillas de los demás. Buscó, sin éxito, la silueta de la mano de su
padre entre las que aplastaban por fuera las paredes del contenedor y aprovechó
las despedidas de otros para terminar de acomodarse antes de iniciar el largo
viaje. Algunos lloraban, otros rezaban en voz baja, los menos reían nerviosos, pero
todos sabían que no volverían, ya no había futuro para ellos en este planeta.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
Esperanza, ciencia-ficción de la buena, que espero se queden en eso, aunque al paso que vamos...
Buen disparo de REC.
Besos, Escritora.
Duele esa separación Esperanza, quiero pensar que pese a todo, el lugar al que van hace honor a tu nombre.
Pedazo de abrazo.
Buf! qué dureza en tu micro Esperanza. Ese contenedor me ha puesto los pelos de punta. Espero que estas realidades ficcionadas no se repitan, ni sucedan. Un beso amiga.
Lo que da de sí tu imaginación... me ha gustado mucho el planteamiento de ese viaje tan temido.
Un beso
Publicar un comentario