DIARIO DE UN DUENDE



Mi  piel tiene el tacto de una hoja seca y se rompe con un golpe de viento. Mi nariz se está arrugando a fuerza de respirar polvo, parece que el cielo se ha olvidado del bosque y hace tiempo que no derrama ni una lágrima sobre la tierra. Se le ha secado el corazón a las nubes.

Para colmo,  estas diabólicas criaturas siguen invadiendo nuestro espacio con esos extraños  artilugios que nos ciegan con sus fogonazos,  hieren  la corteza de los nogales más ancianos, tatuándoles  corazones y nos roban el silencio con sus gritos.

Alguna vez que otra aparece alguna criatura que respeta el bosque, como ese joven pintor que viene  cada día con su lienzo, su paleta y sus pinceles al roble milenario en el que vivo. Ayer terminó de pintar:  el sol filtrándose entre las hojas, el hueco cubierto de musgo donde me siento, el tronco nudoso y retorcido en el que me cobijo, pero ni  rastro de mí a pesar de haber estado posando todo el tiempo sobre una rama. 

¡Ingrato! 

11 comentarios:

Julio Benavente Caballero dijo...

Pobre criatura y qué suerte tienes tú de poder verlos.
Besos

Arte Pun dijo...

Qué preciosidad de cuento Esperanza.

Érase una vez un duende que quería ser pintado, se acicaló, humedeció su piel con el rocío de la mañana y escogió un fondo, el roble milenario. No tardó en aparecer un pintor, de estilo surrealista, o muy personal. Al roble lo llenó de estrellas, al musgo le dibujó ojos y bocas, y al duende... El duende firmó el cuadro "Quisiera Contarte".

Gracias Esperanza por tu relato. Un beso

Nicolás Jarque dijo...

Esperanza, ahora que conozco ese bosque tan inspirador que protagoniza muchos de tus relatos, para mí es más sencillo imaginarme a ese duende, que existe.

Quizás el pintor no supo verlo porque se prendó del paisaje o el duende se mimitizo con los parajes, pero existir, existe.

Un abrazo grande, Escritora.

ESPERANZA dijo...

JULIO si tuviéramos la mirada limpia y miráramos más allá de nuestras narices, descubriríamos un universo mágico.

Gracias por pasarte y comentar.

Un abrazo,

ESPERANZA dijo...

ARTE PUN, ¡Que preciosidad de comentario!

Gracias, muchas gracias, lo guardaré en un sitio especial.

Un beso grande desde mi bosque.

ESPERANZA dijo...

NICOLÁS ha sido un inmenso placer para mí recibirte en mi bosque y compartir contigo lugares de los que tanto he escrito.

Ahora ya formas parte de él como los duendes.

Un abrazo grande, Escritor.

CDG dijo...

Me encanta ese bosque, ese duende y cómo nos seduces hasta el nada ingrato final. Todo un cuenta que gusta a los adultos y que, seguro, gustaría a los niños.
Muy bueno, sí señora.
Un beso.

Pedro Sánchez Negreira dijo...

Este relato me ha resultado profundamente enternecedor, Esperanza. Consigues, con ese duende, transmitir el sufrimiento del bosque, la desidia y la malquerencia de los humanos, el desprecio por todo aquello que no sea nuestro propio ombligo.

Gran trabajo.

Un abrazo,

MJ dijo...

Jaja, no me extraña que el pobre duende esté molesto con el pintor.
Precioso cuento, Esperanza. Me encanta.

Un beso.

Petra Acero dijo...

Un duende sabio y gruñón: una buena mezcla que sabes aprovechar magistralmente, Esperanza; consiguiendo un relato emotivo, educativo y simpático.
Me ha encantado el disgusto que se lleva el protagonista al no verse reflejado en el lienzo, después de toda una tarde posando (original forma de mostrarnos que no sabe que es invisible para los humanos).
Una fantástica fantasía.

Besossss cariñosos.

Elysa dijo...

Me encanta conocer algo más de tu bosque a través de este duende algo gruñón.

Besitos