VICTORIA TRIGO BELLO

Me gusta hablar de mis amigos, por eso tienen su propio rincón en mi casa. Siempre me aportan algo nuevo y valioso: un abrazo, una canción, una sonrisa, un hombro para llorar o incluso un cuento como el que ahora os presento.

A Victoria Trigo no le hace falta presentación, ya tiene su sitio de honor en el mundo del microrrelato, del cuento y de la poesía. Se atreve con todo porque puede con todo. Maneja el lenguaje con gran maestría para  hacerlo bailar al son de los sentimientos. Sus historias nunca pasan desapercibidas. Tuve la suerte de compartir pupitre con ella y con Elena Casero en la Escuela de Escritores y formamos entonces un trío literario bien avenido que aún perdura. 

Os dejo en inmejorable compañía.

 ¡Que disfrutéis! 


Dibujo: Mateo Tarengui

HISTORIAS DE TROMPÍN
Publicado en Heraldo de Aragón el martes 21 de agosto de 2012
Victoria Trigo Bello

Yo repelía la comida como si estuviera electrizada. Mi padre se enfadaba y me decía que iba a venir aquel médico cuyas puntas de bigote anunciaban el dolor de las inyecciones. Tú, con paciencia sin reloj, cuando me ponía más impertinente -el babero ya se habría comido la mitad del puré-, me contabas historias de Trompín, el elefante de calcomanía de la baldosa, el de la trompa cortita, como tu dedo meñique triturado en la máquina de coser cuando trabajabas en casa de doña Leo.
Trompín estaba en el río. Sí, en un río como el del pueblo. Y cucharada. Trompín se iba con sus amigos. ¡Claro que tiene amigos…! Otra más. Mi padre protestando. Mejor una zurra que tanta pamplina. Tú, como si no le oyeras, volvías a marear mi puré con la cuchara, llevándote un poco a los labios para soplar –aunque aquello estaría ya casi helado-, o más bien para añadir mimos a aquella mezcla de verduras, jarrete y amor. Trompín va en un tren. Y cucharada. Porque Trompín va a actuar en un circo. Otra más. En un circo muy grande.
            Más de medio siglo después seguimos igual. Tu meñique atormentado. El puré en el plato. La cuchara enfrentándose a una boca cerrada y Trompín como mediador. ¿Te acuerdas del elefantito…?
Ahora vendrá la enfermera. Voy de tarde y comes tan despacio –lo de comer es un decir…- que no puedo esperar a que termines. No llores mujer, que luego volveré. Te doy un beso, me miras con lágrimas secas y te giras hacia la pared encogiéndote como una oruga para retornar a tu posición fetal.
Si doña Leo te hubiera arreglado los papeles, cobrarías algo. Pero esa bruja sabía más de costura que de legalidades. Cuando la máquina se cebó en tu dedo, te arrancó la aguja y la uña y calló tu grito amenazando despedirte por haber manchado de sangre la blusa que una señorona iba a estrenar en la jura de bandera de su hijo. Aquello se zanjó con una semana de sueldo más el descuento de los dos días que faltaste al trabajo. ¡Y aún le estabas agradecida por los botones imitación de azabache que te regaló para tu vestido de novia pobre…!
El ascensor abre sus puertas y me incorporo al silencio colectivo. Salgo del edificio y me asalta una angustia más allá de la individual. Es la certeza de que mientras te hundes en la niebla, la humanidad se resigna un poco más a privar de nombre a sus elefantes.

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Victoria ha atendido a nuestras sugerencias y ha iniciado un proyecto de blog. Tomad nota:  
http://lasdoscarasdelfolio.blogspot.com.es/

10 comentarios:

Victoria Trigo dijo...

Esperanza, eres estupenda. Gracias por tus palabras y por el privilegio de asomarme a tu blog. Conocerte a ti y a Elena fue lo mejor de ese curso y casi lo convirtió en presencial. Un abrazo a la escritora más pulcra, Victoria

Pedro Sánchez Negreira dijo...

¡Gracias por el regalo, Esperanza!

No conocía a Victoria, pero si para muestra vale un botón, has elegido uno magnífico.

Este micro me ha llegado al alma. Con una profunda intensidad emocional -a través de una voz cautivadora- y una organización sutil de la materia narrativa, Victoria nos mete el dedo en el corazón y rasca.

Una vez más, gracias.

Esta entrada habla mucho, además, de tu generosidad.

Un abrazo,

Pedro Sánchez Negreira dijo...

Se me quedó una pregunta en el tintero. ¿Tiene un blog en el que podamos seguirla?

Otro abrazo.

ESPERANZA dijo...

Buenos días Pedro, lamento decirte que Victoria no tiene blog, se resiste a ello, a pesar de la insistencia de los amigos. Tal vez entre todos consigamos que abra un espacio donde poder disfrutar de sus relatos.
Victoria fue la flamante ganadora anual de la penúltima edición de Relatos en Cadena de la Cadena Ser.

Gracias por tus comentarios.

Ana dijo...

Cómo olvidar aquel micro ganador. Me encantó. Gracias Esperanza por traerla.
Un beso,
Ana

Beatriz dijo...

Pues si sirve para algo mi opinión, yo también animo a Victoria a tener un blog, ¡¡¡vaya relato!!!, toda una lección de vida.

Gracias a ambas, por mostrarlo y por crearlo.

Besos y abrazos.

Anónimo dijo...

Hola compañera.
ya le dije a Victoria que el relato me gustó mucho. En él encontramos a la Victoria que conocimos en el curso.

Para mí ha sido un placer conoceros a ambas, no solo virtualmente, y tener la suerte de vuestros consejos.

Un abrazo y a ver si Victoria se hace el ánimo de abrir un blog.

Nicolás Jarque dijo...

Esperanza, gracias por darnos a conocer un relato tan grande como este, que es capaz de enternecernos con esas comidas y de enfurecernos con las injusticias siempre a los más pobres.

No conocía a Victoria, pero ahora ya no tengo excusa para empezar a leer más de ella.

Un abrazo para las dos.

Elysa dijo...

Me uno a los que quieren que tenga su blog. Después de leer este texto, sería su fiel seguidora. Es inteso y emotivo.

Gracias por traerla hasta tu casa.

Besitos

CDG dijo...

Gracias por ese regalo. Me sumo a los elogios previos. No sería capaz de decir algo nuevo, salvo aplaudir.
Un beso.